Día 11. Abuso

48 11 2
                                    

⚠️ Advertencia ⚠️

Se describe el intento de abuso sexual hacia un personaje. Se recomienda discreción y saltarse el capítulo si este tipo de temas son sensibles para ustedes. Por supuesto no se busca romantizar este tipo de actos en la vida real y, se recuerda, que esto es mera ficción.


--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------



Se desesperó aún más al ver que seguía fumando ese maldito cigarrillo. Ignorándolo, igual que a un loco. Golpeó la mesa con sus puños y fue hasta su silla giratoria para hacerlo voltear a la fuerza. Por fin podría escudriñar ese rostro y romper la máscara que construyó desde que ambos se "separaron".

Giró la silla bruscamente, pero al instante se arrepintió.

Los ojos avellanas de Cartman lo miraron de una manera fría, no parecía haber ningún rastro de arrepentimiento o siquiera de sorpresa. Su rostro imperturbable, le confirmó en lo más profundo de su corazón lo que no quería admitirse a sí mismo.

—Las cosas cambian, Kyle. Yo también, Kenny igual, incluso el estúpido de Stan, carajo —se levantó, apartándolo de un empujón—. Tú eres el único que aún se aferra a ese maldito pasado...

Frunció sus cejas temblorosas, el nudo en la garganta amenazaba con estallar.

—Pero, tú... —su voz trémula no lo dejó continuar.

—No era feliz, Khal. Esa es la verdad —caminó hasta la entrada, por lo menos le abriría la puerta antes de despedirlo.

—No... no, ¡no te creo! —corrió rápido a su dirección, tomándolo por detrás del saco—. Tantas noches que pasamos juntos, tus declaraciones, nuestras promesas, ¡¿de verdad todo fue mentira?! ¡¿Nunca fuiste feliz?! ¡¿En serio esa es tu excusa?! —rió, controlando las lágrimas—. No te creo nada. Siempre fuiste bueno mintiendo, Cartman, pero eso no funcionará conmigo. Nunca ha funcionado conmigo. ¡Te conozco mejor que nadie!

—Ja, claro, Khal. Como siempre haciéndote el que todo lo sabe. ¡Pues, creélo, judío! Todas esas noches no fueron nada para mí. No significaste nada para mí.

La expresión del robusto ahora era de completo desprecio. Kyle sintió su respiración más pesada y como si todo aquello fuera un simple sueño, una realidad falsa que amenazaba con asfixiarlo. ¿Qué fue lo que sucedió con él? Nunca lo trató así, ni siquiera cuando eran niños. ¿Qué fue lo que hizo para que Cartman lo odiara de esa manera? ¿De verdad todo terminaría así entre ellos?

—¿Por qué sigues de terco, aferrándote a mí? —habló el castaño, furioso. Sujetó con fuerza la muñeca de Kyle y lo devolvió a rastras hasta el escritorio.

—¡Oye, ¿qué estás-? ¡Me lastimas!

—No te hagas el tonto, Khal, sé lo que quieres —de un movimiento lo puso contra la mesa, dejando al descubierto su trasero e inmovilizando ambas manos detrás de su espalda—. ¿Acaso no quieres irte después de continuar esa "noche" pendiente?

El susurro de Cartman en su oído lo hizo estremecer de temor. Un escalofrío recorrió su espalda y su piel se hizo de gallina. No entendía ese abrupto cambio de actitud y el modo tan brusco en que ahora lo estaba tratando... no le gustaba cómo es que la situación comenzaba a escalar.

—¿De qué diablos hablas? —forcejeó, intentando zafarse.

—¿Ya no lo recuerdas? Cuando me fui a Japón, te veías bastante necesitado... —lamió su cuello y mordió el lóbulo de su oreja al mencionarlo—. ¿Quieres que cumpla tu deseo?

—¡No! ¡Cartman!

