INNERISLAND/ 4 / VIAJE A SILUTH

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Agnes había soñado con una playa blanca, desierta. Caminaba desnuda por la orilla y no sabía cómo había llegado allí. Temía que la estuvieran siguiendo. De pronto, un espejo roto sobre la arena le devolvió su imagen, un rostro hermético de boca desbordada y ojos ligeramente asimétricos. Soy yo, decía una y otra vez. Soy yo. Un hilillo de sangre espesa brotaba de la comisura de sus labios. Miró en la palma de su mano y allí estaba, una caja de cerillas en la que se podía leer "Blue Moon". Soy yo, soy yo, soy yo...el eco de su voz reverberaba en la playa como si se tratase de una extraña placenta sobreexpuesta a una luz blanca cada vez más fuerte.

Emergió del sueño bruscamente, empapada en sudor, sintiendo que le sobrevenían el asma y una sed insoportable. Su habitación era una pequeña burbuja desde la que podía contemplar el cielo estrellado, lo cual no fue suficiente para calmar su estremecimiento inicial.

-Aquí en Innerisland se ha decidido por unanimidad viajar a La Colonia de Siluth- Odren hablaba con palabras hondas que flotaban entre todos los presentes- Didier y yo emprenderemos el viaje esta noche. Alanna nos guiará desde aquí, será nuestra brújula. Su alter ego nos espera al otro lado. Como sabéis, éste es el primer viaje a Siluth desde que llegamos a Innerisland y el motivo es la necesidad apremiante de lisargina. Necesitamos liberar a las gentes de los Estados de la tiranía extremista, pero mientras estén bajo los efectos de la vacuna, ellos mismos aceptan la mentira, sólo una dosis de lisargina, que en un cuerpo sano produciría efectos nocivos, a las personas que viven bajo la influencia de la vacuna les permitirá recuperar el libre albedrío y la memoria-

-Hay generaciones perdidas-una voz se alzó de entre la multitud.-Me refiero a los niños, ellos no tienen memoria, no hay recuerdos de libertad en los niños de los Estados, el odio religioso es todo lo que tienen-

-Debemos arriesgarnos. Unos lucharán por otros, igual que les han arrastrado con ellos a la esclavitud-

Un rumor de aprobación invadió la sala, una cámara en forma de pirámide hecha de cuarzo y cristal, alrededor de la que cientos de inquietas especies vegetales trepaban hacia el cielo.

Agnes, en una de las gradas, casi podía escuchar sus propios delirios cuando Didier se sentó a su lado. La cabeza le latía a la altura de las sienes como si los recuerdos se agolpasen por llegar, desordenados, caóticos.

Todo aquello le era familiar, el eco de la multitud, la pirámide de cuarzo, la presencia callada de Didier.

-Se ha debatido sobre el peligro de la misión. Somos conscientes del alto nivel de riesgo que implica para nosotros y para toda esta dimensión, pero no vinimos aquí para escondernos-el rostro de los presentes se tornó grave.

En ese momento Agnes sintió la mano de Didier muy cerca de la suya, sobre sus dedos, en su mano, exprimiéndole el aliento.

-Fanáticos de dios están pasando a cuchillo a niños de los tres Estados por el bien de nada-

-Te vas a Siluth-Agnes dijo sin mirarle.

-Y voy a volver-

-Me duele mucho la cabeza, recuerdo cosas inconexas, tengo miedo de estar volviéndome loca-

-Se te pasará, las visiones, el dolor, todo pasará y entenderás para qué estás aquí-

-Lo estamos viviendo. No hay un solo día en que un niño o una mujer de Innerisland no caiga abatido como una sombra, es su muerte violenta en la otra brana. Tenemos que detenerlo-

El tumulto creció entre los habitantes de la isla que arengados por Odren estaban dispuestos a la lucha.

La noche había comenzado a caer de nuevo sobre la isla y una luz naranja giraba en el cielo, aterciopelada y tenue, de una belleza hipnótica, inimaginable en la dimensión de origen.

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