Capítulo 9

6 2 0
                                    

¿Cómo era posible que a alguien le cambiase la vida de la noche a la mañana?

Creemos tener una vida perfecta, con una familia perfecta y un novio perfecto, pero la perfección está mucho más lejos de la realidad.

En mi vida todo iba muy bien hasta que apareció él, arrasando allá donde pasase como un huracán hambriento.

Bajé la mirada a mis manos manchadas de rojo carmesí. A mí ropa tintada del mismo color.

No sabía que hacer para quitarme toda aquella sangre de encima.

A mamá iba a darle algo como me viera llegar a casa en este estado y papá iba a matarme. Puede que la sangre que tenía encima no fuera mía, pero pronto lo sería como apareciera por casa en este estado.

El ruido de una puerta llamó mi atención y pronto el chico que nos había ayudado apareció frente a mí.

-Todo listo, guapa. Me costó que se quedara quieto a la hora de cocer la herida, pero ya está bien. –Me miró de arriba a abajo con el ceño fruncido. – ¿Por qué no te das un baño en lo que Mich se recupera? Aunque no creo que pueda moverse hasta mañana.

Tragué saliva.

¿Y si él no podía moverse hasta mañana que iba a hacer yo? Estaba en un barrio desconocido, en casa de un tipo desconocido y manchada completamente de sangre. Ni loca me iba a poner a jugar a la aventurera por esas calles de madrugada.

-Toma, voy a darte ropa limpia y toallas. Ese capullo fue un afortunado de tenerte cerca. –Lo seguí en silencio hasta lo que parecía un baño pequeñito. –Por cierto, soy Morgan.

-Hera...

-Lo sé. Mich no ha dejado de susurrar tu nombre ni un momento. –Esas palabras me hicieron estremecer.

¿Michael susurraba mi nombre en sus momentos de delirio?

-Estuve tentado en llamarte para que estuvieras a su lado, pero recliné la oferta enseguida. No quise que fueras una distracción más que una salvación. Venga, dúchate y acuéstate un rato. Igual lo mejor es que pases la noche aquí.

Dicho esto, cerró la puerta tras él sin darme tiempo a la réplica.

¿Qué me pusiera cómoda había dicho? Hmm... Era mejor eso que vagar sola en las calles con vayan a saber quién.

Me desvestí rápidamente metiéndome en la bañera queriendo quedarme limpia.

La sangre y yo nunca nos habíamos llevado bien. Yo era de esas personas que siempre cerraban los ojos a la hora de hacerce un análisis, o de fatigarme en cuanto veía sangre, pero esta noche...

Esta noche tuve que tirar de todo el autocontrol que tenía para poder ayudar a Michael.

El color carmesí se mezcló con el agua y pronto una cascada roja caía sobre el suelo de la bañera haciéndome suspirar.

Insistí mucho en que debíamos ir al hospital, en que esa herida necesitaba puntos urgentemente, pero Michael era tan testarudo que se negaba diciendo que conocía a alguien que lo ayudaría mejor que en un hospital.

Por eso acabamos aquí, en casa del tal Morgan.

Salí de la ducha tras aclararme el cuerpo para vestirme con la ropa que me habían dejado.

Acto seguido, me dediqué a enviarle un mensaje a mi hermano para que le dijera a mamá que no se preocupara por mí, que estaría en casa de Emmy y que llegaría mañana por la mañana.

-¿Ya? ¿Quieres algo para comer? –Negué con la cabeza. –Bueno, pues si cambias de opinión la cocina está por allí. –Señaló hacia una puerta de la izquierda. –Yo estaré por aquí por si Michael empeora.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 7 hours ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Agapē. Legado Beaumont. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora