𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 1: 𝒱𝒶𝒸𝒶𝒸𝒾𝑜𝓃𝑒𝓈

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𝐕𝐀𝐂𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒
Madeleine Miller
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La isla de Hawái me recibe con sus magníficas olas. Observó la arena en mis pies y dejo que el agua poco a poco la quite. El traje de bikini rosa se ajusta a mi voluptuoso cuerpo haciéndome sentir poderosa y hermosa. Miro de reojo a las únicas personas especiales en mi vida, las personas que me dieron la mejor crianza y educación que cualquier otra persona puede tener.

Desde pequeña han sido sinceros conmigo, recordándome lo afortunada que fui al tener una madre guerrera y que, hasta el día de hoy, cargo con su maravilloso apellido, digno de ella «Miller»

Toco mi collar con la M grabada, haciéndome sonreír al recordar aquel rostro borroso de un hombre que no he podido recordar desde aquel entonces. Sus ojos verdes es lo único que recuerdo, y el gran sentimiento de vacío dentro de mi corazón que nunca he podido explicar.

—¡Madeleine!—grita la persona la cual considero como mi segunda madre

—¡Ya voy!—respondo en el mismo tono

Las duraderas vacaciones llegaron a su fin y con ellas el nuevo inicio de mi carrera. Actualmente ser una de las mejores agentes de COECC me ha hecho obtener un gran reconocimiento a nivel internacional

—Aún no me acostumbro a esto—Marisela pellizca mis cachetes en un gesto tierno

—Yo tampoco, pero como siempre los visitaré cada vez que tenga mis días de descanso—le prometo agarrando sus manos arrugadas

—Como si eso fuera seguido...

—Te enviaré fotos y obsequios cada que pueda, te lo prometo ángel de mi corazón—sonrío rodeándola con mis brazos

—No empieces con las cursilerías Madeleine—el hombre que ha acompañado toda su vida a Marisela, así como también a mí, me regaña cruzándose de brazos

—Y tú con tus regaños Harry—bromeo chocando mi puño en su hombro

Antes de poder articular otra palabra algo tropieza conmigo haciéndome caer de culo. Un perro Golden retriever lambe mi cara dejando saliva por todo lado. Toco mi cara intentando quitarla, pero el perro no se quita de encima. No hasta que un hombre alto le sujeta el collar haciéndolo retroceder al instante

—Lo lamento, Simón se sale de control a menudo—comenta el hombre ofreciéndome su mano la cual acepto para colocarme de pie

—No hay problema—digo en voz baja haciendo una mueca de asco cuando la saliva del perro no quiere salir de mi cabello

Volteo a ver a Marisela y Harry, pero lo único que evidencio es que están intentando no reírse por la situación

—Tienes un poco de...—el moreno toma una hebra de mi cabello blanco limpiándola con su mano. Su acto me toma por sorpresa y giro a ver el perro que no para de mover su cola en mi dirección

—Ya está

—Gracias—sonrío amablemente

—¿No eres de estos lados verdad?—inquiere el hombre

—¿Es muy obvio?

—Normalmente no veo chicas como tú en islas como estas—su comentario hace que arrugue las cejas y lo examine con detenimiento. Un pequeño tatuaje de una estrella sobresale de su cuello, el parece percatarse porque gira su cabeza dándome mejor visualización.

—Mi primer tatuaje a los dieciocho años—sonríe ampliamente reluciendo sus dientes perfectamente blancos

—No está mal—comienzo a recoger todas mis cosas, quitándome la toalla blanca que tengo alrededor de mi cuerpo, guardándola en otra mochila para que no moje las demás pertenencias.

EL ABISMO DEL DESEO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora