De la piel del diablo

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Una historia, un destino y un dolor compartido, todo aquello rodeaba el ambiente del lugar mientras mis piernas luchaban por no tambalear hasta romperse y hacerme caer al suelo pero, sin importar aquellas sensaciones, quería saber la verdad por más cruda que fuera y el primer paso era descubrir quién era esa tal Cadaveria y qué tenía que ver con nosotros.

Skippy sonrió con suficiencia ante mi pregunta y con un simple gesto nos indicó que debimos sentarnos. Todos volvieron a tomar su lugar y mientras veía como los reflectores se iban apagando uno a uno la duda me invadía aún más.

Skippy se colocó en el centro del escenario y presento su siguiente acto con aún más enjundia que cualquiera de los otros números.

-¡Señoras y señores, damas y caballeros, hoy descubriremos la verdad de Cadaveria, el origen de este maravilloso circo y por sobre todo!...- realizó una pausa dramática que me puso los pelos de punta -...Mi historia-

Los aplausos resonaron por toda la carpa y un destello furtivo de luz iluminó el circo por completo, sin embargo, tan pronto como vino se fué pero a este punto ya nada me importaba, sólo quería dos cosas en ese momento, las cuales he repetido hasta el hartazgo: saber la verdad e irme con mis amigos.

-Mi historia comienza con un niño, un niño muy pobre que perdió lo poco que tenía- Skippy comenzó a narrar su historia de una forma tan dramática que me causaba cierta repulsión.

El nombre verdadero de Skippy era Diego Cortés, un nombre tan común y corriente que ni siquiera parecía relevante pronunciarlo (pese a compartirlo con el pintor Diego Ruíz Cortés). Toda su vida residió en un barrio muy pobre, tan pobre que su familia ni siquiera tenía suficiente dinero para enviarlo a la escuela, así que había aprendido a leer, escribir y hacer operaciones básicas mirando a otros y estando en un entorno de obreros y mercaderes.

-Las calles fueron mi único tutor, y allí fué donde aprendí que en la vida siempre hay que luchar sin parar- dijo Skippy con cierto recelo en su voz (seguiré llamándolo por su nombre de payaso cuando estemos fuera del relato)

Este niño fué creciendo con apenas lo elemental para vivir y, al convertirse en un joven, se dedicó a la fiesta, el alcohol y las mujeres, ya que era lo que todos los demás hacían para matar el rato y el estrés del trabajo.

Cuando Skippy contó esa parte de la historia no pude evitar pensar en Sánchez, Jesús y en mi mismo, la única diferencia era que en lugar de alcohol, Sánchez consumía estupefacientes, mientras que en mi caso en vez de pasar el rato con mujeres lo hacía con hombres. Era extraño imaginarlo en esa vida, se veía tan espeluznante y alegre a la vez que no podía imaginarlo como un rebelde sin causa, sin embargo todo en este lugar era posible.

-Toda aquella vida de vicios me llevó a conocer a una mujer por la que estaba dispuesto a ponerle precio a mi piel- soltó el payaso haciendo que el resto de los espectadores sintiera cierta pena por él.

Aquel ente del demonio había mostrado tener cierta empatía por sus compañeros de circo, pero no creí que fuera capaz de haberse enamorado con tanta pasión como para desvivirse por alguien en cuerpo y alma. Lo que pronto sabría es que aquello le había pasado dos veces.

-...Por un tiempo abandoné el Rock and Roll y en mi piel se impregnó ese olor con el que te envenena cualquier religión- completó.

La chica de la que Diego se había enamorado era una mujer muy religiosa, por lo cual él había tenido que fingir ser alguien que realmente no era sólo para poder estar con ella. Todo parecía ser hasta cierto punto perfecto, sin embargo, él no se sentía completamente pleno, hasta que una noche conoció a otra mujer igual de rebelde y bebedora que él.

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