Erase Una Vez....

Capítulo 4

En la suave penumbra de la habitación de Tn, la melancolía flota en el aire, y el solitario sonido de sollozos desconsolados llena el espacio. La puerta se abre con delicadeza, revelando a Audrey, la hermana mayor, que entra con cautela, preocupada por el bienestar de Tn.

Audrey observa con tristeza a su hermana, quien yace en la cama, envuelta en una atmósfera de dolor. Las lágrimas corren por el rostro de Tn, y su cuerpo refleja la pesadez del corazón roto. Audrey, sintiendo la angustia en el aire, se acerca con ternura.

Audrey: (con voz suave) Tn, hermana.

Tn levanta la mirada, revelando ojos hinchados por el llanto y una expresión de desolación. Audrey se sienta a su lado, ofreciendo un gesto de apoyo y consuelo.

Audrey (con empatía): Estoy aquí para ti.

Tn, entre sollozos, se acerca a su hermana.

Audrey: (con compasión) Lo siento mucho, Tn. No estás sola. Estamos juntas en esto.

Audrey envuelve a Tn en un cálido abrazo, ofreciendo consuelo en medio de la oscuridad emocional. La habitación se llena de un silencio compartido, donde las palabras no son necesarias, pero la presencia y el apoyo fraternal hablan más fuerte que cualquier expresión verbal. En ese momento íntimo, Audrey está decidida a ser el refugio de su hermana, dispuesta a ayudarla a sanar de las heridas emocionales que la afligen.

Audrey permanece al lado de su hermana, Tn, hasta que finalmente las lágrimas ceden y la pesadez emocional la envuelve en un sueño reparador. Tn duerme con la tranquilidad momentánea que brinda el sueño, pero Audrey, mientras la observa, nota algo que despierta una furia intensa en su interior.

La luz tenue de la habitación revela el collar que Tn lleva puesto, el mismo que Ben le dio como símbolo de su promesa de amor eterno. Audrey lo observa con una mezcla de incredulidad y enojo. La rabia crece en su pecho al percatarse de que el anillo que Ben le dio está reposando en la mesita de noche, un recordatorio tangible de la conexión que alguna vez compartieron.

La respiración de Audrey se acelera mientras observa estos objetos que parecen contar la historia de un amor ahora desvanecido. La intensidad de la rabia crece al comprender la tristeza y la traición que Tn ha experimentado. Aunque su hermana duerme plácidamente, Audrey se siente impulsada por una tormenta de emociones tumultuosas.

Audrey aprieta los puños, luchando contra la ira que amenaza con desbordarse. La habitación, que antes era un refugio tranquilo, se ve envuelta en una atmósfera tensa. Audrey, sintiendo la traición y la injusticia, enfrenta la realidad de la situación con un nudo en el estómago y una furia ardiente en sus ojos. La conexión rota entre Tn y Ben se manifiesta ante ella de manera cruda y dolorosa, despertando una furia que lucha por encontrar una salida.

Audrey: Tanquila hermana, no dejaré que te sigan lastimando, Ben, Bella, Adam y todo Auradon te dio la espalda por los hijos de los villanos, ahora es el momento de que ellos paguen por todo.

Audrey deja un cálido beso en la frente de su hermana y sale de la habitación.

El brillante resplandor de la luz de Auradon baña a Ben, Mal, Carlos, Evie y Jay cuando desembarcan en la Isla de los Perdidos. A su alrededor, el entorno sombrío y descuidado de la isla contrasta con la belleza y el brillo del reino que dejaron atrás. Sin embargo, la misión es clara: llevar a  los cuatro individuos seleccionados para brindarles la oportunidad de comenzar una nueva vida en Auradon.

Todos se preparan para regresar, se despiden de sus familiares y emprenden el regreso a a Auradon pero Hades, en un intento desesperado de escapar de su confinamiento, desata su furia. El aire se tensa con la electricidad y la oscuridad mientras Hades intenta huir, pero Mal, con determinación y poder, se transforma en su propia forma de dragón para detenerlo.

La batalla de fuerzas titánicas se desata en la Isla de los Perdidos. Mal, con su feroz forma de dragón, enfrenta a Hades, impidiendo su huida. El enfrentamiento resuena en la isla, marcando un momento de poder y valentía.

Finalmente, con un rugido resonante, Mal prevalece, deteniendo a Hades y restaurando la calma. En un destello de luz, todos son transportados de regreso a Auradon, dejando atrás la oscuridad de la Isla de los Perdidos. El regreso a casa está marcado por un sentimiento de triunfo, pero también con la conciencia de que el camino hacia la redención y la integración apenas ha comenzado.

En el majestuoso salón del castillo de Auradon, Mal, Ben, Bella, Adam y el Hada Madrina se encuentran reunidos en una atmósfera tensa y preocupada. Las noticias del intento de fuga de Hades han generado inquietud y discusión entre los habitantes del reino. El bienestar de Auradon y la seguridad de sus habitantes están en juego. 

Bella, Adam y el Hada Madrina piden una solución, Mal con determinación en sus ojos. Observa a su alrededor, reconociendo la gravedad de la situación.

Mal: (con firmeza) Debemos cerrar la barrera para siempre. No podemos arriesgarnos a que haya más intentos de fuga. 

Bella, Adam y el Hada Madrina intercambian miradas preocupadas. La propuesta de Mal plantea una decisión crucial que podría tener consecuencias significativas.

Ben (frunciendo el ceño): Cerrar la barrera para siempre es una medida extrema. No todos en la isla son malvados. Algunos merecen la oportunidad de redimirse, es lo que les prometí.

Mal, con una mezcla de compasión y determinación, se acerca a Ben, quien esta en desacuerdo por la decisión que ha tomado.

Mal: (mirando a Ben) Ben, sabes que cerrar la barrera es la única manera de proteger a Auradon.

Ben, inicialmente en desacuerdo, reflexiona sobre las palabras de Mal. La tensión en la sala es palpable mientras todos esperan su decisión.

Ben (finalmente asintiendo): Tienes razón, Mal. Debemos cerrar la barrera. La seguridad de Auradon es lo primero.

La decisión se toma, y la sala se sume en un silencio cargado de resonancias. La barrera, símbolo de la división entre Auradon y la Isla de los Perdidos, se prepara para cerrarse, marcando un capítulo crucial en la historia de ambos mundos.