Sentía que iba a desmayarme de nuevo, a perder mi conciencia física, porque la conciencia moral ya me había abandonado hace mucho y, al ver la mirada perdida de aquellos niños tan pequeños, tan frágiles y tan inocentes, terminé de comprobar que mi vida no valía nada. Mientras que aquellos niños tenían muchos años y oportunidades por delante, yo solo era un hombre que a sus 20 años había desperdiciado su vida y ya no tenía salvación, ni yo ni mis amigos, sólo que por motivos diferentes.
No iba a permitir que esos malditos les hicieran algo a los pequeños (si es que no lo habían hecho ya), así que trate de entrar al escenario. Observé un poco más detenidamente la situación para saber a lo que me enfrentaba, solo para sentir como si mi alma se saliera de mi cuerpo, ya que al ver detenidamente los rostros de aquellos niños pude apreciar que casi se encontraban en los huesos, su piel estaba tan pegada a su rostro que parecían tener ojos saltones y una boca gigantesca, tenían ojeras tan grandes como las marcas de un mapache y su piel se hacía cada vez más pálida, mientras que esos labios aparentemente enormes estaban tan resecos que por un segundo creí que se romperían tal y como mi corazón lo estaba haciendo.
-¡Sigan aplaudiendo niños, este es el mejor espectáculo del mundo!- gritó Skippy captando así mi atención.
Los gritos alegres y circenses del payaso hicieron que no sólo volteara a verlo a él, sino a todos los demás miembros del circo, dónde pude apreciar un horror tal que el infierno y el apocalipsis palidecen ante el y se vuelven simples juegos de niños. Todos y cada uno de los folclóricos personajes con los que me había topado anteriormente se habían vuelto lo que realmente eran: entes del demonio; ahora no solo sus ojos eran igual de profundos y amarillos como los de Skippy, sino que su piel parecía estar en descomposición, putrefacta, asquerosa, incluso puedo decir pegajosa y por ende apestosa. Todo el lugar ahora apestaba a muerto, era un olor tan nauseabundo que estuve a punto de vomitar, mi estómago se revolvió y sentí como mis intestinos comenzaron a digerir mi corazón poco a poco para no ser víctima de aquella horrible sensación que me corrompía; sentí un hueco en el estómago, luego un golpe y por último un nudo en la garganta que fue lo que hizo que por fin vomitara... pero el asco no se iba.
Vomité hasta por la nariz, me mareé y estuve a punto de desmayarme nuevamente y morir a causa de ese hedor tan nauseabundo; era extremadamente pestilente y mucho más agobiante que el de la basura, las cañerías o el pescado putrefacto e incluso más que todos ellos juntos y puedo decir, sin exagerar en lo más mínimo, que aquel horrible aroma me quemó las fosas nasales e hizo que percibiera todas las cosas asquerosas del cuerpo humano en mi paladar. Logré saborear mi saliva y los residuos de ácido gástrico y comida caducada que se habían quedado en mi garganta luego de vomitar; mi nariz no sólo se llenó de aquella peste, sino que ahora parecía estar inundada por algo más viscoso que los mocos y juro ante la tumba de mi madre que sentí el asqueroso sabor de la cera de oído viajar desde mis timpanos hasta mi lengua.
Cuando mis ojos comenzaban a cerrarse para sellar mi destino, una fuerza externa a mi ser y a todo aquello que conocía, incluso ahora en el circo, detuvo aquellas sensaciones e hizo que mi mirada se girara hacia mis amigos. Al verlos logré observar que sus ojos eran tal y como los de los entes del circo, su piel aún no se pudría pero parecía estar siendo marcada por rasguños, golpes, mordidas y moretones, pese a que nada los estaba atacando, pero lo que me hizo por fin darme cuenta de que sus almas estaban perdidas y ahora pertenecían total y completamente a Ilussia fué que se encontraban alimentándose de un vapor que emanaba de aquellos niños, siendo este vapor la inocencia que les estaban arrebatando.
La única que no tenía la mirada perdida o llena de maldad era Xandra, ella aún parecía tener cierta humanidad en su ser, como si nada hubiera pasado y, aunque sostenía la mano de María (quién estaba en una situación muy similar a la de mis amigos), sus ojos seguían brillando con alegría y vida, parecía tratase de una niña tan pequeña que no comprendía lo que estaba sucediendo a su alrededor. Esa es la mejor manera de describir a Xandra, una mujer que, debido a las situaciones que transcurrieron en su vida, perdió y recuperó su inocencia de una forma que desconozco por completo porque además de no haber estado ahí (por obvias razones) no logro entender cómo es que alguien pierde y recupera su inocencia... Yo mismo intenté hacer esto muchas veces, recuperar el control de mi mente y mis emociones, pero por más tiempo y empeño que destiné para lograrlo jamás lo conseguí, rompiendo así mi ser en mil pedazos y haciéndome sentir tan insignificante que mi corazón se vuelve diminuto y se llena de envidia por aquel logro que nadie en este mundo más que Xandra ha podido conseguir.
Lo único que ahora me parece lógico del porque esa mujer tan dulce y hermosa vivía la crisis sin quebrarse o verse consumida por el circo, era el hecho de comprender lo que sucedía con algo más poderoso que la razón: el corazón. No sé si por el hecho de ser una reencarnación o por qué, Xandra tuvo que vivir las desgracias más grandes de este mundo para así volverse una persona perpetuamente inocente, probablemente se vió envuelta en una guerrera, en el abuso, el abandono y Dios sabe cuántas cosas más.
-¡María, esto es increíble!- gritó Xandra con emoción, indicando que no se daba cuenta de la apariencia que estaba tomando su mejor amiga.
Fue entonces, al ver el enorme contraste entre la sonrisa de Xandra y la mirada vacía de María, cuando comprendí todo lo que significaba Ilussia:
Ilussia no es el infierno ni tampoco el purgatorio, es un lugar que reúne a todos aquellos que pierden el sentido de su vida y deciden odiar al mundo en lugar de seguir adelante, personas que abandonan toda la esperanza de continuar y que se vuelven seres sin alma y sin fé, es decir sin inocencia, porque la inocencia no quiere decir no saber las cosas, sino tener esa luz interior que permite que sigamos viendo la vida con alegría, que no nos rindamos ante las adversidades y que comprendamos que las cosas siempre tendrán un lado positivo. La inocencia es aquello que nos sigue dando ganas de vivir. Por ello, Cadaveria se presentó ante cada integrante, porque de todos modos ella ya sabía que le pertenecían, que solo era cuestión de tiempo para que terminaran con sus vidas o con la de alguien más, así que ¿por qué no dejarlos pudrirse en su amargura mientras construyen una falsa felicidad y le llevan más almas? Almas mucho más valiosas que las de ellos, almas que nunca han experimentado el odio ni el arrepentimiento, por lo cual se vuelven el alimento perfecto.
Rompí en llanto en ese instante y decidí hacer lo único que me quedaba, no iba a poder salvar a mis amigos, ni tampoco a los niños por más que lo intentara, pero aún había una persona a la que podía salvar y no hablo de mi mismo, sino de Xandra, no importaba si era o no el amor perdido de Skippy, ella era la única persona que tenía oportunidad de vivir felizmente si salía de aquel lugar, volver a ver a sus padres, casarse, terminar sus estudios y ser todo lo que yo jamás podría ser. Ella era el lado opuesto de mi propia moneda.
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Verdade
HorrorTres amigos deciden adentrarse al bosque, donde, luego de toparse con dos chicas que se han perdido, son interceptados por un payaso de nombre Skippy, quien les promete llevarlos a un mundo lleno de magia: el circo Ilussia. Lo que ellos no saben es...