Round 2

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Aquella mañana me veía el cauchito que me estaba saliendo en la cintura, lo palpe, pellizque, expandí, metí el abdomen y me puse de todas las posiciones que pude frente al espejo.

—Pero si estoy hecha una vaca.— Me dije con cara de trauma y con el permiso de las vacas.

No había más nada que decir, aquella misma tarde me apuntaría en el gimnasio cercano al trabajo, aunque parecía más un centro de entrenamiento de artes marciales mixtas que un gimnasio.

Cuando llegue al edificio donde trabajaba me encontré a Esteban en la entrada, me preguntó por la pelea del viernes pasado, yo que hasta me había olvidado de aquello le comente empezando por la ridícula franela de mi amiga, lo horrible del lugar, los tres encuentros de la noche, el grandulón, la histeria que me dio cuando perdí a Lory y finalmente la alegría que me dio cuando la encontré.

Lo resumí todo en cuestión que alcanzara el cuento en el trayecto del ascensor, porque yo tenía una reunión temprano y no podría darle más detalle hasta el almuerzo, pero cuando la puerta del ascensor se abrió casi muero al ver el piso finamente pulido de la oficina,  inundado bajo casi dos centímetros de agua.

Dayan mi asistente corrió al verme y hablo tan rápido que solo entendí —Esta mañana...inundado...servicio de plomeros— y uní el puzle con el recuerdo del camión abajo estacionado de la compañía de servicios.

—¿Pero como había pasado aquello?— Pedí a Dayan me llevara a hablar inmediatamente con el jefe de los plomeros quien me aclaro que todo el piso estaba inundado, y que aunque había bajado un poco el agua, hasta que no se resolviera el inconveniente con la tubería principal que se había roto, estaría cerrado el paso de agua y por lo tanto la oficina.

Casi muero con aquella noticia, esa mañana recibiría a unos clientes importantísimos de un hotel lujoso que estaban construyendo en pleno centro de la ciudad, estaban interesados en ser nosotros quien decorara el lobby y otras áreas principales.

Atrase mi desmayo, ya tendría tiempo yo para que me diera el mimisqui, ahora debía llamar al cliente y reajustar la cita, para mi alegría y la de mi tensión, el cliente accedió vernos en un restaurante a unas cuantas cuadras de allí, debido a que venía en camino pero estaba atascado en el tráfico y le quedaba mejor desviarse al restaurante.

Bendecí el tráfico de aquel día, me encargue rápidamente de que Dayan se hiciera cargo de todo aquello y tome las carpetas de los proyectos que tenía pendiente en mi oficina, y tratando de no mojarme demasiado en el camino, salí corriendo de allí directo a mi reunión.

Iba como loca al volante tratando de esquivar cuanto carro se me colara delante, debía llegar temprano a ese restaurante aunque me costara el motor. Aunque fue una tarea titánica conseguir donde aparcar, logre hacerme un puesto, algo lejos, tuve que literalmente correr para acortar la distancia, cuando llegue a la entrada del restaurante pude ver al cliente sentándose en una mesa del otro extremo del local.

—Bien— pensé, acaba de llegar, me trate de peinar y echar aire con la mano para no verme sudada y ya cuando me calme me dispuse a abrir la puerta del restaurant.

Algo crujió y se me doblo el pie, gracias al pasamano no me caí de culo, me levante lo más rápido que pude, rogando de que nadie me fuera visto, pero lo había hecho en toda la entrada del lugar y las mesas más cercanas se llevaron un show en primera fila.

Un mesero se acercó a ayudarme, humilladamente le dije que me encontraba bien y le agradecí por el gesto mientras intentaba recuperar la compostura, mire a donde estaba sentada mi cliente pero el parecía perdido en el menú por lo que no había visto mi desastrosa entrada.

Amor entre cuerdasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora