Capítulo 26. Ana

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Christian parece haber tomado como una misión personal, el asunto de dejarme embarazada.

Apenas puedo apartarme de él lo suficiente para tomar un respiro y permitirme recaer un poco. Lo admito, mi estado de ánimo no ha sido el mejor a pesar de que ya pasó algún tiempo desde el accidente, y eso lo mantiene preocupado.

Ni siquiera el hecho de que nos mudamos a una enorme mansión a las orillas del Puget lo distrae de su tarea de vigilarme personalmente. Incluso sugerí que debería conseguir un trabajo para que él pudiera volver al suyo. Se negó.

—¿Nena? —aparta la mirada de su laptop y los documentos—. ¿Estás bien?

Fuerzo una sonrisa en mis labios.

—Si, lo estoy. Gracias por preguntar. —presiono mis labios con fuerza para evitar decirle que es la tercera vez en una hora que lo pregunta.

No soy una delicada pieza de cristal.

Agito el cucharón de madera en mi mano en un gesto exagerado para distraerlo.

—La lasaña estará lista pronto y prometo que te va a gustar.

Christian asiente con una pequeña sonrisa y vuelve a sus asuntos en la oficina improvisada que montó en el comedor de su nueva casa. Nuestra, si el anillo en mi dedo es una gran indicación.

Terminé de vaciar toda la carne y la pasta en el molde, ahora solo debo ponerla en el horno. Coloco el temporizador y me sirvo una copa de vino tinto mientras espero.

La puerta de entrada se abre y la cabeza rubia de Taylor se asoma, luego se hace a un lado para dejarnos mirar a Grace Grey, que retuerce un pañuelo de seda entre sus manos. Su mirada vaga por toda la sala antes de volver a su hijo.

—Señor Grey, su madre está aquí. —dice Taylor luciendo incómodo.

Christian se pone de pie al instante.

—Madre... —su tono de voz es muy formal—. ¿Qué haces aquí?

Desde el rincón de la cocina donde me encuentro, puedo ver a Grace destilando nerviosismo y tal vez un poco de terror. Antes de que pueda ofrecerle un asiento y una taza de té, ella habla.

—Bonita casa. El lugar perfecto para una familia.

Christian mete las manos en los bolsillos para parecer despreocupado, pero puedo ver sus hombros tensos. Su madre se mueve unos pasos y sale de mi línea de visión.

—¿Vienes a disculparte, madre?

—Si. —su voz es lo único que escucho—. Cariño, siento tanto haberme perdido esa cena. Y que tu papá no pueda aceptar los cambios.

¿Cambios?

Christian parece tener la misma duda que yo, porque le pregunta:

—¿Cuáles cambios? ¿Te refieres a que Ana esté conmigo en lugar de con Elliot?

Si.

Sus voces se convierten en susurros a medida que se desplazan a la sala, lejos de mis oídos curiosos, y sé que Christian intenta protegerme de lo que sea que su madre diga.

Pero me niego a ser dejada a un lado y dejarlo cargar con toda la culpa de lo que pasó.

Lleno la tetera de agua y enciendo el fuego, coloco algunas galletas y sobres de té en una bandeja antes de moverme hacia la sala lentamente. Los ojos de la señora Grey se amplían por la sorpresa.

—Buenas tardes, señora Grey. —coloco la bandeja en la mesita y camino de vuelta a la cocina por la tetera de agua caliente—. ¿Le puedo ofrecer un té?

No espero su respuesta, lleno la taza de porcelana con agua y dejo el tarro de azúcar a un lado para que pueda endulzar su bebida. Yo hago lo mismo con mi té inglés.

—Ana, es bueno verte, cariño.

Le dedico una pequeña sonrisa que no toca mis ojos.

—También me alegra verte, Grace. Los padres no deberían estar resentidos con sus hijos.

Sé que papá está haciendo su mejor esfuerzo por aceptar la situación y tomar en serio las oportunidades que Christian le ha dado a la nueva empresa. No le gustan las cosas fáciles, pero parece motivado en retribuírle.

—Lo siento mucho por eso. Perder a Elliot es algo muy difícil de procesar para nosotros, una posibilidad que nunca contemplamos. —sus ojos tristes se mueven a su hijo—. Y luego llegas con ese montón de información sobre todas las cosas malas que hizo, y simplemente...

Sé que está luchando contra la emoción que le llena los ojos de lágrimas, su mirada se aparta entonces de su hijo.

—Es muy difícil darte cuenta que tu querido hijo era una mala persona. —su cabeza niega en automático—. Pero incluso sabiendo eso, sigue siendo mi niño, mi Elliot. Nada lo cambiará.

Supongo que no.

Grace se pone de pie, ignorando la taza de té que se enfría en la mesa.

—Siento tanto todo lo que Elliot les hizo. Y por favor, no nos dejes fuera de tu vida, Christian. Eres el único hijo que nos queda.

La señora Grace le besa la mejilla y camina hacia la puerta de entrada. Yo doy algunos pasos detrás de ella porque no he tenido oportunidad de aclarar las cosas.

—¿Grace? —la llamo y ella se detiene para mirarme—. Hace algunos años conocí a tu hijo, y llámalo ridiculez, pero he estado enamorada de él desde entonces. Me gustaría mucho que tú y el señor Grey estuvieran ahí cuando decidamos casarnos.

La expresión de sorpresa en ella hace que mire mis manos y el anillo de diamantes en mi dedo, luego a su hijo. Ahora sabe por qué ambos fueron invitados a esa cena la semana pasada.

Le toma algunos largos segundos sonreír y sentir una sola vez.

—Estaremos ahí, Ana. Incluso si tengo que llevar a mi Carri a rastras.

Ella vuelve a girar y sale por la puerta, con Taylor caminando detrás para escoltarla a la salida. Y estoy tentada a considerarlo como una victoria.

Christian sigue con las cejas fruncidas y las manos en los bolsillos.

—¿Crees que lo harán? —pregunta casualmente.

—Ya lo dijo ella, eres todo lo que les queda, serían muy tontos si se alejaran de ti por algo que alguien más hizo.

Alguien que además ya no está.

Y parece que mi familia no es la única que necesita ser sanada.

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Capítulo nuevo 💙✨

El Otro Grey (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora