Después de todo, no puedes confiar nuevamente en aquel que te traicionó inicialmente. Forjamos un pacto con la misma persona poderosa, lo que nos hacía casi iguales.
Al final, resulta ser simplemente un idiota manipulador y egoísta, centrado en sí...
En la mañana siguiente, fui despertado por el bullicio que resonaba en las afueras del hotel. Al bostezar, me dirigí a la ventana y presencié una escena surreal: una serpiente majestuosa junto a una nave repleta de huevos.
Al percatarme de que esta criatura había perforado una de las paredes del hotel, decidí cambiar mi atuendo con un simple chasquido de dedos. Salí por la ventana y me deslicé hacia un balcón cercano. Desde allí, observé la batalla que se desataba, hasta que una sombra misteriosa me entregó una taza de té, desapareciendo sin más.
Agradecí el gesto y, mientras saboreaba el té, mis ojos seguían atentos al espectáculo. El señor serpiente pronunciaba un discurso fascinante. Ante la pared dañada, decidí utilizar mi magia para reconstruirla de manera peculiar: con cartas. Las cartas flotaron en el aire, reconstruyendo la estructura hasta que desaparecieron, dejando la pared impecable como si nunca hubiera sido dañada.
En medio de la batalla, Charlie me saludó levantando la mano, y una sonrisa se dibujó en mi rostro. Sin embargo, mi atención se desvió cuando un escombro se dirigía hacia mí. Estuve a punto de atraparlo con magia, pero un tentáculo lo capturó antes, revelando a Alastor, quien me miraba de reojo. Con indiferencia, devolvió el escombro a su lugar original.
Me levanté para saltar al lado de Charlie saludandola con mi sombrero y Vi como ahora Alastor estaba golpeando la nave de la serpiente mientras reía.
Después de darle un vistazo rápido a la hora en mi reloj, noté que tenía un compromiso con esa mujer caníbal. No obstante, decidí abordar el tema de manera casual con Charlotte, ofreciéndole mi ayuda antes de partir hacia mi destino. Ella asintió comprensiva mientras me despedía con una sonrisa y me dirigía hacia el taller de costura.
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Me había comprometido a ayudar a una conocida que se encontraba agobiada por atender sola a muchos clientes, ya que sus empleadas estaban enfermas debido a la ingestión de algo en mal estado. Al llegar, fui recibido por la alta y amigable mujer, quien se levantó para saludarme con una sonrisa. Aunque solíamos conversar ocasionalmente en vida, su apoyo durante mi difícil período en este lugar había sido invaluable, y ahora estaba dispuesto a devolverle el favor.
- ¡Hola, querida! ¿Te hiciste algo? ¡Estás radiante! -dijo la mujer con una risa contagiosa mientras me abrazaba-
- Bueno, digamos que decidí revivir algunos viejos lazos, ¡ja, ja! -respondí con una sonrisa, ajustando mi ropa-
- ¡Vaya! ¿De verdad fuiste al hotel? Pensé que solo la observabas desde lejos. -comentó mientras se alejaba para atender a unos clientes que acababan de llegar-
- Bueno, supuse que era hora de salir. Rosie, una dama no puede quedarse encerrada para siempre. -dije quitándome el abrigo y el sombrero colgándolos en una percha.
