La cabeza me daba mil vueltas. Me sentía mareado y con unas inmensas ganas de vomitar.
Estaba muy confundido, hace un momento estaba en casa, a punto de morir y ahora estaba...
Sintiendo la textura áspera de la tierra en contacto con mis manos y el olor a humus y hierba fresca lleno mis pulmones. Abrí los ojos y me lleve una linda sorpresa cuando no me vi en mí en el comedor de mí casa.
Me encontraba recostado sobre un largo camino de tierra, la cuál le cubría una manta de hojas secas.
Por alguna extraña razón el pecho no me dolía. Recordaba precisamente como tenía algo pesado arriba mío, estaba muriendo o eso había escuchado en mí delirio místico.
Me levanté todo desesperado, lo que fuese que me había pasado solo se había desvaneció, ya no existía.
Respiraba con normalidad, el aire entraba y salía bien, ya no sentía esa picazón y ese fuego en los pulmones.
Tal vez fuese algo mágico o no, pero seguía con vida y lo agradecía.
Lo último que se me viene a la cabeza es ver cómo el techo de mí casa se desplomaba encima mío.
Mire a mi alrededor, estaba solo.
No veía por ningún lado a Calix, ni a los demás, estaba completamente solo, tenía que encontrar la salida cuanto antes, ya que sentía como de a poco los árboles a mí alrededor me iban absorbiendo. Eran altos y no se llegaba a ver bien mas allá de ellos.
Debía encontrar a alguien y pedirle que me ayude.
Entonces corrí, primero trote y después fui agarrando más velocidad.
Por varios minutos solo vi árboles y un poco de flores que crecían de ellos. El piso se mantenía igual, hojas secas las cuales crujían con cada pisada mía.
No había rastro de nadie por ningún lado. No sé veían casas ni a nadie. Me detuve tomando aire, con la cabeza gacha.¿Cómo había llegado hasta este punto? Era tan extraño este lugar.
Pero no me importo si me pasaba algo, si me perdía en aquel lugar y nadie jamás me podría encontrar, no tenía otra opción más que seguir corriendo.
Las piernas me ardían, hasta sentí como si quisiera agarrarme un calambre, mierda tenía que relajarme un poco, si no, no llegaría muy lejos.
Parecía algo interminable, un chiste de mal gusto.
Lo único que por lo menos agradecía, fue que era de día, y si prestabas atención llegabas a escuchar varios ruidos raros provenientes de la vegetación. Tal vez podría defenderme si algo le apetecía aparecer de la nada y atacarme.
Ya me estaba hartando, cuando a lo lejos llegué a ver unas líneas negras, con lo que parecía ser un poste marrón.
Llegué a rastras a lo que resultó ser un cartel de bienvenida.
Levanté los ojos como pude y visualice unas palabras: "Bienvenido a Summer. Reino de la prosperidad".
Parecía increíble y loco, pero mire para atrás y solo había hecho diez pasos.
Era enserio, creía haber estado por horas corriendo en aquel camino. Pero por alguna extraña razón todo fue cosa de mí ¿Mente?
No sé, por el momento solo podía pensar en la sed que tenía, parecía que venía de la carrera más larga de toda mí vida y de haber estado por horas en Egipto.
Como pude me recosté en aquel cartel gigante, en el cual mí espalda entraba perfecta en el respaldo. Con las piernas abiertas, la cabeza colgando y los ojos por el piso, grite por ayuda urgente.
Aunque el lugar parecía desolado, ni un alma por aquel ambiente.
Pero de pronto lo escuché muy perfecto el crujir de unas botas, el pisar sobre un camino de grava. Parecían varios, pero no tenía la suficiente fuerza para defenderme, solo seguí ahí tirado. No podía ser algo mucho peor que esto.
Y cuando todo parecía devorarme con la oscuridad, unas sombras se proyectaron delante mio, eran dos. Parecían personas, como yo, no como Calix y sus compañeros.—Ayuda, por favor-rr —fue lo único que llegue a decir, con la voz ronca y toda la lengua seca.
—Avisen que acaba de llegar —dijo uno.
Y de repente, un dolor increíble que jamás experimente, se hizo presente en mí cabeza, lo cual me dejó en shock y tumbado en el piso.
Desperté a las horas con un paño húmedo en la cabeza. Desconcertado no sabía dónde me encontraba, mire hacia mis costados, había muchas personas.
Me di cuenta que a mí costado estaba lo que parecía ser una doctora, con su bata blanca y una camisa por debajo.
¿Me habían dejado en un hospital? Podría haber sido, pero al parecer solo era una sala común, con algunas camas en las cuales descansaban algunas personas.
Parecía ser que solo simulaba ser un hospital real.
ESTÁS LEYENDO
El Hijo Perdido
FantasíaLa vida de Charly cambia completamente al regresar a su casa esa noche. Sucesos extraños y aterradores comienzan a ocurrir y se encuentra atrapado en una red de engaños e incertidumbres. Obligado a emprender un largo viaje, desde las calles de Argen...