Capítulo 2: El encuentro...

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Después de disfrutar del atardecer, emprendió el camino de regreso a casa. En el camino, se encontró con Jei.

Mantenían su conversación mientras caminaban a casa.

—¡Hola! —exclamó sonriendo mientras sostenía el muñequito —. ¿Cómo estás?

—¡Hola! Estoy bien, gracias —respondió sorprendido —. Pero, ¿qué es eso que tienes en tus manos?

Le mostró el pequeño muñequito que sostenía entre sus manos.

—Esto es un muñequito que encontré mientras paseaba —dijo mientras miraba el muñequito —. Vi cómo se le cayó a un chico.

—¿Pudiste ver por dónde se fue? —preguntó con curiosidad.

Continuando su conversación, Jei manifestó su interés en conocer más detalles sobre el chico y su muñequito perdido. Intrigados por la historia, decidieron hacer una pausa en su camino y se sentaron en un banco cercano para seguir hablando. Cuando finalmente se sentaron, siguió contando la historia.

—No pude ver bien por dónde fue —suspiró—, ya que al agacharme a recoger el muñequito, ya no había nadie a mi alrededor.

—No pasa nada —respondió con una sonrisa—, seguro que vas a encontrar al dueño del muñequito.

—¡Gracias! —agradeció, también sonriendo—. ¿Cómo estuvo tu día?

—Estuvo bien, salí a correr un poco mientras escuchaba música, hasta que me encontré contigo —respondió, devolviéndole la sonrisa.

Después de pasar un buen rato conversando y compartiendo momentos con su amigo, miró la hora y se dio cuenta de que ya se estaba haciendo tarde. En ese momento, se levantaron y fueron juntos hasta casa. Al llegar, se despidieron y él le agradeció por la conversación que habían tenido.

—¡Gracias!

—No hay de qué, por eso somos amigos —respondió sonriendo.

—Adiós —levantó la mano para despedirse.

—¡Adiós! —respondió mientras se alejaba.

Finalmente, llegó a casa, listo para descansar después de un largo día buscando pistas sobre el dueño del muñequito. Subió a su habitación para ducharse y cambiarse de ropa, buscando comodidad. Mientras se cambiaba, notó que el muñequito se había caído, así que lo recogió. En ese momento, un aroma familiar lo invadió, recordando al chico cuya mirada se cruzó con la suya mientras recogía las monedas. Recordó el olor a tulipán que emanaba de la zona donde él estaba.

Sin embargo, decidió no darle demasiada importancia a esos pensamientos. Colocó el muñequito sobre la almohada y fue a ayudar a su madre a preparar la cena.

—¡Mamá! —gritó emocionado— ¿Necesitas ayuda?

—Sí, hijo, puedes ir poniendo los platos y cubiertos en la mesa.

—Vale —respondió mientras se dirigía a coger los platos y cubiertos.

Después de una agradable comida con su madre:

—Voy a recoger la mesa. —se levantó con determinación. —¿Necesitas algo más antes de que suba a mi habitación? —añadió con amabilidad.

—No, hijo. Gracias por ayudarme. —respondió con una sonrisa agradecida.

—De nada, mamá. Buenas noches. —se despidió con una sonrisa mientras se retiraba hacia su habitación.

Tras llegar a su habitación se dio cuenta de que tenía que escribirle a Lia para saber si el chico le había respondido.

17 de julio, 20:16 p.m.

Jih:

«¿Te respondió el chico sobre el muñequito perdido?»

Lia:

«Sí, respondió. ¡Es el chico que estabas buscando!»

Jih:

«¡Eso es genial! ¡Qué alegría!»

Lia:

«Le dije a Min de quedar mañana en el mismo parque que la última vez.»

Jih:

«¿A qué hora?»

Lia:

«A las 11:30. ¿Te va bien a esa hora?»

Jih:

«Perfecto, nos vemos mañana.»

Leído a las 20:23 p.m.

...

Al día siguiente, se despertó con la luz matutina filtrándose por las cortinas de su habitación. Bostezó y estiró los brazos antes de frotarse los ojos con las manos. Se sentó en la cama y miró a su alrededor, tomando unos momentos para aclimatarse al nuevo día que comenzaba. Luego, se levantó con determinación y se dirigió al baño para lavarse la cara y ducharse, preparándose para las actividades que tenía planeadas. Una vez listo, se vistió con ropa cómoda y descendió las escaleras hacia la cocina, donde su madre ya estaba preparando el desayuno.

—Buenos días, mamá —saludó con una sonrisa y tomó asiento a la mesa para disfrutar de un desayuno nutritivo antes de partir.

—Buenos días, hijo

Después del desayuno, sacó su móvil y envió un mensaje a Lia, confirmando el plan para devolver el muñequito perdido. Mientras esperaba la respuesta de Lia, completó sus preparativos para salir. Una vez que Lia confirmó y estaban en camino al lugar acordado, él sintió emoción por la perspectiva de reunirse con ella y devolver el muñequito a Min. Con una sonrisa en el rostro, se despidió de su madre.

Su madre lo llamó justo cuando él iba a salir por la puerta.

—¡Jih, dejaste tu móvil sobre la mesa! —gritó para que la escuchara.

—¡Oh, casi se me olvida! —estuvo tan absorto en sus pensamientos que olvidó por completo—. ¡Gracias!

—De nada, que tengas un buen día.

—Adiós —se despidió saliendo de casa con alegría y un poco nervioso.

En el camino, su móvil sonó.

18 de julio, 11:13 a.m.

Lia:

«Ya hemos llegado. ¿Estás a punto de llegar?»

Jih:

«Sí, ya estoy a punto de llegar.»

Al enviar el mensaje, sacó el muñequito de su bolsillo y lo miró detenidamente, diciéndose a sí mismo: «Por fin vas a volver con tu dueño». Lo volvió a guardar y comenzó a caminar. Al llegar al parque, se asomó con curiosidad, esperando ver a Lia con el misterioso chico, Min. Sin embargo, lo que vio lo dejó sin aliento, incapaz de enfrentar la situación. Sin poder reunir el valor para devolver el muñequito, se dio la vuelta y corrió de regreso a casa. Al llegar, se encerró en su habitación, se tiró en la cama y sacó el muñequito mientras lo olía, desencadenando un recuerdo...

El muñequito celeste Donde viven las historias. Descúbrelo ahora