Vida simple.

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En la época actual las cosas eran diferentes para Naoya, dejo sus estudios universitarios en el primer año, no tenía sentido para el seguir estudiando si su familia se pudría en dinero, fácilmente podría obtener un lugar en la empresa multimillonaria de la cual su padre era el director general. Así la vida del joven zenin fue cayendo en un espiral de excesos, solía pasar las noches de fiesta en fiesta, también solía salir con hombres terribles solo para hacer enojar a su padre. Le tenía tanto odio y resentimiento a su progenitor ausente.

Pero la paciencia de Naobito se estaba acabando, y llego el gran día donde tuvo suficiente de las malas decisiones de su único hijo, no podía seguir viendo como manchaba la reputación de la familia con sus escándalos, no había semana donde no lo exhibieran por alguna estupidez como conducir ebrio, o por haberse enrollado con algún cantante extravagante.

Una fuerte discusión se podía escuchar proveniente de la oficina del director general, adentro de ella, padre e hijo se gritaban el uno al otro, nada nuevo, pero esta vez parecía que todo terminaría de una forma bastante radical.


— ¿Sabes qué? ¡No necesito tu estúpido dinero! ¡Siempre fuiste un padre de mierda! ¡Me alegre tanto cuando mi madre te dejo! ¡Mereces morir solo! — Naoya estaba tan resentido, pero también disfrutaba ser cruel.


Salió de la empresa, y supo inmediatamente que ahora estaba solo, se había quedado sin el apoyo financiero de su padre. Sus tarjetas de crédito estaban congeladas, y todas sus pertenencias como autos o departamentos estaban a nombre de su padre también. Solo contaba con el dinero en efectivo que tenía en su cartera, lo cual no era mucho. Pero tenía la confianza de que podría salir adelante solo, su orgullo pesaba más que el arrepentimiento, primero muerto antes que regresar arrastrándose hacia su padre.

Pensó en sus pocas opciones, realmente no tenía nada en que destacar, era alguien simple, tan simple como su condición de beta. Si tan solo hubiera nacido con la cualidad de un alfa las cosas tal vez hubieran sido diferentes, pero por lo menos agradecía que no había nacido con la condición de omega, eso le hubiera jodido mil veces más la vida.

Después de tanto buscar, encontró una cafetería en el centro de la ciudad que contrataba chicos jóvenes para trabajos de medio tiempo, pero él podía estarlo a tiempo completo, después de todo no era estudiante. Consiguió el trabajo rápido, tenía buena facilidad de palabra además de una buena presentación, tuvo mucha suerte, ya que nunca había trabajado realmente en su vida. También ayudo que el dueño del lugar solo quisiera contratar betas únicamente, para evitarse problemas con los clientes que en su mayoría eran alfas y omegas de alta clase.


— El jefe me dijo que te enseñara todo lo que necesitas saber, así que no te preocupes, tengo mucha paciencia... Y por cierto me llamo Choso. — le extendió la mano. — ¿Cuál es tu nombre?

— ... — Dudo un poco, pero le dio la mano sin mucho ánimo. — Mi nombre... no tengo nombre. — giro su cabeza hacia otro lado.

— ¿En serio? — sonrió con diversión. — Pero si todos tenemos un nombre, si no me dices el tuyo no sabré como llamarte, chico misterioso.

— Naoya... — respondió entre dientes, no quería que lo relacionaran con su poderosa familia.

— Oh, ¿ves? no te costaba tanto decirme... aunque tu nombre me suena de alguna parte. — comento Choso pensativo.


Listos para empezar el turno, lucían sus uniformes de camiseta manga larga blanca, con pantalón verde, así como sus mandiles y gorras del mismo tono verde. Eran alrededor de las 7 de la mañana, apenas estaban abriendo la cafetería, un par de personas comenzaron a llegar, Choso corrió hacia la caja registradora empezando a tomar las ordenes, mientras Naoya seguía en la parte escondida donde se preparaban los cafés y se guardaban los postres, estaba listo para comenzar a preparar los pedidos.

Pasaron varios días, y se hizo aún más claro quien estaba con él por conveniencia, ninguno de sus ''amigos'' le contestaba las llamadas, sin dinero ni estatus social era un don nadie para ellos, sin embargo gano a un amigo verdadero, Choso más que un compañero comenzaba a ser un verdadero amigo, el chico de las coletas le invitaba de su almuerzo a la hora de la comida, le daba consejos para hacer rendir el dinero, hasta lo llevaba a casa en su modesto automóvil, ya que vivían bastante cerca uno del otro, ambos en un complejo de apartamentos baratos en un barrio de clase baja. Naoya a raíz de esto aprendió a ser agradecido, devolviéndole los favores con asuntos como cubrir los turnos del chico, ya que Choso iba a a la universidad a veces tenía que salir antes de su trabajo a algunas clases, también le daba consejos para conseguir pareja y lo ayudaba con sus proyectos y tareas escolares, en otras cosas que se le daban bien.

Reunidos en la casa de Choso, varias libretas, papeles, lápices, y una laptop estaban encima de la mesa de la cocina. Un domingo por la noche, lucían apresurados por terminar un proyecto final. Naoya solo se dedicaba a ocuparse de la presentación final del proyecto, como no era bueno con los números, era Choso quien se encargaba de resolver todos los problemas matemáticos.


— Es increíble, tenemos la misma edad... pero tú siempre eres tan responsable como si fueras una persona de 40 años. — Comento Naoya con juego, mientras dibujaba unas graficas en varias hojas de papel grueso.

— Eso pasa cuando se tiene que madurar a temprana edad... — Respondió Choso a la vez que escribía varias fórmulas matemáticas en su libreta.


Un recuerdo de la adolescencia de Choso llego a su mente, cuando tan solo tenía 16 años, él y su hermano Yuji de 14 años quedaron huérfanos, tras la muerte de sus padres en un accidente automovilístico. En ese entonces, Choso tuvo que abandonar la escuela para buscar varios empleos, como era tan joven no le era tan fácil ser contratado, se sacrificó para que su hermano menor siguiera estudiando, para que hubiera pan en la mesa, y un techo sobre sus cabezas, además de que no deseaba que los separan si el estado se daba cuenta de que no podían mantenerse económicamente.


— ¿Qué está sucediendo contigo, Yuji? Me habla la profesora y me dice que te has estado saltando algunas clases. — el pelinegro estaba entrando a su departamento sujetando del brazo a su hermano menor.

— ¡Odio la escuela, no me gusta!

— Aun así, tienes que ir, no importa que no te guste, es tu futuro. — Soltó el brazo del menor, no solía ser rudo con él, pero ese día estaba estresado, ya que tuvo un día muy pesado en su segundo trabajo.

— ¡Tú no eres mi padre! — el peli rosa grito con enojo.

— ¡Lo sé, no soy tu padre, pero eres mi responsabilidad, soy tu hermano mayor!

— ... — Yuji se quedó en silencio, pensando en las palabras que dijo, sintiéndose mal después, su rostro se tornó triste. — Perdón... yo no quise...

— No... no pasa nada, ve a tu habitación.


Yuji se fue a su habitación, mientras Choso caminaba hacia la cocina, buscando en su alacena casi vacía, el tarro donde guardaban el azúcar, quería preparase un café, encontró el tarro, pero vio que adentro no quedaba ni una pizca de azúcar, luego miro el tarro del café y tampoco tenía nada dentro, luego comenzó a llorar amargamente en silencio.

Mi destino es estar a tu lado. ♡  | Toji x Naoya |  Jujutsu Kaisen दिलDonde viven las historias. Descúbrelo ahora