🖤​FRAGMENTO 1🖤​

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Disparador: lotería, radiador y pintauñas

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Disparador: lotería, radiador y pintauñas.

Escrito por: alotroladodelmar

Fragmento:

—Tenemos que hablar.

La frase retumbó en el interior del coche como un trueno. Nunca en la historia de la humanidad esas tres palabras habían significado nada bueno.

Ella desvió la mirada de su mano y del bote de esmalte con que se barnizaba una uña.

—¿De qué?

Él reprimió una sonrisa de triunfo. Al fin había conseguido atraer su atención.

—De nosotros.

—¿Qué pasa con nosotros? Todo va genial.

Él inspiró profundamente antes de alargar su mano hacia la de la mujer. Necesitaba sentir el tacto de su piel para tomar la decisión correcta, y es que su corazón le decía una cosa aunque su cabeza llevara meses gritándole algo muy distinto.

Ella lo apartó de un codazo.

—Pero... ¡¿qué haces?! ¿No ves que casi me tiras el pintauñas?

Nervioso, se apartó bruscamente de ella.

—Lo siento... Yo...

—¡Yo, yo, yo! ¡Siempre con el "yo" en la boca! ¿Podrías por una vez dejar de pensar en ti y mirar un poco más por mí?

Esa fue la gota que colmó el vaso. La granada hizo clic. Él despertó.

—Llevo pensando en ti desde que te conocí. No he logrado sacarte de mi cabeza ni un segundo y lo sabes. Lo tienes tan claro que no has dejado de aprovecharte de ello.

Ella abrió la boca para replicarle, enfadada todavía por el incidente con el pintauñas, pero no pudo.

—Estoy harto, ¿entiendes? De este secretismo, de tus caprichos y de tus exigencias. Harto de cuidar de tu hija para que vuelvas borracha como una cuba a las tantas de la madrugada un día entre semana y de hacerte de chófer para ir a buscar cualquier tontería que has visto en internet.

—¿Así que todo esto es por el maldito radiador?

Como siempre, solo se centraba en lo anecdótico.

—¡No es por el radiador, es por ti! ¡A ver si te das cuenta!

Era la primera vez que le levantaba la voz, por lo que hasta él mismo se asustó. Sin embargo, tras el impacto inicial se creció.

—Te crees el ombligo del mundo y nunca tomas en consideración cómo me siento.

—¡¿Cómo te sientes?! Te digo yo cómo NO te sientes: lo suficientemente afortunado por tenerme a tu lado. ¡Joder, soy la suerte de tu vida!

—¿La suerte de mi vida, dices? —se rio.

—Tu billete dorado, tu lotería. Llámalo como quieras.

Los ojos del chico brillaron.

—Tienes razón en algo... Me ha tocado la lotería, pero no contigo.

Echó mano a su cartera. La abrió y de su interior extrajo un décimo de lotería.

La cara de la mujer palideció.

—¿Nos ha tocado algo?

Él respondió:

—Me ha tocado a mí. Fue mi dinero el que pagó el boleto en ese viaje a ese hotel que también costeé yo para que nadie supiera que salías con el amigo de tu hijo. Pero mira por dónde, como quieres que piense más en ti... sí, toma. Es para ti. Enhorabuena. Y ahora... ¡lárgate de aquí!  

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