Comienzo

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Hace mucho tiempo, en un lugar que prefiero olvidar, había una ciudad, o más bien un pueblo, dónde todos sus habitantes eran felices y tenían una vida plena, plena y aburrida. Cerca de aquél pueblo había un bosque, uno que a simple vista parecía inofensivo, sólo que de él se decía estar maldito, por lo cual era prohibido.

Nuestra historia comienza conmigo, un pobre diablo de 20 años (en ese entonces) Eduardo era mi nombre; era un idiota que gustaba de hacer travesuras y maldades a la gente, incluso llegué a cometer algunos delitos menores, robo a tiendas, pasarme los semáforos, ya saben, cosas inofensivas que la ley y la psicóloga se empeñan en decir son el comienzo de la psicopatía. Me la pasaba perdiendo el tiempo y malgastando mis días con mis dos mejores amigos: Sánchez (cuyo nombre de pila era Mohamed) y Jesús (quién no tenía nada de santo más que su nombre), los tres éramos mal vistos por prácticamente todo el pueblo y no éramos precisamente lo que un padre quería para su hijita bebé.

-Carajo, estoy aburrido- soltó Sánchez un día que, como de costumbre no hacíamos nada productivo.

-¿Y qué mierda quieres que hagamos en este maldito pueblo?- respondió Jesús (les dije que de santo sólo tenía el nombre)

-No lo sé pero me aburro-

-No eres tú, es este pinche pueblo de cagada, estoy harto de esto- le lanzó una piedra a una paloma en el centro de la plaza -Algún día tomaré mis cosas y me iré a tomar por culo-

-Cierren la puta boca los dos, estoy tratando de pensar- me encontraba recostado en una banca mirando al cielo.

-¿Tú, pensar? Eso es nuevo- Jesús reía con sarcasmo.

-Si, pensar- me senté en la banca -¡Y ya deja a la maldita paloma!-

-Es una jodida paloma, ¿qué chingados te importa?-

-No es la paloma, tú me molestas-

-Corrijo, nos molestas, en plural- agregó Sánchez.

-Chinguen a su madre los dos, no pueden vivir sin mí- Jesús también era todo menos modesto y amable.

-Ignora a este idiota, ¿en qué pensabas?- preguntó amablemente Sánchez, amable hacía mí (claramente).

-Pensaba en como podríamos hacer este día divertido- vuelvo a recostarme boca arriba -Y lanzar piedras a las palomas mientras armas un churro de mota, no es precisamente mi idea de diversión- coloqué un periódico en mi rostro.

-Imbecil- susurró Jesús soltando la piedra que tenia en su mano lista para lanzarla a otra paloma.

-No juzgues a la mariguana, es medicinal-

-¿Medicinal de qué mamón? ni que tuvieras glaucoma-

-Bueno ya, deja de pendejearnos a Jesús y a mí, sí es un gilipollas integral pero tenle tantito respeto-

-No me ayudes- dijo con sarcasmo -Pero entonces ¿qué se te ocurrió o qué?-

-Nada- respondo de manera seca e indiferente.

-No eh, pinches pensamientos espectaculares, deberían darte un Nobel-

-Tú mismo lo dijiste, no hay nada que hacer en este puto pueblo, así que no me reclames... ¡Qué sueltes la maldita piedra!-

-Ah que la, todo te molesta- Jesús había vuelto a tomar una roca para lanzarla a la palomas -Que si le lanzo piedras a las palomas, que si Sánchez le quema las patas al diablo, que si me cogí a tu hermana el mes pasado porque estaba ebrio, ¿no te jode?- preguntó a Sánchez.

-La verdad tiene razón, ¿en qué te afecta?, además si no aceptas propuestas espero soluciones-

-Pues no sé, quizá podamos ir al bosque ese, es el único lugar que no hemos explorado-

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