—¿Estás segura que quieres hacer esto, Jennie? —Terrie hizo una pausa frente al armario, su mano buscando dentro mientras miraba sobre su hombro y encontraba la mirada de Jennie.
Jennie rechazó acobardarse o comportarse como una gallina. Esto era el resto de su vida. No era un esquema, ni un juego, esto no era una pequeña estimulante aventura. Era la ruptura final con un pasado que nunca debería haberle afectado del modo en que lo había hecho.
—Estoy segura —asintió con la cabeza firmemente. Lo estaba. Segura.
Hasta que Terrie sacó la ropa del armario.Plástico transparente protegía las prendas y no escondía nada a la vista. Eran inocentes. Una simple falda roja que hubiera llegado a las rodillas de Jennie cuando era mucho más joven pero que llegaría a medio muslo ahora. Una camisa de algodón blanca de manga corta. El uniforme de colegio de una muchacha católica muy propia. Pulsó una cuerda de miedo en su pecho tan fuerte que ella casi tembló ante su visión.
Sólo eran ropas, se dijo siendo realista, pero sabía que su subconsciente lo veía como mucho más. Terrie dejó el conjunto en la cama. Tenía más de diez años y debería encajar en lo que Jennie requería. Tenía que exorcizar los fantasmas que las buenas monjas de la academia habían colocado en su interior, y ¿qué mejor manera de hacerlo que dando ese primer paso hacia su nueva vida vestida como la persona que había sido tanto tiempo atrás?
—Será más corto —advirtió Terrie—. Y más cómodo. Pero debería quedarte bien.
Jennie tragó fuertemente. —Servirá perfectamente.
Contempló la ropa extendida como si fuera una serpiente, enrollada y lista para atacar. Desde muchos puntos de vista lo era.
—No tienes por que hacer esto —dijo Terrie—. Sabes que Lisa y Chaeyoung te aman…
—No es por Lisa y Chaeyoung —ella sacudió su cabeza despacio, todavía contemplando las inocentes prendas de vestir—. Es por mí. Necesito medias blancas. De esas que quedan justo sobre la rodilla —le dijo a su amiga ligeramente—. ¿Tienes zapatos que sirvan? No me atrevo a volver todavía al apartamento.
—Tengo todo lo que necesitas —Terrie asintió mientras pasaba su mano sobre el plástico—. Hubiera deseado que hubiéramos estudiado juntas.
Quizá podría haberte hecho las cosas más fáciles.Jennie sacudió su cabeza un poco. Nada podría haberlo hecho más fácil; nada podría haber cambiado a los padres que nunca supieron amar a la niña salvaje a la que habían dado a luz.
—Esto realmente no debería ser un asunto tan grande —Jennie dijo suavemente—. Soy una mujer adulta, Terrie. No una niña. Debería haber afrontado esto hace tiempo. No sé por qué he luchado tanto.
—Quizá porque nada mereció el riesgo hasta ahora —sugirió Terrie suavemente—. Has cambiado desde que vas a la oficina de Lisa. Te pareces a esta llama brillante; donde ante una vez brillaste, ahora resplandeces.
El amor te cambia. Te lo dije antes. Quizá, Lisa y Chaeyoung simplemente te dieron la fuerza que necesitabas para afrontarlo.Jennie sonrió casi burlonamente. ¿Era verdad? En ese momento, ella no tenía ni idea. Todo lo que sabía era que de repente nada más importaba que el cambio de curso que su vida había tomado.
El vacío y frío apartamento. La vida sin amor. El escalofrío que sintió cuando la oscuridad cayó y ella se dió cuenta de lo vacía que estaba su cama. Cuando se dio cuenta de que sólo podía visionar a dos mujeres dentro de esa cama con ella.
Lisa y Chaeyoung.
—¿Ellas estarán allí esta noche? —preguntó a Terrie rápidamente para evitar contestar a su anterior declaración. Terrie asintió con la cabeza, una sonrisa de conspiración cruzando sus labios.
—Hablé con Jessy hace unos minutos. Se juntará con ellas para tomar unas copas esta tarde después del trabajo. Ha estado haciendo esto mucho últimamente —frunció el ceño—. ¿Qué demonios hacen ellas allí de todos modos?
—¿Joden a las esposas de otras? —le preguntó Jennie con una sonrisa divertida—. Según tengo entendido, las Troyanas casadas sólo pueden joder a sus propias mujeres allí, nunca a las de los demás. Reglas de la casa —puso sus ojos en blanco ante ese pensamiento.
No es que ella quisiera que Lisa y Chae tocaran alguna vez a otra mujer.
Ella tendría que cometer un asesinato si aquello alguna vez ocurría, pero la regla parecía diseñada para mantener a las miembros casadas en un estado constante de lujuria mientras estaban dentro de las sagradas estancias de su apreciado club.Terrie resopló ante aquel pensamiento.
—Mejor que Jessy nunca sugiera tal cosa. Creo que ni ella misma podría soportarlo.
—¿Ella ya no te comparte? —Jennie sabía que estaba retrasando desesperadamente el momento de descubrir ese maldito uniforme.
Terrie frunció el ceño.
—No desde hace un tiempo, amenaza con... —ella se encogió de hombros— parece disfrutar de ello. Pero supongo que ha estado ocupada…—su voz se disipó.
—Consiguen satisfacerse, te lo dije —Jennie la advirtió distantemente.
—Hmm. Ya veremos —dijo Terrie pensativamente, aunque sus ojos brillaban con la luz de la batalla.
Otro punto para Jennie contra Jessy, ella rió silenciosamente. De momento, ella estaba por delante en el marcador y Jessy estaba muy, muy lejos.
—¿Jennie? —la voz tranquila de Terrie hizo que desviara su mirada hacia el uniforme, y luego de vuelta hacia su amiga. Terrie la miraba con un ápice de compasión, de preocupación.
Jennie podía ver la preocupación en sus ojos ahora, el conocimiento de que ella tenía que juntar valor incluso para tocar la ropa, por no hablar de ponérsela.
—Realmente debo amarlas —Jennie reflexionó con una pequeña sonrisa humilde—. Porque sólo el amor puede hacer que me ponga estas ropas —alzó la vista a Terrie, arqueando su ceja en tono burlón—. ¿Qué hacemos si me arrancan la ropa?
Terrie se encogió de hombros con indiferencia. —Yo lo consideraría un sacrificio digno entonces —se rió—. El uniforme no me importa particularmente. Quémalo cuando ya lo hayas utilizado para lo que lo necesites. Considéralo un regalo de boda.
Regalo de boda.Jennie trago fuertemente. —Sólo un paso por vez por ahora —aspiró profundamente y con fuerza—.
Un solo paso lento por vez por ahora.
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𝐏𝐄𝐑𝐕𝐄𝐑𝐒𝐀𝐒 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒||𝚟𝚎𝚛𝚜𝚒ó𝚗 𝙶!𝙿
FanfictionEl control lo ha significado todo para Jennie Kim. Control de la oficina que ha dirigido como secretaria de Jesse Wyman, y ahora también control de la oficina de Lalisa Manoban. Pero Lalisa no está satisfecha con ser controlada por su ardiente secre...