Sintió cómo de a poco el castaño lo besaba y bajaba la bragueta de su pantalón, tocándolo por encima de su boxer. Kyle buscaba algún modo de resistirse, de liberarse y huir, pero el peso de su ex pareja sobre él se lo impedía. Definitivamente, no quería esto. Cartman ya no era el mismo, ya no era el que conocía.

Las caricias forzosas, los besos y mordidas bruscas en su cuello le dolían en lo más profundo de su ser, pero, principalmente, un sentimiento de repulsión lo invadió. Quería apartarlo, alejarlo de sí.

—¡Basta, déjame!

Con toda la fuerza que pudo reunir, logró zafar su brazo derecho y, antes de que pudiera hacer algo más, le dio un puñetazo en toda la mejilla izquierda, alejándolo a trompicones de su persona. Kyle hiperventiló al verse libre, tragando saliva y las lágrimas ya corrían por sus carrillos. Sin embargo, el robusto no parecía tener ningún tipo de reacción en su rostro. Se recompuso, alisando sus ropas y no haciendo caso del enrojecimiento e hinchazón de su mejilla.

—Yo nunca quise esto de ti... —bisbiseó, Kyle, no sabiendo qué hacer a continuación ni a dónde ir. El shock le impedía moverse.

Sus iris esmeraldas se movían frenéticos en las cuencas de sus ojos.

Unos leves toquidos en la puerta se dejaron escuchar y el rechinido de la puerta al abrirse. Kyle dio la espalda a la puerta, apoyando las manos en el escritorio, y a quien sea que se haya atrevido a meterse a la oficina. No quería que lo vieran en ese estado.

—Cariño, ¿está todo bien? Escuché que alzaron la voz.

Abrió los ojos levemente al escuchar la voz femenina. Era Heidi, la prometida de Cartman.

—Seguro, amor. Solo es un cliente molesto —respondió, acompañándola.

—Pero, Dios mío, ¿qué te pasó en tu rostro? ¿Estás bien? —mencionó la chica, preocupada, tocando suavemente la mejilla de Cartman.

—Estoy bien, no te preocupes —sonrió, yendo hasta el pasillo con ella. Antes de cerrar la puerta, se dirigió una última vez a él—. Oh, se me olvidaba, cuando te vayas dile a Kenny que no es necesario ir por mis cosas, si quiere puede tirarlas.

Cuando escuchó el pestillo cerrarse, no supo cuánto tiempo estuvo todavía ahí dentro. Aún de pie y escuchando su propia respiración, de vez en cuando limpiando los sendos ríos de lágrimas que caían por su mentón; ya estaba roto, Cartman lo había roto sin ningún tipo de compasión.

En un arranque de ira, empezó a destrozar, a tirar y a romper lo que estuviera a su paso. Rompió el marco de las fotos, arrancó las plantas de las macetas, regando la tierra alrededor, y rasgó todos los papeles que parecían importantes y estaban guardados en los cajones del escritorio. Además de tirar los licores en la inmaculada alfombra, incluso se robó un par.

Eso era lo mínimo que el castaño podía recibir de vuelta, por todos los años que le hizo perder en esa absurda relación.

No pudo terminar con esa efímero acto de venganza, porque al instante los guardaespaldas lo sacaron a rastras del lugar. Quisieron demandarlo y llevarlo ante la policía, pero, al parecer, Cartman les impidió aquello con una simple llamada.

Ese día no pudo llegar al departamento, ni los meses siguientes en realidad. Ya no sabía qué hacer con su vida.

***

—¡Oye, Kyle!, ¡Kyle!

Cuando abrió los ojos estaba en un lugar desconocido. Escuchaba múltiples voces a su alrededor y lo que parecía ser el ruido de una ambulancia. Frente a él, creyó ver a Stanley, su mejor amigo.

—Estarás bien, amigo. Lo prometo.

No pudo oír más, porque volvió a su estado de inconsciencia. En ese sueño profundo que lo mantenía constantemente en el pasado, del que aún no podía reconciliarse.

AWESOM-O (CARTYLE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora