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Husk odiaba muchas cosas.

Y a pesar de que el hotel se había vuelto, hasta cierto punto algo no tan asqueroso para hacer a diario... Desde el último exterminio todo se sentía peor. Solo un basurero.

La princesa del infierno había pedido que se reunieron en el salón principal. Angel estaba en un sillón, con su cuerpo desperdigado sobre el. Derretido, pensó Husk. La araña se veía terriblemente mal, seguramente ahora estaba en medio de una espantosa resaca, temblaba y bostezaba, claros signos de que había consumido drogas y quizá el efecto ya estaba pasando. Angel, que al principio parecía ser un buen ejemplo de la redención, ahora solo demostraba la peor pesadilla de la princesa: Que la redención no era posible.

Suspiró. Se mantuvo de pie al lado del sofá de terciopelo rojo en el que estaba sentado Alastor.

El también se veía muy mal.

Desde hacía dos meses Alastor había perdido algo de su característica personalidad. Lo veía, la sonrisa trabada en sus labios, pero los ojos ... Los ojos no mentían, era claro que estaba cansado. Irritado. Nunca explico la razón, pero era claro que ese mal humor se había convertido en algo persistente.

– ¿Cuánto más va a tardar? Tengo cosas que hacer – Soltó Husk, cruzando sus brazos y rodando los ojos con hastío.

– Charlie está por llegar. Solo necesita arreglar un par de cosas – Explico Vaggie, mientras se sentaba en una silla de madera con cojines negros. Miro a Angel – Carajo, Dust... Estás hecho mierda. – arrugó la nariz.

– No me digas. – balbuceo – cuando tú opinión sea una línea de coca, me la das.

Ella gruño, pero antes de poder responder, los sonidos de las pisadas rápidas por la escalera hizo que todos se giraran hacía Charlie. Salto los últimos dos escalones y llegó hecha una ráfaga al centro del salón.

– ¡Muy buenas noticias! – exclamó ella con la respiración acelerada y una sonrisa triunfal. Nadie respondió. Todos tenían los seños fruncidos. – Eh... Bueno, creo que los ánimos no están de lo mejor... Quizá pueda...

–¡Te juro por dios que si empiezas a cantar me voy a dar un tiro en la cabeza! – amenazó el bar tender.

Charlie Carraspeó – B-bien... Eh, solo les diré la noticia ¿Está bien? – intento sonreír de nuevo – Verán, hace un par de meses me encontré algo sumamente impresionante. Al principio no lo mencioné por qué creí que debía esperar y analizar la situación pero, ahora creo que es adecuado...

–Al grano, niña. Algunos tenemos dolor de cabeza – bramo angel mientras frotaba su frente con sus manos superiores.

Charlie suspiró. – Bien, bien... Les presento a nuestro nuevo residente. – volvió a correr, pareció ir a las escaleras y regreso con algo cubierto por una manta en los brazos. Miro a Vaggie la cual se levantó y se acerco. – ¡Con ustedes! ¡Les presento a ...! – Vaggie quitó la manta... Y ahí estaba. – ¡A Berry!

La mandíbula de Husk callo como una pala mecánica. Era... Una araña. Media quizá lo que un bebé de seis meses, cubierto de pelo blanco con manchas rojizas, sus ojos también eran enteramente rojos y parte de esa pelusa en su cuerpo, se abultaba debajo del cuello.

Husk y Vaggie miraban de eso que parecía ser un niño a angel. Luego de angel al niño.

– No puede ser...– murmuro el felino.

– Mi amor... Es... ¿De dónde sacaste...?

–¿He? Oh, lo encontré en el cobertizo hace meses... Aunque era mucho más chiquito. Entraba en la palma de mi mano. – desvió la mirada – ¡No quería ocultarlo, Vaggie! Solo.. ¡Necesitaba tiempo para pensar!

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⏰ Última actualización: Feb 10 ⏰

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