Había un tomate gigante corriendo detrás de mí en lo que parecía ser un laberinto. Yo corría desesperada pero por más que intentara correr más rápido mis piernas parecían ir en cámara lenta y poco a poco el tomate me ganaba terreno, al cruzar una esquina divise rápidamente una puerta, me devolví y tome el pasillo que daba a aquella dirección con el tomate a escasos metros de mí, podía sentirlo ya cerca.
Corrí desesperada con el corazón desbocado hasta la puerta y una vez que la abrí me precipite adentro cerrándola con la mayor brevedad que pude detrás de mí, mire la puerta despavorida con miedo de ser abierta por aquella monstruosa fruta y ser devorada en segundos, pero nada de eso paso, por el contrario solo comencé a oír a mi espalda murmullos y risas ,al entrar tan rápido a la habitación no me había percatado de donde me encontraba, me gire lentamente y pude ver lo que parecía ser un bar lleno de hombres que me miraban desde la comodidad de sus mesas, fumando cigarrillos y tomando tragos. Alan estaba entre la multitud, fumándose un habano con La bestia, aquel sujeto horrendo de la pelea, unas mesas más atrás estaba mi madre coqueteando con Esteban (el de archivos), en su mesa también estaba sentado el mesero del café al que fuimos el otro día, Lory estaba cómodamente en sus piernas sonriendo como tonta, yo estaba pasmada.
—¿Qué hacen todos ustedes aquí?.
Pregunté y por un segundo fui el centro de atención, poco a poco comenzaron a subir los murmullos y la gente comenzó a señalarme y reírse de mí.
—¿Pero qué coño le pasa a todos?.
Grite más nerviosa y entonces cuando me eche una mirada encima me di cuenta que estaba totalmente desnuda.
—¡Madre mía!— dije muerta de la vergüenza mientras me cubría como podía con la cortina del escenario donde estaba parada.
En ese momento el escenario comenzó a crecer y a crecer y entonces todo comenzó a girar a mi alrededor y el escenario se volvió demasiado grande y yo demasiado pequeña y todos comenzaron a arrojarme tomates, eran realmente pesados se sentían como rocas contra mi piel pues eran inmensos y yo era tan pequeña, podía ver a la gente en sus mesas riendo y lanzándome más tomates ahogándome en una pasta roja, yo trate de esquivarlos pero corría muy lento y pronto fui arrastrada por un tomatazo que me dejo aplastada de largo a largo en el suelo. Había muerto por un tomate.
O eso creía yo, cuando volví a la realidad, un montón de ojos me veían como si fuera la cosa más rara del mundo. Inmediatamente me cubrí el rosto mientras suplicaba que me dejaran en paz, entonces escuche la voz de Alan pidiéndole a todos que se alejaran unos pasos y me dejaran tomar aire.
—¿Avril te encuentras bien? Soy yo Alan, no voy a hacerte daño.
Poco a poco baje mis manos, y pude ver la preocupada mirada de Alan a escasos centímetros de mí.
—¿Puedes verme bien? —Dijo mientras movía una mano frente a mi cara.
Yo asentí con la cabeza y en ese momento exploto un dolor pulsante a un lado del rostro, me di cuenta que sentía la cara inflamada y no podía abrir completamente el ojo izquierdo.
—Haber, sigue con los ojos mi dedo.
Me dijo mientras movía su dedo índice de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo como si me echara la bendición.
—Bien, ahora intentare girarte lentamente el cuello, avísame por favor si sientes algún dolor o puntada.
Sentí sus manos a ambos extremos de mi cuello tomándome fijamente por los costados y la nuca, poco a poco comenzó a girarme la cabeza de un lado al otro lado pero yo no sentía nada allí, solo el dolor pulsante del rostro.
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Amor entre cuerdas
RomanceAvril es una diseñadora de interiores con una vida lo que ella consideraría lo bastante normal, pero todo parece ponerse patas arribas desde que asiste a una pelea ilegal de boxeo donde conoce a un boxeador llamado Alan, por el cual se siente atraíd...