Día 9. Infidelidad

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—¡¿Por qué?! ¡Dime, gordo! ¡¿Por qué me engañaste?! ¡¿Desde cuándo-

Los hombres forcejeaban con él con todas sus fuerzas, ya casi lo sacaban a rastras, pero él no les pondría las cosas tan fáciles. Se agarraba de todo lo que podía y se tiraba al suelo en cuanto observaba que casi traspasaba las puertas dobles.

—Lo admito, llevamos saliendo un tiempo... Suéltenlo, no hay problema en que se quede —respondió, molesto, sin voltear su silla giratoria para verlo.

Solo observaba el paisaje del jardín delantero, en un aire taciturno, y con la mirada perdida en algún punto fijo de los árboles, mientras fumaba un cigarrillo. El agarre de los guardias lo fue soltando de a poco, hasta que salieron, disculpándose, y dejándolos solos.

La amplia oficina quedó en completa quietud. El único ruido que rompía esa densa tensión era la respiración agitada de Kyle y el sonido de sus ropas al alisarlas. Había corrido una maratón, esquivando hombres trajeados de negro y guardias de seguridad hasta que encontró a Eric y al final casi lo echaban, sino fuera por su intervención.

Miró el sitio de forma rápida. Había muchos libros de ingeniería; fotos de Cartman y Kenny en convenciones o saludando a grandes inversores; también observó fotos de esa chica de cabello castaño cenizo en el escritorio principal; en un rincón había piezas sueltas, de color bronce, y herramientas esparcidas por el piso alfombrado; de igual forma tenía un mueble personal lleno de licores, así como un acuario que abarcaba la mitad de una pared.

Esa es la oficina que ambos soñaron tener algún día... y, pues, ese día por fin llegó, pero por sus circunstancias, Kyle ya no estaba incluido en esos planes.

Él apenas logró entrar a la fuerza al edificio de esa compañía naciente de la que Cartman estaba a cargo desde hace un buen tiempo. Los guardaespaldas siempre lo detenían antes de siquiera pasar la recepción y su asistente tampoco le pasaba las llamadas. Sin embargo, gracias a la ayuda infraganti de Kenny, pudo burlar la seguridad y por fin retomar la discusión que dejaron pendiente, en el que Kyle le preguntó sobre su futuro juntos, de la cual no obtuvo respuesta en su momento, pero quizás ahora sí las tendría.

La verdad es que, a partir de la noticia de la convención, en el que vio cómo el castaño salía con la jefa de aquella compañía de componentes y hardwares más importantes del país, Cartman lo evitó durante un buen tiempo, quizás meses.

Dejó de contestar sus llamadas, sus mensajes y ni lo dejaba visitar su sitio de trabajo para verlo e intentar aclarar las cosas.

—Ahora sí me recibes y me tratas "amablemente" —habló con un sentimiento de rencor en su tono.

—Estaba ocupado —respondió, sin más, en una voz monótona que a Kyle le parecía irritable.

Sólo miró cómo el humo de su boca se desvanecía en el ambiente.

—Ja, ¿ocupado? ¿Tan ocupado que te casarás? Lo supe esta mañana, todos los periódicos hablan de eso —sacó el artículo recortado y lo tiró al piso—. Felicidades —dijo en un tono irónico—. Lo que no hiciste conmigo lo hiciste con alguien más.

—¿Y qué quieres que haga? Necesito liderar esta compañía, llevarla hacia el futuro.

—¡¿No se suponía que ambos estábamos en ese futuro?! —gritó, cansado de ser apartado, ignorado. Su voz se resquebrajó un poco y parpadeó varias veces evitando las lágrimas—. Cartman, ¿qué es lo que cambió en nosotros? —tragó saliva.

—No lo entenderías-

—¡¿Qué es lo que no entendería?! —azotó ambas manos en el escritorio—. Si fueras claro desde el principio, nos evitaríamos todo este estúpido drama. Pero, no, a ti siempre te ha gustado ser el centro de atención y resulta que te hiciste "hetero" de la nada —rió amargamente al decirlo—. ¿Que acaso todos estos años no fueron nada para ti?

Eric contuvo el aliento. Kyle, sin dejarlo siquiera sopesar la respuesta, prosiguió.

—Desde que salimos de South Park nos prometimos cosas, dejamos de lado otras... Invertí parte de mi vida por ti, todo para alcanzar este sueño —señaló con la mano extendida el sitio—. ¿Cuándo fue que dejaste de quererme? —Carraspeó—. ¿Por qué, Cartman? ¿Hice algo mal? ¿Por qué ella y no yo?

No hubo ninguna respuesta por parte del castaño. En un tiempo bastante largo para Kyle que sintió como horas. Su corazón latía ansioso por saber, de escuchar de su propia boca aquellas respuestas de las preguntas tan dolorosas que no dejaban de rondar en su mente y corazón.

«¿Por qué? ¿Qué sucedió? ¿Desde cuándo? —esas que no lo dejaban en paz».

—¡Cartman! Respóndeme, ¡vamos!

Se desesperó aún más al ver que no volteaba a verlo, seguía fumando ese maldito cigarrillo. Ignorándolo, igual que a un loco. Golpeó la mesa con sus puños y fue hasta su silla giratoria para hacerlo voltear a la fuerza. Por fin podría escudriñar ese rostro y romper la máscara que construyó desde que ambos se "separaron".

***

El sonido del teléfono fijo en la planta baja lo despertó. El sol entraba por un resquicio de la cortina y Abby ya no estaba durmiendo a su lado. Observó la hora de su celular y se dio cuenta de que ya eran las diez de la mañana.

«Otra vez soñé con ese día —se talló el ojo al pensarlo. El recuerdo aún se reproducía como una película en su mente—. ¿Cuándo me dejará en paz?».

—Una llamada para usted, señor —observó a Awesomo entrando por la puerta de su habitación, con el teléfono en su mano robótica.

—¿Dónde está Abby? —cuestionó tomando el dispositivo y checando el número en la pantalla. Se dio cuenta de que no lo tenía registrado.

—Está abajo con Elijah, señor, estábamos por hacer panqueques.

La sola mención de aquella comida le revolvió el estómago.

—Gracias, Awesomo, puedes retirarte —dijo, evitando una arcada.

—A la orden.

En cuanto vio que se daba la vuelta, contestó a quién sea que estuviera del otro lado de la línea.

—¿Diga?

—¿Hola, señor Broflovski? Hablamos del banco XXXX. Necesitamos unos minutos de su tiempo para hablar con usted, por favor.

AWESOM-O (CARTYLE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora