6

1.9K 134 2
                                    

Su mirada comenzaba a notarse demasiado sobre el, podía sentirlo incluso, pero debería seguir hablando, le mandó un mensaje discreto, necesitaba que nadie viera al alumno comerlo con la mirada.

A Harrison le disgustaba muchas cosas y una de ellas era que su profesor hablará con otras personas, sabía que debía controlarse, pero odiaba no poder ir con el, mandarle un mensaje servia, sonreír divertido, le gustaba cuándo el adulto con la mirada le pedía que lo sacará de algo que no le gustaba.

-Profesor William, un señor lo está buscando, dice que tiene que hablar con usted.

Notó claramente cómo algo pinchaba su cuello, al parecer la mujer disgustosa habia soltado un suspiro inquieto.

-Está bien señor Harrison, gracias por avisarme, señorita, tengo qué retirarme.

Sintió la sonrisa de su superior, claramente estaba feliz y eso a el también lo alegraba.

No debía tener demasiado contacto con su amigo, lo sabia a la perfección, pero por más qué intenté alejarse, el iba a abrazarlo, su celular vibraba, y la mirada depredadora de su profesor lo estaba volviendo loco, notó como se acercaba y sonreía de esa forma.

-Señor Harrison, la profesora de literatura lo está buscando, será mejor que vaya con ella.

Harrison asintió también, pero notó otra mirada sobre el, su amigo, odiaba cuando pasaba eso.

-¿Quieres que te acompañe, David?

Preguntó tan incrédulo, pero su amigo negó de inmediato, el profesor de filosofía lo siguió a pasó lento por atrás, por que Harrison sabía una cosa, debía ir discreto a la oficina del adulto, nadie debia verlo entrar.

Miró detenidamente a su profesor, notando cómo lo subía al escritorio, recorriendo su cuello con besos, leves mordidas que jamás hubiera pensado que dejarían marca.

Aunque las clases intentarán ser normales, no lo soportaba, solamente queria filosofía, odiaba las otras asignaturas.

El café, por fin habia llegado ese momento que le encantaba, observó como parecia mantener su camisa levemente abierta, se sentó en sus piernas, las miradas decían tantas palabras, el contacto de la piel también, y lo territorial nunca faltaba.

Debía comportarse, no debía perder la cabeza, pero los celos que habían comenzado a aparecer no podía soportarlos demasiado, odiaba eso, pero tenía que tranquilizarse.

Otra ves el final del día, dedos en su interior, toques tan bruscos que le encantaban, su parte favorita del día, aunque algunas veces pedía más, pero sabía que debía ser paciente y que todo iría a su ritmo, algunas veces lo hacía tan fuerte, que sus piernas temblaban tanto y disimular, dejaba de ser una opción.

No le gustaba demasiado llegar a su departamento y solamente encontrar todo vacío, también odiaba cuándo tenia pesadillas, pero respiraba todo lo qué podía.

El adulto lo notó, supo qué lo habia notado cuándo parecía no querer prestar atención a nada a su alrededor.

Ir a la casa de su alumno, era la única idea que tenía, no pensaba dejarlo sólo esa ves, debía ayudarlo a dormir.

Despertarse, encontrar el desayuno hecho, lo hacia ponerse tan nervioso, sus emociones estaban volviéndose un problema.

Los ojos de su superior, un negro intenso, no podía dejar de mirar, podría volverse otra ves adictivo a ellos.

Las cosas pasaban repentinamente, no le importaba si era sobre su profesor, le encantaba todo lo relacionado con el.

-Vayamos al siguiente paso, David.

El no comprendia, hasta sentir un cuarto dedo en su interior, la humedad en su cuerpo pareció aumentar más, no entendía que pasaba, las clases del día aún no acababan y su profesor estaba tomandolo.

Hacía lo posible para entenderlo, dulces en su mesa, luego de tener dos orgasmo al sentirse tan sensible.

Amaba esa parte de el, cuidarlo, ya qué era suyo, también cuándo la vergüenza parecia desaparecer, tomaba la iniciativa cuándo se sentía bien, por que el adulto lo hacía sentir tan bien.

Cuándo su superior lo rodeaba con su mirada, significaba qué lo habia provocado, se habia puesto una camisa algo ajustada, quería verse bien para el adulto, necesitaba verse bien.

Recoger sus cosas, en medió de la clase, que fueron botados por el adulto, con un único objetivo, se volvia loco con cada tacto, con cada cosa que hacía el profesor.

Sentía qué cada emoción recorría su cuerpo con fuerza, tantas cosas al mismo tiempo, y aún no pierde la cabeza.

¿Trató amable? [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora