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Ya era por la tarde. Según Minji, esta era la recta final, tenía miedo de haber sido completamente "trolleada", pero tenía fe de que algo bueno se encontrara allí.

Para su mala suerte, no tenía una hora exacta de llegada, así que decidió ir a las cinco de la tarde, cuando acabe de ordenar su cuarto y de hacer tareas, el hecho de que este participando en un tipo de juego con cartas de dudosa proscedencia, no significaba que debía descuidar la escuela y su vida personal.

Minji se cambió con ropa casual pero deportiva a la vez, sabía perfectamente que habría un cofre ahí, pues dijo que era una busqueda del tesoro, y los tesoros están en cofres bajo la tierra, ¿no?

Kim se dirigió al muelle caminando, estaba ansiosa pero a la vez quería ir a descubrir qué había ahí. Caminó unas... ¿cuatro? ¿cinco cuadras? Y llegó algo agotada. Cuando llegó al muelle, pareció no ver nada curioso, pensó que la estaban trolleando totalmente, pero luego vio una carta con su nombre.

Ve al acantilado del muelle, Min.

Minji resopló y observó lo alto que quedaba el acantilado y cuanto tenía que caminar, suspiró y volvió a caminar, dios mío, sentía que sus piernas se caerían.

Caminó unos siete kilómetros hacia arriba para llegar al acantilado, estaba vacío, solo había una chica mirando hacia abajo, Minji creyó que se suicidaría, pero hasta que no notara algo peculiar, no intervendría.

En el acantilado encontró otra carta.

Estoy aquí, Min

Minji frunció el ceño y comenzó a mirar a sus lados, luego una suave voz habló.

— Solo necesitaba un tiempo.

Kim se dio la vuelta para mirar a la chica que estaba mirando hacia bajo anteriormente —¿Disculpa?

— Hola, Min —el rostro de la chica se dejó ver, era pálido y Minji aseguraría que era la hermana de Haerin.

— ¿Hanni? ¿Eres tú? —sollozó Minji al mirar a la chica a los ojos. La chica sonrió y Minji rompió llanto, corrió hacia ella y la abrazó.

— Lamento haberte hecho creer que morí, Minji —comenzó ella—, me sentía exhausta y quería huir de todo y todos, sé que las engañé a todas y a todos, perdóname.

— N-No t-te preocupes, m-mi amor —tartamudeó la más alta mientras la abrazaba con todas sus fuerzas, definitivamente no se despegaría de ella jamás.

— Te quiero, Min, perdó-

— Yo te amo, Hanni —interrumpió la coreana alejándose lentamente de la australiana.

Hanni limpió las lágrimas de los ojos de Minji para intentar que las suyas no salieran, pero Minji solo agarró sus mejillas y atrajo sus labios hacia los suyos, no sabía si Hanni de verdad quería besarla, pero si no quisiera, podría apartarla fácilmente. Fue un beso suave, cálido y anhelado por la mayor, realmente durante todo el tiempo que creyó que Hanni realmente estaba muerta, ella lo estaba más que nadie, Minji murió el día que vio a ver a Hanni tirada en el suelo en esa habitación, su cuerpo seguía en vida, pero su corazón había dejado de palpitar en el momento que cayó en cuentas que su amada niña había fallecido, pero ahora su corazón volvió a palpitar y, mejor que nunca.

Luego de unos segundos de besos, ambas se separaron, pero aún así no apartaron sus rostros.

— Lamento que amarme haya sido doloroso para ti.

— Nunca lo fue, porque por más que creas que amarnos sea doloroso, siempre podrás saber que, sí, si nos tenemos la una a la otra. Y no tienes que sentirte mal porque yo te ame, tienes que sentirte mal cuando alguna de las dos fallezca en serio y ya no nos tengamos la una a la otra.

— ¿Y si yo fallezco primero?

— Me suicido para que estemos juntas, Hann.

Hanni la abrazó fuertemente.

— Ya nunca tendrás que estar sola, corazón, porque si nos tenemos la una a la otra, nunca estarás sola —susurró Minji.

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