14

297 35 3
                                    

Con desconcierto y con una cierta expresión que tenía bastantes dudas al tener a un hombre consigo, que parecía conocerlo, no pudo evitar sentir curiosidad por ese hecho. Extrañamente, su presencia, no pudo evitar sentirla familiar. Su agarre sobre el albino, aumentó, para poder dejarlo inmóvil, pero tampoco aplicó tanta fuerza para poder dejarlo inconsciente.

- ¡Cof, cof! ¡Reo! - Oponía resistencia en su agarre, su voz no podía ser claramente escuchada al ser sofocada de esta manera -

Con cierta desconfianza, reo lo soltó, sin olvidar que lo empujó para que cayera al suelo.

Abrumado al chocar con tal fuerza al suelo, recompuso su postura.
Sus ojos reaccionaron como un hábito que nunca olvidaron, sus orbes grisáceos, se dirigieron a mirar encantados a reo. Ah, realmente no había cambiado casi nada, era bastante igual de como lo recordaba. Sus cabellos cortos morados seguían estando igual de hermosos como cuidados, al igual que sus ojos violetas, que tanto anhelaba, y ahora le miraban con cierta desconfianza, por su repentina presencia. Su complexión física seguía siendo la misma, pero sin olvidar los pequeños detalles, como las severas cicatrices de sus brazos, su ropa que extrañamente no se encontraba tan descuidada, pero tampoco estaba al punto del desgaste. Ahora mismo, antes de que lo tirará bruscamente al suelo, había tomado su espada, sacándolo de su funda, para tenerlo acorralado con aquella filosa y peligrosa espada que estaba a pocos centímetros tocar su garganta, que se encontraba enrojecida por la fuerza que había aplicado el alfa peli morado sobre él.
Ignorando ese hecho, de que podría ser asesinado en cualquier segundo. Sus ojos, por primera vez, después de cinco años separados, transmitían felicidad y emoción al verlo otra vez. Todas las noches y días que secretamente lo buscaba desesperadamente, no habían sido casi en vano, reo, finalmente estaba en frente suyo. Probablemente no como las circunstancias que había soñado, literalmente, pero el punto, es que después de un largo tiempo volvía a verlo.

- ¿Quién eres? -

Y para su mala suerte, parecía no recordarlo.
- Reo...

Atónito, como embobado, solo podía decir su nombre.

- ¡Responde mi pregunta! - Con imponencia gritó amenazante -

Nagi solo pensó.

- ¿Está bien que le diga que soy actualmente rey, del que antes era un simple príncipe? No. Ni si quiera parece recordarme - Negó con la cabeza para si mismo - Solo soy un simple guardia de un castillo que entrenaba por aquí - Mintió descaradamente -

- Entonces... quiero que me expliques ¿De dónde me conoces? Juzgando por tu expresión, no es la primera vez que me has visto - Arqueó la ceja con duda -

- Ah.. - Titubeó, sin saber que responder, aunque mentirle tampoco ganaría nada -

Incluso antes de que pudiera responder, se vieron interrumpidos por una voz familiar acercándose cada vez más, exactamente igual para reo, sin saber que hacer, por miedo a que lo siguieran y que descubrieran dónde se habitaba su pequeño pueblo, dejó caer aquella espada que parecía filosa a simple vista, dejando varado a nagi en el suelo desapareciendo rápidamente de su vista.

𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞 𝐀𝐧 𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧/ 𝑁𝑎𝑔𝑖𝑟𝑒𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora