𝙏𝙝𝙚 𝙑𝙞𝙘𝙩𝙤𝙧 ||Coriolanus Snow [#1: El inicio de todo] (En Edición)

Epílogo

Coriolanus caminaba por la tarde en las calles del Capitolio, recién salía del funeral de la joven, tal y como ella juro que sería, enorme, miles de flores y miles de lágrimas, un desperdicio en alguien como ella pensó el.

Gaul sabía perfectamente que antídoto darle a su alumno estrella cuando el llegó desesperado, ella siempre fue consiente de la desaparición de uno de sus más letales venenos, Coriolanus se detuvo a mirar la majestuosa fuente con estatuas, probablemente sería destruida pues la sangre seca seguía ahí y el agua de sangre también, nadie se había atrevido a limpiar o a tocar, era arte ante sus ojos.

Coriolanus cubrió su boca con su pañuelo blanco mientras tocia, esas malditas anginas por el veneno nunca se irían de su vida gracias a la maldita serpiente de Anatolia, escupir sangre toda su vida resultado del veneno sería un maldito recordatorio la mayor parte del tiempo de ese cabello castaño, de esos ojos saltones, del maldito color rosa y cualquier color pastel; pesadilla era una palabra, Lucy Gray y Anatolia Ravinstill el significado.

Sin duda el pensó que extrañaría aquel cuerpo desnudo contra el suyo por las noches, pero era un inicio, el sabía que encontraría a la mujer perfecta, hizo su propia lista mental de lo que el buscaría de una mujer ideal.

De cabello suave y largo.
Ojos dulces.
Rostro femenino.
Colores oscuros en sus ropas.
Reservada.
Callada.
Sumisa y débil ante el.
Obediente pero el punto más importante siempre sería aquel que tanto había buscado toda su vida: lealtad.

Coriolanus esbozo una retorcida sonrisa de victoria mientras se daba la vuelta y seguía con su camino, vestía un limpio y perfectamente planchado traje negro, se veía tan poderoso, se sentía poderoso, lo que más amamos es lo que nos destruye.

Sejanus amaba la libertad y querer extender sus alas y volar lo llevo a la ahorca, claro con un charlajo de por medio y no precisamente el ave.
Lucy Gray amaba la confianza y seguido a Coriolanus, pero la confianza no existe, no en la persona correcta.
Anatolia amaba el poder, un poder más fuerte del que podía controlar, si hubiera cerrado la boca su plan habría funcionado pero claro, también amaba hablar y retar, celebrar antes de tiempo.
Coriolanus amaba el control y estaba de acuerdo con el Capitolio, ambos curiosamente iban de la mano, tendría un fin y lo tenía en claro pero no tan pronto.

Ni en sus más oscuras pesadillas se habría dejado acabar por un Highbottom, ni tío ni sobrina pudieron hacerlo, menos una vil cantante y menos un llorón como Sejanus pensó el.

Pobre de la mujer que les siga, pobre se la mujer que llegue a su vida en otro momento, pero eso no le era relevante, no lo sería por un tiempo: solo poder, dinero y estatus.

Los Snow siempre caen de pie.

Continuación: «Black Swan» Disponible en mi perfil