Poder Angelical

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En las noches pasan sucesos insólitos, sucesos que de ser descubiertos por los rayos del sol arderían bajo la denuncia diurna cual vampiro; sucesos que solo encubiertos por el manto de la luna tomarían lugar. La noche le otorga a las personas una especie de valor, porque en este tiempo es cuando duermen las leyes y despiertan las verdaderas pasiones de las personas, así que roban, matan, escapan, traicionan o dicen aquello que callan por la mañana; porque en este tiempo empieza el turno del llamado Rey de Las Tinieblas, que aprovecha el estado desamparado de las personas entre la oscura neblina para orientarlas hacia donde mejor le parezca. Pocas personas pueden decir haber tenido la desdicha de alguna vez haber compartido una cena junto al mismo Diablo, y una cantidad aún menor puede mentarla como dicha.

- Ah - El Demonio de la Radio aclaró su garganta antes de detener sus pasos para dirigir su postura hacia el llamado que le hacía Lucifer, quien lo invitaba a sentarse a la cena con ellos - Claro - Respondió cuando vió un asiento vacío en la punta de la alargada mesa rectangular, cuyo opuesto, al otro extremo de la misma, también estaba vacío, para Lucifer sería; qué coincidencia.

Le sonrió a todos en la mesa mientras se sentaba con clase y notaba como los presentes contaban con un plato de comida en su puesto, son ¿Panqueques? ¿Es a propósito? Su ojo sufrió un tic breve y terminó de sentarse, antes de reposar delicadamente su mandíbula sobre la palma de su mano mientras admiraba con la simpática expresión de su rostro a los que lo acompañaban en la mesa y hacía comentarios breves sin importancia.

Volvió finalmente el culpable de su recurrente estado: apunto de comer algo tan nulo y como si fuera poco, preparado de esas mismas manos; con dos platos de esta comida en sus manos y ahora sin el delantal de cocina que, si mal no recordaba, tenía un diseño de un pato irritantemente tierno. Traía una expresión placentera en su rostro mientras ponía en frente del demonio su comida, antes de dirigirse a su puesto propio y dejar la suya allí para sentarse.

- Bien ¡Buen provecho! - Exclamó finalmente, apoyando ambos codos a los lados de su comida y entrelazando sus dedos para posar encima de estos su rostro al observar felizmente a todo el que se encontrase en la mesa, logrando que alcanzase su mirada a Alastor, quien le devolvía la sonrisa de una forma un tanto agria y que luego, decidió empezar también.

Bajó la mirada para tomar su tenedor y lo dirigió, lo más lento que pudo hacia la... ¿Nada? ¿Y el tenedor? Devolvió la mano para tomarlo nuevamente. ¿Donde-

- Entonces, ¿Qué tal tu día? - ¿Y ahora este qué quiere? Levantó la mirada para descubrir que la mesa estaba vacía y no había nadie más que el Demonio de la Radio y el Rey del Infierno ocupándola, este último anticipando desde el extremo opuesto de la mesa su respuesta con una expresión amable, su mandíbula aún sobre sus manos.

- Podría haber terminado mucho mejor - Respondió sin demostrarle al otro la confusión que había causado en él por un momento - ¿Dónde estamos?

- ¿Querrás decir, dónde estamo- Ah, eso fué lo que dijiste.

El demonio rió brevemente, dejándole saber a Lucifer que podía continuar pero no sin recordarle lo ridículo que había sido lo que acababa de decir por descuido.

- Vaya, ¿Qué me quieres decir que hasta lo has practicado, majestad? - Le dijo, a lo cual Lucifer suspiró un tanto molesto antes de responderle.

- Estamos en tu mente - Habló en un tono más serio - Pensaba ahorrarte el que tuvieras que romper tu dieta y aún tengo algo que comentar contigo.

- Fascinante. Si estamos en mi mente, entonces ¿Lo sabes?

- ¿Saber qué?

- ¡Ja! Nada, nada... ¿De qué querías hablar? - Le preguntó, restando importancia a su reciente broma, broma hasta cierto punto. No sabía cómo sentirse al respecto de que este... sujeto estuviera en su cabeza. ¿En qué sentido? Es decir, no es que le molestaba ¿O debería molestarle?

Lucifer x AlastorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora