Capítulo 13

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Las cosas se calmaron después de ese suceso. Samuel dejó de entrar a su cuarto en las noches y ella lo agradeció profundamente. Sólo se encontraban cuando ella bajaba a comer, cosa que no era tan seguido. Él solo la miraba y se retiraba sin decir nada. Eso le rompió aún más el corazón. Ese bebé también era de él, y le había dado igual. ¿Qué hubiera pasado si hubiera nacido?

Todo el tiempo pensaba en ese bebé. Miles de preguntas en su cabeza a todas horas. ¿Cómo hubiera sido?...¿Acaso crecería feliz? ¿Y su vida mejoraría? ¿O también viviría lo que ella pasó?

Eso la destrozaba profundamente, tanto por la culpa, pero también porque, muy en el fondo, en medio de sus pensamientos de angustia y desesperación, llegó a anhelarlo con todo su corazón. En algún momento imaginó acunarlo en sus brazos, contar sus deditos, besar su cabeza y verlo dormir.

Se alegró de que no hubiera nacido. Y no porque no lo quisiera. Lo quería tanto, que prefería que las cosas hubieran pasado de esa manera. Porque no quería que sufriera como ella, que creciera en un ambiente violento y sin amor. Que creciera sintiéndose culpable por nacer, cuando ni siquiera lo había pedido. Que la viera llorar desconsoladamente. Que su madre lo odiara porque era producto de algo desagradable. Pasaba horas viendo el techo, pensando y dando vueltas una y otra vez, con las lágrimas agolpándose en sus ojos.

¿Cómo había crecido tan rápido sin darse cuenta?

Dominó todo el tiempo estuvo a su lado. Nunca se despegó. Incluso en el baño intentaba acompañarla, cosa que la hacía reír pero tenía que dejarlo afuera. No hace falta decir que también secó sus lágrimas siempre. Era lo que más amaba en el mundo, lo único que le daba esperanzas y alegría en medio del infierno en el que vivía.

Los días pasaban lentamente, como las gotas de la lluvia se deslizan por las ventanas. Durante ese tiempo, ella se incorporó nuevamente a su rutina de limpiar la casa. No cocinó por el miedo que le causaba que Samuel la golpeara otra vez. Prefería dejar todo limpio para que él no reprochara nada. Sabía que si tardaba en volver a sus actividades le iría peor.

Pasó un mes y él ahora empezó a acosarla y hostigarla. Cómo si todo ese tiempo se hubiera preparado para arruinarla otra vez. La veía lavando o limpiando y se acercaba a abrazarla y toquetearla, a pesar de que ella se apartaba, murmurando disculpas. La sorprendía pegándole una nalgada de repente, y riéndose al ver el susto que le causaba.

Le tironeaba del cabello, cuando la veía desprevenida. Incluso la hizo tropezar cuando atravesaba su pie por el camino.

Pero cada vez llegaba más lejos. ¿Más lejos, después de lo que había pasado?

Una noche, ella bajó por un vaso de agua en silencio. Apenas estaba buscando el vaso cuando Samuel apareció entre las sombras para besarla a la fuerza. Ella se sacudió, tratando de quitárselo de encima, pero la tomó fuertemente de las muñecas, apretando cada vez más. Entre ese jaloneo, él le murmuró que extrañaba visitarla, que ahora sí tendría más cuidado, y que no se hiciera del rogar.

Y el miedo de que volviera por las noches a verla regresó con más intensidad.

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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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