[00: Te cuento mi decadencia como héroe]

55 8 0
                                    

Honestamente, me gusta ser semidiosa.

Cuando llegué al «Campamento Mestizo», ese fue mi primer pensamiento y permaneció conmigo un buen tiempo. Cinco años, más ó menos.

No hubo un evento catastrófico que me haya hecho cambiar de opinión y pensar "Perra madre, Dionisio, ¿por qué tenías que ser un condenado Dios?".

No. Sólo fue cuestión de tiempo. De acumulación de eventos desafortunados y sentimientos sobrecargados; de frustración, ansiedad, dolor, pérdida, odio y vacío.

Cuando todo eso se juntó fue cuando pensé: "¿Por qué chingados me gusta ser semidios?". Mi respuesta llegó de inmediato con otro pensamiento "Hace tiempo que ya no te gusta".

Tardé tres años en darme cuenta de que ya no me gustaba ser semidiosa, de que quizás no dure tantos años genuinamente amando serlo.

Sí intento recapitular en mi vida, la última batalla en la que disfrutaba ser esto. Ser lo que soy. Ser «un hijo de Dionisio». Fue cuando junto a mis hermanos y un par de la Cabaña 11 tuvimos que ir a Dakota del Norte porque un puñado de Cíclopes estaban haciendo lo suyo ahí. Recuerdo empuñar mi espada y hacer tajos y maniobras a diestra y siniestra con diversión. Recuerdo reírme cuando acabamos la misión y ver que estábamos todos mayormente ilesos, pero vivos.

Entonces volvimos y tuvimos la cena habitual de campamento. Nuestro padre nos llamó a mi y a mis hermanos esa noche y nos felicitó y eso me puso incluso más feliz.

Una estupidez, ¿no? Feliz por una vaga felicitación por hacer sus mandados.

Hubo más misiones, pero esas no las tengo claras. Incluso la que acabo de mencionar es algo rara en mi memoria, pero he hablado con Castor y Polux, y ambos me han confirmado cada parte del recuerdo que tengo en mi memoria con excepción de mis sentimientos: "-Bueno... podemos decirte cómo te veías..." ese fue Polux, "-... pero no como te sentías, ¿no?" ese fue Castor.

Me dicen que me veía entusiasmada.

Esa misión ocurrió cuando tenía catorce años. Quince y 16 son años con algunas pocas misiones leves por ahí, pero que no recuerdo casi en absoluto. Sólo lo básico, ya saben: adrenalina, pensamiento de "¿Esto me puede matar?" y monstruos que se mezclan entre si sin dejar uno fijo.

De no ser porque Dionisio nos da (a sus hijos) un dije para nuestra pulcera (que él también nos regaló) cada que regresamos de una misión, podría creer que en esos años no hice ni una mierda de misión aunque sea chiquita. Pero desde el dije en forma de trigo rojo con tintes dorados que representan la misión de Dakota del Norte hasta la misión en Texas a mis casi 17 años hay dos diges más. Uno por cada año.

Oh, la misión en Texas. La primera misión de la que recuerdo odiar cada segundo. No, no pasó nada significativamente malo a comparación de las anteriores, era la misma chingaderita de siempre, de verdad. No hay nada especial en esta misión salvo que es la primer misión en que estoy segura que detesté ser una semidiosa.

"-¿Todo bien, hermanito?" me había preguntado Polux. No recuerdo bien que contesté, algo que era afirmativo, supongo, por lo que siguió después "luces como si esto te estuviera matando". Sí recuerdo lo que le contesté a esto "Cada misión está casi matándome. De eso se tratan, ¿que no?". Él rió, creyó que estaba bromeando al principio, sobre todo porque sólo suelo mezclar el español con el inglés en tres tipos de ocasiones, pero para ese entonces todos, incluído yo, creían que sólo era cuando estaba jodiendo.

Está ocasión era porque estaba jodido. No era broma, no era sarcasmo ni era "dramatismo". Era yo, jodido y cagado de miedo. Todos estos años había estado en misiones, en situaciones, que podrían haberme matado. Todos estos años estaba siendo una marioneta para entretención y alivió ajeno.

Es estúpido, ¿no?

SOY estúpido. ¿Darme cuenta hasta los 16 de esto? Já.

No tengo algo para decir "pero es que lo que pasó fue que..." para dar razones del por qué antes no lo veía así. Lo único que podría decir es "así crecí".

Mi madre me llevó al Campamento Mestizo desde los nueve años. Llevo entrenando desde los nueve años. Llevo siendo alimentada con la mierda de "la gloria del semidios" desde los putos nueve años. ¿Qué podía esperar?

Claramente, no es excusa, claramente no es una razón. Claramente es otra estupidez que sólo tenga esa mierda como razón para mí ignorancia.

Pero... Para mí, el campamento, las misiones, las batallas y la aprobación y felicitación de mi padre... eso era todo lo que siempre conocí. No recuerdo nada antes eso. Mi madre es un borrón en mi mente.

Quirón dice que es probablemente mi mente intentando protegerme de lo que fue verla desgastarse poco a poco por su enfermedad. De lo horrible que debió de ser para mi yo de nueve años haber visto a su madre agonizando cuando volvió del campamento. Fue la forma de proteger al niño que volvió sólo para ver a su madre morir.

Yo digo que sólo tengo una memoria de mierda.

En si, llevo once años en el campamento. Dos años más de lo que duré sin el campamento. Así que es bastante lógico que simplemente no recuerde mi infancia antes de esto.

Quirón también dice que ese soy yo intentando protegerme de sentirme mal por la muerte de mi mamá.

De cualquier forma, todo lo que te acabo de contar es el día a día de cualquier campista aquí. Cosas más, cosas menos, algunas variaciones. Pero en escencia es lo mismo.

Esto es lo normal aquí...

Bueno, de cualquier forma; eso es pasado. En el presente estoy por empezar mi doceavo verano aquí, no es que me haya ido del campamento durante este año. Casi no lo hago desde ese año. Pero los veranos son diferentes, hay más gente aquí. Se siente menos sólo. Sobre todo la cabaña.

Hoy vuelvo a ver a mis hermanos después de casi un año.

-¿Listo para tener la casa llena? -pregunto a Luke, el guapo rubio de ojos azules que está a mi lado.

El hace una mueca y me voltea a ver. Puedo notar el cansancio en su mirada al sólo pensar en lo llena que estará la Cabaña 11

-Sólo agradezco no tener que dormir en el piso.

Le sonrío y choco nuestros hombros ligeramente.

-Beneficios de ser líder de cabaña, ¿no?

Él también me sonríe.

-¿En una cabaña así? Totalmente.

Antes de que pueda iniciar alguna otra conversación menos aburrida, escuchamos a la primera ronda de campistas llegar, así que nos preparamos para recibir a nuestro hermanos (y hermanas, en su caso).

Madness And Cunning Donde viven las historias. Descúbrelo ahora