Giyuu Tomioka, un joven de 22 años que buscaba un trabajo como profesor de educación física. Logró conseguirlo en uno de los mejores institutos: Instituto Kimetsu. A simple vista parece alguien serio y poco sociable, su cabello es negro y largo, tie...
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Giyuu
Miré el cielo, estaba en tonos amarillos, naranjas y rojizos por el atardecer. Ya era hora de salida y me tocará irme más tarde por Hashibira y los otros dos.
Mi última clase fue con los de último curso de preparatoria, los cuales ya se iban. Cuando quedé solo en la cancha, me puse a pensar en que castigo debía ponerles.
Talvez les ponga a escribir una oración cincuenta veces, o sea, planas.
Me dirigí al salón de castigos, es un salón de clases normal, solo le dicen así ya que todos los que se comportan mal; terminan ahí.
Me senté en el escritorio y dejé mis cosas ahí, suspire un momento y miré el salón. Espero y si vengan, no quiero tener que molestar al director otra vez.
Al cabo de unos minutos, apareció Kamado Tanjiro solo.
— Bu-buenas tardes, Tomioka-sensei... — Me saludo al entrar,
— ¿Y tus amigos, Kamado?
— Eh... ellos, no vienen.
— ¿Por qué? Les pedí a los tres que vinieran. — Me levante mientras lo observaba, no me puedo creer que lo mandaron a él solo.
— Es que yo les dije que se fueran...
— ¡Pero les dije que vinieran aquí, a los TRES! — Lo vi sobresaltarse cuando le grité y suspiré —. Deben escucharme a mí, no a un estudiante.
— Lo siento, Tomioka-sensei. No quería que se quedarán hasta tarde aquí, yo tomo el lugar de ellos.
Lo miré seriamente y él bajó la cabeza. Me volví a sentar y me calme mentalmente. Hay que tener paciencia.
— Siéntate. — Le señalé una silla de las que estaban enfrente.
Él se sentó rápidamente y se quito su mochila.
— La idea era castigarlos a los tres, Kamado. Deberías dejar de sacrificarte por otros, no...
Me detuve un momento. Eso me hizo recordar a... Tsutako.
— ¿Tomioka-sensei..? — Kamado me llamó al ver que me quedaba en silencio, parecía confundido y algo preocupado. — ¿Está bien?
Me aclaré la garganta, mal momento para recordar eso. — Nada, no es nada... mhm, has planas como castigo. Ya te digo la oración.
