El trato

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Otra maravillosa mañana resplandecía en las calles de Ciudad Pentagrama, acompañada del canto de las aves... Ahora sustituido por su chillar de agonía luego de haber sido atravesadas por una botella rota, arrojada por el bartender del Hotel Hazbin, Husk; quien ya estaba irritado por su incesable melodía, encima del hecho de que había tenido que empezar a trabajar tan temprano ese día.

Charlie había salido a atender... asuntos, obviamente acompañada de Vaggie, su pareja, como de costumbre. Por otro lado, Angel Dust, trataba de ignorar los interminables mensajes de su jefe mientras jugaba a la fiesta del té con Niffty, y ya era claro el estado enfadado de Husk al haber tenido que lidiar con los pájaros y estar sirviendo continuamente tragos al huésped, quien le había pedido con mucha insistencia que lo hiciera previamente para "no tener que estar sobrio en esa situación"

¿Qué día sería? ¿Lunes? O tal vez Viernes. De todos modos no importa,  en el infierno, cualquier día verías todo tipo de brutalidades si ponías un pie en la calle, teniendo suerte de que solo bastara con mantener un perfil bajo, o una reputación de no permitir que te pongan un dedo encima, para poder mantenerte fuera de la amenaza de alguna de las almas que tomaran parte en estas actividades.

Oh, pero para El Demonio de la Radio el día estaba muy claro, bastante claro, pues llevaba contando, un poco muy minuciosamente, los días que habían pasado desde la muerte de Adán. Ese día suponía un logro para el Infierno, pues, el plan de la princesa Charlie (o la salvada de su padre cuando estaban a pundo de perder contra las tropas celestiales) habia funcionado y ahora los ciudadanos de la tierra gobernada por Lucifer estaban a salvo de la exterminación anual, a pesar de no demostrar tanto su agradecimiento hacia la rubia que parecía ser de muy buen corazón para su cargo; pero esto no significaba lo mismo para Alastor. Luego de haber sido "puesto en su lugar" por el mismo Adán, minutos antes de haber muerto a manos de Lucifer.

Múltiples veces al día le daba vueltas al derecho y al revés al momento en el que, dominado por el ego, enfrentó directamente al humano y este lo hizo retractarse de su decision casi al instante, logrando derribarlo y que incluso se retirara de la escena hasta que terminara la matanza. El estado caótico de su mente ya se reflejaba en su físico demacrado y su desordenada pieza; revivir una vez más ese insufrible recuerdo hizo que el demonio tuviera suficiente del insoportable ruido de su ya agonizante cabeza y rompiera el prolongado silencio de su alrededor tirando con enfado unos artefactos que estaban en su mesa al suelo. El silencio de su cuarto, responsable de su sofocante sesión de meditación, pues lo dejaba a merced de su torrente de pensamientos inspirados por la furia y el rencor, rencor de su yo del pasado por haber aceptado...

- ¡Alastor, amigo! - Se escuchó desde la entrada de la habitación, del lado externo de la misma mientras se sentía en la puerta golpes incesables que demandaban al que se encontraba dentro que la abriera.

La postura de Alastor se enrigideció con una esencia de repugnancia en cuanto escuchó la voz tan irritante del señor del infierno, pero, dominado por sus modales, se levantó de su asiento, o mejor dicho, del piso, acomodó su cabellera rápidamente con una mano y abrió la puerta.

- ¡Lucifer, qué agradable sorpresa! - exclamó, haciendo énfasis en la palabra "agradable", una vez abrió la puerta, luego de que con un fugaz movimiento de dedos haya hecho desaparecer todo el desastre de su habitación, haciéndola lucir pulcra antes de que el inesperado invitado, al que recibía con su mejor sonrisa, pudiera asomarse en lo más mínimo.

- ¿Qué te trae por aquí? ¿No deberías estar, no sé, reponiendo todo el tiempo que pasaste lejos de tu hija? - preguntó, con una mueca burlona, mientras caminaba hacia él con pasos lentos y un tono que forraba con carisma la bola de rabia que le provocaba el personaje frente a sus ojos.

Lucifer x AlastorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora