Agnes perdió la noción del tiempo tendida en una camilla, al abrigo de aquel espacio curativo que Odren había llamado La burbuja. Cuando despertó, la noche había caído sobre la esfera. El resplandor plateado de la luna iluminaba con nitidez un bosque salvaje que se cernía sobre las curvadas paredes de cristal.
Nada de aquello era concebible en Kha, donde inmensos jardines diseñados al detalle se extendían eminentemente para su contemplación, bajo sistemas perfectos de luz artificial. Las estructuras doradas se abrían al cielo bajo supervisión meteorológica. El deterioro de la capa de ozono no permitía una apertura permanente, pero los filtros implantados por el gobierno de Kha, permitían a su gente ver la luz del sol regularmente, al contrario que en los tres Estados donde vivían en una noche perpetua, regulados por lámparas artificiales y termostatos de alta precisión. Se decía que antes de la guerra y de la rotura definitiva de la capa de ozono Soa, Eudon y Treva habían sido Estados prósperos donde las gentes convivían en armonía y la tierra ofrecía todo lo que era necesario. Cuando comenzaron las catástrofes naturales y los temblores, el aire se fue haciendo irrespirable y en las aduanas colapsadas de pura angustia únicamente lograron salvarse los que compraron su vida a peso de oro.
Después de la gran devastación el mundo no volvió a ser el mismo. Una era de desastres había cambiado el destino de la humanidad. Agazapados como en una fortaleza, los oligarcas de la tierra se habían refugiado en un territorio privilegiado, intocado por las inclemencias, y al que renombraron Kha. Aquel minúsculo paraíso debía ser blindado. Los supervivientes se movían en círculos a su alrededor, inmigrantes provenientes de Soa, Eudon y Treva, con la desesperación de animales moribundos.
Durante años la lucha contra la inmigración ilegal fue cruenta. Una primera medida, apoyada por la mayoría de los líderes en Kha, fue mejorar la situación en los propios Estados dado que el índice de mortalidad, en concreto la mortalidad infantil era tan alta que desembocaba en huidas inhumanas, favorecidas por las mafias, a sabiendas de que muchos de los habitantes preferían morir luchando a elegir una muerte silenciosa y sin sentido.
Agnes sintió que le temblaban ligeramente las manos y volvió al momento presente. A la burbuja llegaba rumor de música y murmullos de conversaciones, provenientes de algún paraje cercano. Advirtió entonces que en sus hombros y en sus tobillos se insertaba algo frío, como manos metálicas introduciéndose bajo la piel, tentáculos finos de los que fluía una savia que iba transitando por su espalda y sus piernas. Pudo sentir el recorrido del líquido. No era doloroso, al contrario, fluía con una densidad fuerte y se llevaba consigo el dolor, arrastrando la sensación a su paso.
Las imágenes de Kha seguían irrumpiendo en su memoria como ráfagas cortocircuitadas, sin línea ni centro. Se hacían nítidas en ausencia del dolor y así podía entrever instantes claros.
Sus padres antes de que partieran a Siluth. Sus verdaderos padres. Ella apenas tenía once años pero lo recuerda bien. Dijeron que era necesario, que enviarían dinero desde allí, que volverían a por ella. Siluth era entonces la única esperanza de un mundo nuevo. Horas después ella era trasladada desde el infierno de Eudon al extraño lugar donde las bombas no estallaban en las calles ni las alarmas saltaban a media noche. Este es tu nuevo hogar, le dijeron. Aquí perteneces. Pronto olvidarás lo que has vivido hasta ahora. Los ojos de su madrastra la contemplaron con una mezcla de compasión y extrañeza. La primera vez que se sentó a su mesa fue también la primera vez que experimentó sensación de saciedad. El hambre era una constante en Eudon. Nadie se dará cuenta, no será un problema. Murmuraba la madrastra una y otra vez. Y así pasó meses sin salir de casa, hasta que su pelo creció y su piel adquirió el tono sonrosado de los niños de Kha. Nadie se dará cuenta. Y así fue.
En la biblioteca Alanna, Didier y Odren trataban de ponerse de acuerdo. Allí se reunía la mayor parte del pueblo de Innerisland al llegar la noche. El olor a café y las conversaciones amortiguadas eran el contrapunto a las prohibiciones principales de los tres Estados. Allí había diferentes religiones, razas y creencias. Una mezcla de este tipo jamás podría ser encontrada en Soa, Treva o Eudon desde que en Kha se dictó el Triple Decreto Para La Independencia. El Triple Decreto dividiría de facto a los tres Estados aunque nadie lo sabía entonces. Era, como se decía en Kha, ya que de ella nada se supo en los Estados, una norma suprema, unilateral y secreta. Mediante El Triple Decreto se implantó una religión oficial distinta en cada Estado, la religión mayoritaria, y se castigó con pena de muerte cualquier otra práctica religiosa dentro de cada Estado.
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Innerisland
Science FictionSinopsis Innerisland se desarrolla en una realidad distópica en la que líderes religiosos extremistas, a la sombra de los mas poderosos lobbies financieros mundiales que viven a salvo en KHA la zona menos azotada por la devastación climática, se h...