Mala vida.

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Era un viernes por la noche, ambos chicos salían de su trabajo en la cafetería, se quedaron en el estacionamiento un par de minutos charlando.


— Tengo tanto tiempo sin ir a beber algo que he olvidado como divertirme. — Naoya soltó una risa. — ¿Tienes planes para esta noche? Pienso gastarme toda mi paga de esta semana en un buen lugar, y si quieres acompañarme, eres bienvenido.

— Gracias, pero tengo que llegar a cenar con mi hermano, para mi cada minuto que paso con él es muy valioso, como casi no lo veo por el trabajo y la escuela, prefiero ir a casa. — el pelinegro declino la oferta, un poco apenado.

— Oh, está bien, sabes que lo entiendo, vuelve a casa con bien. — le hizo una seña con la mano, despidiéndose con una sonrisa.

— Pásatelo bien, nos vemos la próxima semana. — también movió su mano diciendo adiós. — ¡Ah y no bebas mucho! — Choso sonrió subiéndose a su automóvil.


Por fin se le presento la oportunidad de permitirse ir a un lugar sofisticado a divertirse, y entre sus planes también estaba el terminar la noche con algún hombre guapo y con dinero. Días anteriores estuvo pensando en la idea de conseguirse algún suggar daddy o algo por el estilo, ya que estaba comenzando a resentir la pobreza de aquel departamento donde vivía que tenía el mismo tamaño que el baño de su antiguo hogar.

El lugar estaba repleto de alfas acaudalados, así como omegas de alto estatus, que estaban hay porque querían, a diferencia de unos cuantos otros omegas que más bien parecían estar hay solo para hacer que los alfas se gastaran todo su dinero en alcohol y en servicios de placer íntimo.

Se sentía tan extraño en ese ambiente, como si no encajara, algo normal siendo beta, no podía entender el lenguaje en el que se comunicaban los demás, no podía percibir el excesivo aroma de feromonas revuelto que se podía sentir en el aire. Su vista se fijó en la parte principal del lugar, miraba como la mayoría de hombres estaban ocupados con compañía fácil, siguió caminando abriéndose paso entre siluetas que se dejaban llevar por el exceso del alcohol y la música estruendosa, junto a la poca iluminación. Su vista se fijó en un hombre que estaba cerca de la barra, el mirarlo tan solitario hizo que en automático quisiera acercarse a él.


— Oye, guapo, ¿Por qué no me invitas un trago y charlamos? — Naoya le dirigió una sonrisa coqueta, haciendo uso de sus encantos, mientras se acomodaba aun lado del hombre.

Y aquel solitario hombre era Toji, quien ahora era un adulto en sus treinta y tantos años, también su apellido había cambiado, se consiguió uno más particular cuando se casó, y luego enviudo, fue una relación tan efímera que jamás significo nada en su vida, el único beneficio que pudo sacar fue el ya no tener que usar nunca más el apellido zenin junto a su nombre.


En ese momento Toji tenía varias copas encima, a pesar de que se había medicado unas horas antes de ir a beber, nunca surgía nada bueno al mezclar pastillas con alcohol. Sin embargo, el medicamento ya no funcionaba tan bien como cuando era adolescente, solía fallar o en su lugar los efectos de percepción y estado de ánimo se veían alterados al mezclar bebidas alcohólicas. El pelinegro miro por unos momentos al chico y luego le sonrió de forma burlona, tenía ya bastantes años de experiencia que sabía muy bien que su contrario quería conseguir algo más que un simple trago esa noche.


— Anda, pide lo que quieras, yo lo pago, lindura. — Hablo el pelinegro mientras sostenía su vaso de whisky.


Entusiasmado Naoya pidió una ronda de varias bebidas costosas, como solía hacerlo antes de que su padre lo echara de casa, extrañaba tanto el poder consumir sin tener que preocuparse por el efectivo. Tenía su paga de toda la semana consigo, pero no quería usar ese dinero si tenía a su lado a un hombre que le invitaba todos los tragos.


— Eres muy amable, me gustan los hombres amables, pero ¿sabes? Aun no se tu nombre. — Comento Naoya mientras le sonreía y bebía de su vaso.

— Fushiguro, Toji Fushiguro.


Naoya se quedó sorprendido al escucharlo, había oído su nombre un par de veces en noticieros, pero no podía creer que estuviera hablando con uno de los empresarios más influyentes del momento. En su cabeza ya podía estarse imaginando como su vida podía volver a ser la misma si conseguía relacionarse más con aquel hombre. En esos momentos Toji solo era un apenas conocido para el joven zenin, los recuerdos de su infancia estaban desaparecidos como una gran mancha blanca en su mente, todo lo relacionado con el hecho de tener un primo mayor no existía, todo a causa de un accidente que tuvo justo en sus primeros días instalándose en el internado para ricos, tuvo un traumatismo severo en la cabeza, haciéndole olvidar varios años de su vida. A su vez Toji creía que el chico que tenía enfrente suyo era un chico cualquiera, jamás pensaría que fuera su primo menor, era tan diferente, ni siquiera su color de cabello era igual a cuando lo había visto de niño, sumándole al alcohol en su sistema, su pensamiento estaba nublado. Ninguno de los dos sabía en ese momento que eran familiares cercanos.

Terminaron entrando a un hotel cinco estrellas, quitándose la ropa torpemente, terminaron acostados sobre la enorme cama de sabanas rojas. La nariz de Toji se hundía en el cuello del joven, este desprendía un aroma muy ligero a frutos rojos, pero solo era eso, sabía muy bien que su acompañante era simple beta ya que no desprendía feromonas y además que tampoco podía percibir la enorme cantidad de feromonas que ahora el alfa estaba soltando por toda la habitación, acción que ya hubiera dejado inconsciente a cualquier omega que tuviera muy cerca.


— ¿Quieres saber algo...? Nunca he tenido sexo con un alfa.

— Escuchar eso de un beta no me sorprende... pero déjame decirte que los rumores que ronda sobre nosotros son todos ciertos... somos muy salvajes y agresivos.


Terminaron el acto sexual después de un par de horas, Toji comenzó a vestirse mientras fumaba un cigarro, una vez estuvo listo, dejo algunos de billetes en la mesita de noche.


— Aquí te dejo algo por si quieres llamar un uber.

— Hey, ¿ya piensas irte? — hablo el joven, vistiéndose también.

— Si, no me gusta dormir acompañado y menos si es con un... cualquiera.

— Pero, ¿no quieres mi número celular?

— En serio ¿crees que quiero volver a verte? Hago esto todas las noches, siempre busco un tipo diferente para acostarme, nunca repito la misma comida. — sonrió con burla.

— Eres un imbécil... — Se coloco enfrente del pelinegro.

— Como si me importara lo que pensaras de mí, solo te interesa mi dinero, eres como todos, pero ¿sabes? Me gusta utilizar antes de que me utilicen. — le dio un par de caladas a su cigarrillo dejando luego escapar el humo en todo el rostro del joven.


La vida, y las desgracias convirtieron a Toji en un completo patán. Sabía que jamás podría formar una familia, varios doctores le notificaron que al estar medicado desde tan temprana edad le causo esterilidad por ende no podría tener hijos. La mayoría de sus relaciones anteriores terminaron por su infertilidad, algunas de sus otras relaciones terminaron por que solo estaban con él por dinero. Toji estaba resignado a jamás ser amado genuinamente, por ende, se comportaba como un hijo de puta frio y sin sentimientos.  

Mi destino es estar a tu lado. ♡  | Toji x Naoya |  Jujutsu Kaisen दिलDonde viven las historias. Descúbrelo ahora