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Alessandro

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Alessandro

Desde hace años, mi corazón solo latía con deseos de venganza, venganza por las personas que habían destruido a mi familia. Paolo Moretti, ese era el hombre a quien más odiaba en el mundo entero, y lo que él no sabía era que su hermosa y bella hija iba a sufrir como ninguna otra persona cuando llevara a cabo mi plan.

—¡Ella no tiene la culpa de lo que su familia nos hizo!—exclamó Lucas al escuchar mi siniestro plan.

Lucas, mi mejor amigo, hermano menor y la única persona que permitía que me reprendiera o me dijraque las cosas no eran como yo las pensaba. Pero en este momento no iba a permitir que nada ni nadie se interpusiera en mis planes.

—No me importa una mierda, ella va a sufrir —respondí. Estaba tan furioso por todo, y además tan agobiado que lo único que quería era desahogarme con alguien.

Salí de mi despacho hecho una furia, no estaba como para aguantar regaños de nadie. Lo único que quería era poder desestresarme de la mejor forma y ya tenía en mente a la única que podía bajar un poco mi estrés.

—Te espero en el apartamento desnuda y abiertas de piernas par mí —no dejé que me respondiera cuando ya le había colgado.

Victoria no era mi novia, pero sí era lo más cercano a eso, ella era el polvo fijo que tenía para estos momentos donde no podía con el estrés.

Aparte de eso no me celaba y eso era lo que más me gustaba de ella.

Ella podía estar con la persona que quisiera al igual que yo, por eso si en algún punto de nuestra supuesta relación me celaba ahí se acababa todo, yo no soporto a la gente celosa y mucho menos loca.

Al salir de la empresa busqué con la vista a Stefan, quien era el jefe de i bloque de seguridad y también fue la mano derecha de mi papá. Él sabía muchas cosas sobre nuestra familia y los negocios sucios que estaban detrás de todas nuestras empresas, sin embargo nunca dijo nada y estaba más que bien con el cargo que tenía.

—Dígame señor —dijo cuando se había acercado a mí.

—Llévame al apartamento y prepara todo, mañana viajaré a Roma a hacer tratos con Paolo Moretti —dije en tono de burla. Él parecía un poco sorprendido con mis palabras, pero aún así asintió y no dijo nada más.
Salí rumbo al apartamento donde me iba a encontrar con Victoria.

Al entrar la veo de espaldas hablando por teléfono, me acerco a ella mientras quito mi saco y lo tiro a algún lugar de la sala. Al percatarse de mi presencia ella voltea y sonríe pícara, ya está desnuda como le ordené; estas son una de las cosas que me gustan de ella. Me gusta que sea sumisa; sin embargo, no me gusta en el ámbito amoroso y no entiendo por qué. Tiene todo para enamorar a un hombre: es hermosa, cabello negro como a mí me gusta (no me gustan las rubias ni otro color que no sea el negro), curvas marcadas y su piel es tan suave. No es una mujer interesada ni nada por el estilo y lo más importante: me quiere.

Aunque yo a ella no de la misma forma.

Se tira en mis brazos esperando que yo la abrace; al contrario de eso, la arrastró por las muñecas y la tiro al sofá más cercano.

Me bajo la cremallera de mi pantalón, saco un condón rompo su empaque. Cuando bajo a ponérmelo ella agarra mi mano, me mira y yo niego; sé lo que quiere decirme.

—¿Cuándo lo haremos sin eso?—pregunta con la mirada baja.

—Nunca—respondo y acto seguido me pongo el condón con una sola mano mientras con la otra la sostengo de la cadera y la penetro de una sola estocada.

Ella gime mi nombre tan alto como puede; le doy hasta encontrar mi placer, hasta que el orgasmo se hace presente.

Nunca me ha importado si la otra persona tiene su propio placer; a mí solo me importa el mío. Por ahí dicen que soy un hombre de acero, que no tengo sentimientos y para qué decir que no si es la verdad; no me importa más nadie que yo.

Nos vemos después
Bye
Atte: Hanán♡♡

Némesis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora