Strange Addiction - Joseph Quinn | Sebastian Stan

25. 𝑳𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝑮𝒊𝒍𝒍.⚡

Lunes.

⇜ Gill ⇝

—Buenos días abogada Wallace, su padre la necesita en la oficina.

—Gracias Noah —dejé mi bolso en su escritorio —ya regreso por él.

Veo a Florence en su oficina, quisiera poder aclarar esta situación, realmente no quiero perderla por este malentendido.

—Hola pá —Sebastian está aquí, trato de disimular mi incomodidad.

—Hola Gill —lo miro de reojo sin responderle, me ve atento ya no se descifrar la expresión de su rostro. Estoy segura de que tuvo un fin de semana largo dándole explicaciones a su esposa.

—Hija, Sebastian habló con Bill en el evento y tuvo algunas actitudes extrañas, creemos que no es conveniente darle demasiada información.

—¿Por qué sospechan de él?

—Fue muy insistente en ciertas preguntas, en que tantos indicios tenemos, por ingenuidad comente que ya teníamos algunos nombres y su actitud cambió radicalmente y desapareció la mitad del evento —explica Stan.

—¿Ya habías hablado con Bill de la investigación? —relame sus labios y al tiempo frunce las cejas.

—Hace un tiempo antes de hacer las investigaciones, de hecho, me dio un par de documentos insinuando que las empresas podrían estar tapando temas como lavados de dinero.

—¿Y eran reales? —pregunta mi padre.

—Pues Anthony no ha encontrado nada que los vincule con ello.

—Es probable que lo que pretendía Bill, era que nos demoráramos más en la investigación —mi papá se pasa las manos por la cara en un acto de preocupación.

—Hay que llegar al fondo de esto, yo me encargaré de Bill y ustedes no pierdan el foco. —

—Debo irme pá, hablamos más tarde —Salgo rápidamente de la oficina, tratando de evitar que Sebastian me aborde, estoy segura de que va a insistir.

—Gill, espera —se apresura a alcanzarme.

—No quiero hablar contigo —sentencié.

—Perdóname por lo que paso el viernes, no debí tratarte de esa forma —mira directo a mis ojos, trago saliva controlando mis nervios, no sé cómo explicar exactamente lo que siento.  

—Ya lo hiciste —pretendo irme, pero el vuelve a hablar.

—Vamos por un café, solo necesito que me escuches, por favor —me castigo a mí misma por sentirme satisfecha con el hecho de que él quiera explicar sus acciones.

—No voy a ir contigo a ningún lado, si quieres hablamos en mi oficina —me abro paso dejándolo atrás.

Me siguió y ahora está sentado frente a mí, posa sus manos en el escritorio que nos separa y veo como llena de aire sus pulmones para después dejarlo escapar.

—Gill, no tengo ninguna excusa, solo perdí el control y no quise que te fueras.

—Fuiste muy brusco y me asustaste —expresé.

—Lo sé, lo siento mucho, de verdad —cierra sus ojos suplicando y desgraciadamente parece sincero.

—Solo... dejemos todo hasta aquí, Sebastian —no sé porque me cuesta verlo a la cara.

—¿De verdad no quieres estar conmigo? —pregunta usando un tono suave buscando mi mirada, es sutil pero esa forma de insistir me hace creer en sus palabras.