Años en guerra: Parte 3: La guerra de los magos -COMPLETO-

Capítulo 71 - Campos de batalla

N / A:

Mi sincero agradecimiento y gratitud a Nachtrae por tomarse el tiempo de leer, editar y comentar sobre este Capítulo. Ella hace un trabajo increíble y tengo suerte de tenerla como mi beta.

También me gustaría extender gracias al segundo lector beta en este proyecto: XxHecatexX. Ella ha estado allí para corregir errores, señalar lagunas y, en general, patearme el trasero para escribir según sea necesario.

Felicitaciones a Stark Industries y la "Línea de Libertad más nueva de Stark Industries."

Capítulo 71

Campos de batalla

Cornelius Fudge suspiró y se frotó los ojos cansados. Los cerró, y apoyó su cabeza contra sus manos. Era su sustituto favorito para el sueño, algo de lo que había obtenido muy poco en las últimas semanas. Las fuerzas de Voldermort habían limitado sus ataques contra el mundo mágico, pero eso no les había impedido mantener una campaña de terror que tenía al ministro principal gritando sangriento asesinato. Había poco que pudiera hacer, y francamente no podía culpar al muggle en lo más mínimo.

El Ministerio estadounidense había considerado prestar asistencia a la Legión, pero el principal problema era el resto de Europa: Simplemente estaban demasiado asustados de Voldemort para hacer algo. España y Bulgaria se habían negado a tomar medidas para detener el flujo de apoyo de sus países a Voldemort. La verdad, sin embargo, era que gran parte de Europa del Este en realidad apoyaba al Señor Oscuro. Habían informado a las autoridades de los muggles, pero había poco que pudieran hacer contra los porteros y la aparición. Fudge había considerado levantar las Salas de Guerra que habían ayudado a disuadir a cierto Adolf Hitler – conocido mejor como Grindenwald al mundo mágico – de invadir Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. Pero hacerlo sería una espada de doble filo: También dependían del comercio y los negocios internacionales.

"Ministro?" dijo Percy en voz baja, "Has estado despierto durante casi dos días. Me doy cuenta de que todavía es temprano en el día, pero tal vez unas pocas horas de descanso serían apropiadas."

"Sí," admitió el ministro en silencio, no haberse movido desde que apoyó la cabeza sobre sus manos. La soledad de la negrura detrás de sus ojos era un pequeño consuelo en esos tiempos, "Tienes razón, Weasely."

"Entonces permítame ayudar", el ministro levantó la vista, y para su sorpresa encontró a Percy de pie con su varita en la mano, apuntándole directamente. Cornelius Oswald Fudge se balanceó en su silla. Abrió la boca para hacer una pregunta, pero no surgió ningún sonido antes de escuchar dos palabras, "Avada Kedevra!"

Percy Weasely, o más bien el effingus sacó un cristal de su bolsillo y lo golpeó dos veces con su varita. Brillaba verde. Segundos después escuchó la alarma sonando en todo el Ministerio. Sonrió, suavemente, cortés casi. Bajo el procedimiento estándar, esto bloquearía cada piso, evitaría el movimiento dentro y fuera, a menos que tuviera la autorización adecuada. Como el ayudante principal del ministro – miró sobre la mesa al cadáver desplomado en la silla del ministro – ex ministro, tenía tanta autoridad. Una ola de su varita, y el Floo personal del ex ministro estaba abierto al exterior. Varita en la mano, salió fríamente de la oficina cuando los Mortífagos se colaron y arrastraron el cadáver. Para cuando terminara la batalla, el ministro habría sido reemplazado por un Effingus, y ninguno sería el más sabio.El asalto al Comando Auror ya estaba en pleno apogeo. Eso haría que Pius Thicknesse, su único objetivo restante, fuera fácil de encontrar. Percy entró en la oficina del Director de Aplicación de la Ley Mágica, cerró el Floo y simplemente esperó.

Pius Thicknesse corrió hacia su oficina y miró la chimenea muerta. Las piezas cayeron en su lugar, y tiró de su varita justo cuando la maldición de romperse los huesos se estrelló contra su columna vertebral, rompiéndola de arriba a abajo. Una maldición de corte rápido terminó el trabajo. Percy Weasely sonrió y regresó a su oficina, su tarea completa.