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Tercer capitulo : "REFORZAR LA AMISTAD"
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Fuerte apache, Argentina.
Valentina pov's
- No, no. Para dale, Jorge - con mis manos lo corro de nuevo un poco de mi cuello.
- Pero que tiene, ¿No te gusto? ¿Es porque soy feo, no? - Jorge pregunta con un puchero en sus labios, obviamente re en pedo mal.
- No sos feo, sos re lindo, pero no podemos, Jorge - lo miro a los ojos - somos amigos...
- Solo por hoy, ahora, dale flaquita - me agarra el mentón con la mano, dirigiendo mi cabeza en su dirección.
- Es que...
Jorge me interrumpe:
- ¿Es que, qué? Yo sé que lo querés como yo tanto lo quiero... Dale -por un momento pude ver qué sus ojos marroncitos me rogaban.
Bueno, ya fue...
Sin pensarlo más, me lanzo hacia Jorge.
El reacciona un poco tarde, pero al instante de procesar mi iniciativa, baja sus brazos y con los ojos cerrados intenta buscar mi cintura, rodeándola fuertemente.
Yo por mi lado también cierro los ojos, disfrutando el momento, pongo mis manos en su nuca, subiendolas a su pelo corto, llegando a su trencita, acariciandola y en una de esas tironeo un poco de ella y eso hace que incline la cabeza hacia atrás y por reflejo dejar entreabierto sus labios, separandolo un poco de los míos.
Yo ni lenta ni perezosa, tomé la acción como pase libre a mi lengua, introduciendola en su cavidad vocal, recorriendo cada rincón de sus adentros, de vez en cuando chocando nuestros dientes.
El encantado por mi iniciativa, enredaba mi lengua con la suya.
Nos tocabamos lo que más podiamos, desesperados por más del otro. Jorge tenía una mano en mi cintura y la otra en mi cabeza, asegurándose que no me separe de el.
Seguro me encontraba con todo el maquillaje corrido y mi pelo despeinado, pero me daba igual en ese momento.
Yo anhelando de su tacto, agarró su mano y la dirijo hacia mi culo. Nuestras miradas seguían conectadas, haciendo el momento más lindo y caliente.
Con su mano aprieta y manosea la zona bruscamente, que se encontraba cubrida por la tela de jean.
Mis dedos tironeando de su pelo, hasta que notó cómo un gruñido salía de su garganta. Nuestros labios se tocaron una y otra vez, como si fuera una presentación y quisieran conocerse. Las lenguas jugueteando en un ritual de fuego. Parecía que competíamos por ver quién era más rápido, más profundo, más placentero.
