Round 10

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Abrió y cerró la boca sin saber qué decir.

Por sus ojos pasaron en caravana diversas emociones desde la sorpresa, la confusión y finalmente la duda. Me adelante para ahorrarle un derrame cerebral agregando...

—Si. Hace muchos años me casé. Pero no, no estamos juntos. Ya nos separamos, o nos divorciamos... o enviude?. Aunque legalmente nunca estuve casada...— A esas alturas me había dado cuenta que mientras más aclaraba, más oscurecía, así que preferí terminar mi extraña explicación con un...— es una larga historia, vamos por unos tragos y te la cuento.

Definitivamente Alan estuvo de acuerdo en irnos y dejar por el momento el tema en pausa.

La mayor parte del viaje la pasamos en silencio, él parecía distraído y nervioso, lo que me hizo sentir culpable, pensando que posiblemente el motivo de su extraño comportamiento se debía a aquella terrible forma de informarle que la persona con la que estaba saliendo tiene un ex esposo que ha vuelto de más allá.

Empecemos con el simple hecho de no saber ni siquiera a esas alturas si realmente estábamos saliendo o tan sólo era un asunto de una noche por los efectos del alcohol y la adrenalina del momento.

¿Por qué no hay un manual de estas cosas cuando más se le necesita?, sobre todo a estas alturas de la vida donde uno no está para perder el tiempo con cualquiera.

Mientras me devoraba los sesos con mis propias preocupaciones, llegamos finalmente a nuestro destino.

No me di cuenta hasta que estábamos allí que nos encontrábamos en una de las zonas más costosas de la ciudad, en unos de los restaurantes con mayor renombre.

De esos donde hasta el hecho de respirar, era anexado como un ítem más a la cuenta.

Lo sabía de primera mano porque en más de una oportunidad había llevado a prestigiosas clientes a lugares como aquel para cerrar negocios.

Para ser honesta, y sin ánimos de ofender. Nunca me imaginé que este fuera el tipo de lugares donde le gustará ir a personas como Alan. No era para nada su estilo.

Pero ya ven como son las personas, nunca terminas de conocerlas. Te casas con ellos después de tres años de relación pensando que son más santos que Juan Pablo II y terminan siendo tu peor pesadilla.

Nos atendió un caballero vestido con un traje formal, quien nos pidió los datos para validar la reserva.

¿Reserva? pensé. Este era el tipo de lugares que solo podías ingresar si eras socio o tenías previa reserva. En ese caso, o Alan tenía muy buenos contactos o conocía a alguien que sí los tenía.

—Sr. Krause, mesa para tres. Acompañenme por favor. Contestó el host y acto seguido hizo ademán para que les siguiéramos.

No tuve que esperar mucho tiempo para enterarme quién era el tercero de la discordia, o mejor dicho, la tercera.

Cuando ingresamos a la zona VIP, pude visualizar la única mesa en la que estaba sentada una elegante mujer, entallada de pies a cabeza en ropa de marca de lujo.

Estaba de frente a nosotros pero parecía distraída bebiendo de una burbujeante copa de champagne la cual sostenía con una mano de impecable manicura.

Era rubia, de esas que sabes que no es su color natural pero que gastan tanto dinero en mantenimiento que hasta el cuero cabelludo comienza a dudarlo. Tenía una melena abundante y larga. Los labios carnosos y rojos. Pómulos prominentes y pestañas tan largas que cada vez que parpadeaba podía jurar que sentía una corriente de aire abanicarme.

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⏰ Última actualización: Sep 09 ⏰

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