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Cuándo debía corregir las actividades de sus alumnos siempre lo estresaba un poco, pero no demasiado para irritarse, porqué sabia bien, quien tendría el puntaje mas alto, aunque el amigo de Harrison, era un completo imbecil, siempre estaba para el, pero lo qué siempre le molestó, era ese acercamiento que tenían y parecía que su alumno no comprendía del todo.

Lo qué si le encantaba de su chico, era cuándo estaba confundido, le habia dado su sueter al notar cómo habia comenzado a temblar de frio, lo había disimulado bastante.

Lo provocaba demasiado, sabía lo qué estaba haciendo, pero el debía seguir explicando su clase, mirando discretamente las piernas abiertas de su alumno.

Cuándo lo tenía en su oficina, aguantando sus gemidos, amaba todo de el, estaba encantado con su alumno, hacerlo sentir satisfecho lo hacía sentir bien.

El era tímido, amaba eso de el, al no querer pedir nada, al tener qué saber lo que quería exactamente su alumno, sabía que estaba con apetito, pero quería escucharlo de el mismo, qué le dijera cuándo necesitará algo, ya que el dinero nunca había sido un problema.

Pudo notar la incomodidad de su alumno, era extraño, pero sabía que pasaba algo, al enterarse que el suplente de geografía habia invadido su espacio personal discretamente lo enfurecia.

Era su chico, lo pensaba dejar en claro a todo el mundo si hacía falta, marcar lo qué era suyo, para que supieran qué el no estaba sólo, ya qué no dejaría qué nadie lo viera.

Su celular vibró, era Harrison, estaba en problemas sólo por qué un idiota lo vio entrando a su oficina.

-El señor Harrison me ayuda con mis papeles algunas veces, por eso entra a mi oficina la mayoría de veces, ya qué las actividades de los alumnos se acumulan y no puedo sólo, supongo qué eso no es problema, ¿Verdad señorita directora?

-Para nada señor William, supongo que hubo un malentendido, esperó esto no vuelva a ocurrir.

La mujer había mirado seriamente al alumno que casi había hecho un escándalo por una tontería, los dos se habían sonreído discretamente, sintiendo satisfacción por un momento.

Entraba al departamento de su chico, las veces qué quería, ya qué el lo necesitaba, sabía que estaba insatisfecho y necesitaba que lo tocará, le encantaba jugar con su alumno, escuchándolo gemir tan fuerte cómo podía, mientras sólo sus manos se encargaban de todo su cuerpo.

Su alumno podría fácilmente confundirse con un gato, ya qué buscaba mimos la mayoría de veces, necesitando atención, por eso acariciaba cada parte de su cuerpo con delicadeza, mientras notaba su sonrisa.

El podría hablarle a cualquier hora, era la única persona a quién le contestaba a la madrugada, realmente lo amaba, pero, cuándo el decía que lo necesitaba, debía saber que tanto lo estaba pensando, porqué su chico, necesitaba satisfacer sus necesidades y el no podía negarse.

Cuándo iba al departamento y lo encontraba con las piernas abiertas cómo lo había ordenado, podía sentir que comenzaban a entenderse, esa noche, le dio algo más qué solo dedos.

-Te has portado demasiado bien pequeño, es momento de hacer que tu placer aumenté.

Sabía que le gustaba cuándo le hablaba así, podía ver su cara de excitacion, esperando con ansias de ser tomado y penetrado.

Lo había satisfacido cuándo notó sus piernas completamente dormidas en la tercera ronda, había dejado su abrigo esa noche, ya qué no sabía cuándo su alumno tendría otra ves ganas de sentirlo.

Le encantaba aclararle a su chico, que haría todo por el, ya qué sonaba tan inseguro de ser cambiado y reemplazado por alguien más, le recordaría que el era su alumno, su pequeño, qué el era especial, antes sus ojos.

Sabía bien que a Harrison, le encantaban los niños, sabía de las veces qué esperaba para consentir a su sobrino y cuidarlo.

Lo admiraria las veces que sean necesarias, había estado encantado con sus ojos brillantes, ni siquiera necesitaba disimular, ya que aquella marca en su cuello, era lo que representaba que era de el.

Siempre odio cuándo alguien que el no conocía se le acercará demasiado, al escuchar que esa chica se había confesado a Harrison, le hirvio la sangre, pero sabía que su alumno era un buen chico, sabía que el lo era todo.

Los días que recibía el café de parte de el, no podía dejar de admirar su belleza, porqué sabía, qué amaría más qué nada a ese chico, desde el primer día.

¿Trató amable? [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora