𝕀𝕍

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Silencio.
El silencio gobernaba al departamento de un ambiente, al punto en que pequeños ruidos se hacían notar con entusiasmo; desde el sonido del agua corriendo por las tuberías del pequeño baño al goteo constante del lavaplatos en la cocina, también era percibible el chirrido de la nevera al hacer sus ciclos entre "encendido" y "apagado".

"Clinc-clac"

Oh, vaya.
El reinado de los sonidos pequeño se vio violentado con la risa de un pelinegro y murmullos en tono de regaño por parte del pelirrojo que se oían detrás de la puerta de entrada. Así es, los inquilinos estaban llegando a su pequeño hogar después de una loca fiesta que para una sola persona estaría catalogada como "aburrida".

La puerta fue abierta con dificultad, dejando a la vista al chico más alto que reía a la par que contaba la fantástica historia de cuando cogió con dos gemelos de Suiza. Scott hacia una mueca de asco escuchando cuánto detalle recordaba el mayor, llevándolo a rastras hasta el colchón.

Era increíble el estado en qué el alcohol podía dejar a Wells, tan fuera de si mismo, hasta casi olvidar si quiera quien era Scott Pilgrim.

—Pero, ¿quién podría olvidarse de esta carita? —Canturreó acercando su cara a la ajena, acariciándole la mejilla con la suya propia.

El menor quedó estático en su lugar, frente al colchón, junto a Wallace. Sus ojos viajaron a la cabellera oscura que se interponía en el camino a los ojos del muchacho, sintiendo un cosquilleo donde el chico pasaba suavemente su cachete. —Wallace... —Aunque hablaba con un tono de voz que denotaba incomodidad, esa clase de cercanía no solo no me molestaba, sino que en cierta forma la anhelaba. No recordaba cuando se había vuelto tan adictivo ser mimado por el mayor, ser tratado como una clase de niño al que cuidaba con tanto afán; era un hábito que había desarrollado con el tiempo. nacido cuando la actual súper estrella termino con él, tiempo en que su amigo no le dejo solo y estuvo alli para consolarle.

El pelinegro se liberó del casi abrazo del chico sin ser consciente de la sensación de soledad que dejaba en el cuerpo ajeno. Lanzándose a la cama y quedando boca arriba. — Estar ebrio es lo mejoor...

Scott rodó los ojos al oírlo, seguro iba a estar fastidiando toda la noche. Se levantó en cuanto vio seguro que Wallace no se caería o ahogaria en el  posible caso de que llegara el vomito; y se dirigió a la nevera, dejando tirada su chaqueta en algún lugar de la sala. Hurgó entre los alimentos guardados en el congelador hasta dar con esa paleta de chocolate que había guardado por la mañana y apenas ahora recordaba su existencia.

Tiro la envoltura antes de regresar al colchón. Camino lento hasta dicho lugar, dando por sentado que Wallace estaba completamente dormido, un hecho que no se molestó en confirmar.

—Me alegra que estés mejor. —Habló a su dormido amigo, mordiendo la paleta y haciendo un gesto raro por el frío que chocaba con sus dientes.

Por unos segundos el tic-tac del reloj era lo único audible mientras Scott comía su refrigerio. Fue cuestión de segundos para que se detuviera e hiciera una mueca de incomodidad, mirando con el ceño fruncido ante la confusión que le geraba las caricias que la mano de Wallace le proporcionaba a la suya propia; al verlo pudo notar las mejillas sonrojadas por el alcohol que viaja por sus venas, se movía lento, un poco mareado, el pelirrojo no lo detuvo mas tampoco previno lo que estaba apunto de ocurrir.

La boca del mayor se abrió y estrepitosamente en una acción rápida había devorado lo que restaba del helado del chico.

—Oh, vamos. —Wallace no musitó palabra, solo comía a gusto. Veía fijamente a Scott que parecía suplicarle al helado que se regenerará o reapareciera como cuando aún te quedan vidas en el Súper Mario Bross.

Mi Querido Idiota ♥Scollace♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora