Abracadabra

9 0 0
                                    

Cada vez pasaba más el tiempo desde que habíamos entrado a ese bosque, tratamos de buscar una salida, recorrimos todo de pies a cabeza regresando en nuestros pasos y nada, era inútil, pareciera que el bosque estaba desordenado. No sé realmente cuánto tiempo estuvimos allí pero el miedo aumentaba en cada uno de nosotros, no nos conocíamos del todo pero sabíamos que el de enfrente tenía tanto o más pánico que nosotros mismos; Jesús fué el primero en entrar por completo en un espiral de angustia y terror, pero, para esté punto, ya nadie podía pensar claramente.

El miedo no cesaba y el tiempo seguía pasando, todo estaba perdido, "estamos condenados" (pensé más de una vez), sin embargo el miedo poco a poco se convirtió en ira y reproches, nuestra naturaleza humana nos obligaba a tratar de buscar culpables y, para mí mala suerte, yo era uno de ellos.

-¡Esto es tu culpa, cabrón!- me recriminaba Jesús mientras Sánchez se encontraba recostado en posición fetal.

Jesús y Sánchez fingían que nada les importaba pero nadie piensa eso realmente y mucho menos ellos, los conocía lo suficiente como para saber que eran iguales a mí, un cascarón del hombre rudo que los demás veían (aunque quizá sólo me estaba proyectando en ellos)

-¡Sólo a alguien tan pendejo como tú se le ocurre que es buena idea meterse al bosque, pedazo de gilipollas!-

"Ustedes fueron los que me siguieron", quería gritarle tan fuerte que resonara en el bosque, no por la ira o para hacerme el fuerte, sino para soltar el pánico que me consumía; sin embargo me limité a guardar silencio, ya que en parte tenía razón, yo había sido el idiota que dió la sugerencia.

Los gritos no sólo se limitaban a Jesús, sino que las chicas se reclamaban entre sí y buscaban excusas para culpar a la otra e ignorar la propia responsabilidad que seguramente tenían.

-¡Estoy harta de que nos metas en situaciones peligrosas!- gritaba la chica más alta.

-¡No digas gilipolleces, María, tú fuiste quien nos perdió!-

-Y tú fuiste quien dijo que cortemos por el bosque, Xandra "yo lo sé todo"-

Los gritos y la preocupación se extendían por nuestros cuerpos y corazones, hasta que por fin decidimos calmarnos o mejor dicho, las chicas y Jesús se quedaron sin voz y por eso dejaron de gritar, el único que seguía alterado era Sánchez, estaba teniendo un ataque y parecía que iba a desaparecer de lo pálido que estaba, jamás lo había visto así, ni siquiera cuando le daban paranoias a causa de sus adicciones. No sabíamos que hacer, todo estaba perdido para nosotros, era claro que la soledad y desesperación iban a terminar por invadirnos hasta la locura.

-Yo puedo ayudarlos- dijo una voz misteriosa, una voz chillona y espeluznante pero a su vez dulce y melancólica, era una voz extraña, una voz única.

-¡¿Quién anda ahí?!- grité con furia disimulada, ya teníamos suficientes problemas como para que alguien más se hubiera perdido.

De entre las sombras descendió un payaso tenebroso, por decirlo de un modo, en realidad no era espeluznante o macabro, todo lo contrario pero algo en su aura me parecía aterrador.

-Mi nombre es Skippy, Skippy el payaso, y puedo ayudarlos a no caer en la locura- respondió acercándose a nosotros, tenía una gran sonrisa y el rostro totalmente maquillado.

-¿Sabes cómo salir de aquí?- Xandra estaba fascinada con la entrada de aquel hombre y tenía fé de que nos ayudaría a salir.

-Pero claro que conozco la salida- su tono se había vuelto amable y bastante alegre -Pero antes de eso, ¿por qué no me acompañan a un lugar mágico, un lugar lleno de fantasía y sobretodo...- hizo énfasis en estás últimas palabras -...Repleto de ilusiones-?

VerdadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora