-¡Chan! Debes hacer que funcione... Esta perdiendo mucha sangre.
-Lo sé, maldición.... El tubo, esto estorba... Pásame la mascarilla, necesitan oxígeno.
-Chan, date prisa.
-Eso hago, eso hago...
-Esta sufriendo una hemorragia, ¡Demonios! Esto no... No... ¡No! Chan... Ayúdame aqui...
-No pensé que fuera tan difícil... No puedo perderlos a los dos...
Se movían rápido, de cama en cama, Kim se encargaba del menor mientras que Chan atendía a MinHo.
-Esto debe ser una broma.
Comenzó a moverse a ambos lados. El aparato que marcaba los latidos de ambos dejo de funcionar hace ya unos segundos. Todo se tornaba borroso para ambos médicos. Sus lágrimas caían en sus cubrebocas y en los cuerpo pálidos de sus pacientes.
-Uno, dos, tres ¡Reacciona mierda!
Kim comenzaba a perder fuerzas y esperanzas. Era de noche y parecía que el clima no ayudaba mucho a calmar sus emociones pues había una tormenta eléctrica.
-Uno..... Dos....- Sus manos ya no respondían, la tormenta se marchaba al igual que el pulso de ambos cuerpos fríos.
-¿Es en serio? ¿Solo piensan irse y ya? Juntos por siempre ¿No? Que idiotas.
Kim tomaba la mano de ambos y lloraba recargando su cabeza en el pecho del mayor, quien desgarradamente lloraba maldiciendo todo.
-¡Puta madre! Pude salvarlos... A ambos... Pude hacerlo... No sirvo para esto, no quiero más muertes... No más.
Entonces se miraron, ambos médicos se miraron con sus ojos empapados y sonriendo dolorosamente intentaron de nuevo.
-No me rendiré- Dijo seguro Chan, dando toda la potencia.
-No me rendiré- Repitió Kim y así mismo lo imitó.
-Uno...
-Dos...
-¡Tres!- Gritaron a la par escuchando el último rayo caer en la noche, ya no había lluvia, ya no caian gotas amargas del cielo, ya no había más tormenta.
-¿MinHo?- Susurró el menor...
𝑫𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒕𝒂𝒔𝒕𝒆... 𝑺𝒊𝒈𝒖𝒆 𝒂𝒅𝒆𝒍𝒂𝒏𝒕𝒆, 𝒎𝒊 𝒂𝒎𝒐𝒓.
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