Capítulo 1: El misterioso chico en la multitud

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¡GRACIAS POR COMENZAR LA HISTORIA!


En un caluroso día de verano, Jih, un adolescente de 17 años, había decidido salir de su casa en busca de un alivio para el sofocante calor. El sol brillaba implacablemente mientras caminaba por las bulliciosas calles de la ciudad. Sus pasos resonaban en el pavimento caliente mientras el sudor perlaba su frente. La idea de un refrescante helado se había apoderado de su mente, convirtiéndose en su motivación para enfrentar el abrasador día.

En su camino hacia la heladería, una distracción inesperada interrumpió su búsqueda de frescura. Al agacharse para recoger algunas monedas que se le habían caído, sus ojos se encontraron brevemente con los de un chico que destacaba entre la multitud. Una chispa de curiosidad y asombro brilló en sus ojos mientras el joven se acercaba con una sonrisa tímida.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó el joven con voz suave, mostrando una actitud amable y servicial que contrastaba con el ajetreo y bullicio de la ciudad.

—No, gracias, ya casi termino —respondió con nerviosismo, sintiendo una mezcla de gratitud y sorpresa por el gesto inesperado.

Después de agradecerle y despedirse del joven amable, continuó su camino hacia la heladería, donde finalmente pudo satisfacer su antojo de un delicioso helado frío. Mientras saboreaba su helado sus pensamientos volvían una y otra vez al chico misterioso. «¿Quién será ese chico?», se preguntó. «¿Por qué no puedo dejar de pensar en él?».

Decidido a distraerse invitando a su amigo Jei a jugar al baloncesto. Después de enviarle un mensaje, Jei aceptó emocionado la invitación. Ambos amigos se dirigieron a la cancha local, donde comenzaron a jugar y se sumergieron en varios partidos emocionantes. A medida que avanzaba la tarde y el sol seguía brillando intensamente, perdieron gradualmente la noción del tiempo, inmersos en la diversión del juego y la camaradería.

Compartieron risas mientras jugaban.

—¡Eso estuvo increíble! —exclamó Jih—. ¿Qué te parece si tomamos un helado antes de irnos?

—¡Claro, suena genial! —respondió muy emocionado.

Mientras disfrutaban de sus helados, decidió compartir sus pensamientos con su amigo. Él era el único que conocía su secreto y también el único que nunca le había juzgado por su forma de ser. Por lo tanto, expresó su deseo de volver a ver al chico misterioso con el que había cruzado miradas. Se sinceró con él sobre sus sentimientos, explicándole lo que había ocurrido en ese momento.

—No sé por qué, pero no puedo sacarme de la cabeza a ese chico —confesó, desanimado—. Me gustaría volver a encontrarlo.

—Entiendo cómo te sientes, amigo —respondió Jei, asintiendo—. ¿Qué tal si mañana volvemos a la heladería a ver si lo encontramos?

No quiso extender ese tema para que él se despejara y evitará pensar en eso, ya que él conocía el daño que eso le podía causar.

Animados por la idea, regresaron juntos a sus casas para descansar y planear su encuentro en la heladería al día siguiente.

Finalmente, llegó a su habitación y se recostó en la cama, sumido en sus pensamientos. «Mañana será un nuevo día», pensó. «Espero tener la oportunidad de volver a verlo».

...

Al día siguiente, se levantó temprano y se dispuso a encontrarse con Jei en la heladería. Mientras caminaba por la ciudad, una serie de eventos inesperados lo llevaron a descubrir cómo un muñequito se caía de la mochila de un joven. Al agacharse para recogerlo y levantar la mirada para devolverlo a su dueño, se dio cuenta de que ya no había nadie a su alrededor. «¿Cómo puedo encontrar al dueño de este muñeco?», se preguntó, mientras observaba el muñeco entre sus manos.

El muñequito celeste Donde viven las historias. Descúbrelo ahora