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―Sí, gasto el dinero que obtuve por interpretarme a mí. ―Con una coqueta sonrisa hablaba con el chico estadounidense que había conocido al abordar el avión. Alto, castaño, linda sonrisa y gafas oscuras; Wallace ya lo tendría dentro de su radar o mejor dicho lo tuvo, si tan solo no fuera llegado esa mujer de rulos a sentarse a su lado, a quien presento en ese momento como su prometida. Se habían despedido en el aeropuerto sin imaginar que se encontrarían al día siguiente visitando el mismo lugar. —En un filme canadiense que nunca se hizo. —Terminó de decir tomando una foto más a la Torre Eiffel.

El contrario asentía sonriéndole, atento a lo que el pelinegro decía. En una parte de la conversación que tuvo con la pareja supo que vivían en California y que habían ido a Toronto de paso, visitando a la familia de la chica, así luego ir a acabar sus vacaciones en la ciudad del amor.
Siguieron turisteando juntos por horas, hasta que en algún punto sus caminos se dividieron; ella quería ir al museo y Wallace ya sentía que era buena hora para el cafecito de la tarde. Se despidieron animadamente, intercambiando algunas palabras mal pronunciadas en francés y tomaron algunas fotos antes de la separación.



"Cuando uno llega a París por primera vez, una buena sugerencia es sentarse por la mañana pronto en la terraza de uno de sus cafés y observar lo que pasa a tu alrededor."

Ya eran pasadas las 17:00 horas cuando llego a la cafetería Les Deux Magots, situada en la plaza de Saint-Germain-des-Prés;ésta era una de las muchas cafeterías mencionadas en revistas por ser frecuentada por famosos o tener el mejor ambiente para tomar un descanso de un día ajetreado y vaya que tenían razón.
El ambiente no solo era tranquilo, también era animado y familiar; la vista a esas horas era pintada de hermosos tintes naranjas, desde su lugar veía como pasaba la gente parisina mezclada con turistas de todas partes del mundo, algunos más apresurados que otros.

Se sentó en una de las mesas ubicadas alrededor del establecimiento, esperando tranquilamente a que uno de los meseros del lugar fuera a pedir su orden; un menú le fue entregado y tras ojear serenamente lo que allí se ofrecía hizo su pedido.

—Un café, s'il vous plait. —El pelinegro con camiseta rosa pronuncio de forma "fluida" el pedido que haría, aunque machacando un poco el idioma.

—Même pour moi. —Una voz del otro lado del pasillo se hizo presente.

El chico francés que le estaba atendiendo tomo la orden de los dos hombres solitarios, marchándose y así dejándoles solos. Wallace curioso miro al otro lado, encontrando en la mesa vecina a un asiático castaño de gafas, vestía una camisa blanca manga larga de botones y unos pantalones café con zapatos de vestir.

—¿Otro canadiense? —Preguntó volteando a ver al más bajo. ―Nuestro francés es terrible.

Wallace asintió con una sonrisa serena y el asiático se la devolvió. Acto seguido el de ojos achinados extendió su mano en un saludo cordial, así como lo hacían los grandes ejecutivos al presentarse. —Mobile.

—Wallace Wells. —Estrecharon sus manos.

El chico de tez clara se sorprendió por el fuerte calor en sus mejillas; trato disimularlo, pero era muy probable que el chico se hubiera dado cuenta. Por fuera sonreía, coqueto, con su mirada y gestos relajados, usando esa actitud que hacía voltear al más macho de la tierra de los heterosexuales; y por dentro, todo era un caos, sus alarmas se encendieron al tiempo que su corazón pareció cobrar el ritmo de una banda sonora en Allegro prestissimo con fuoco. (Es en música como se le llama a un tempo/compas muy rápido. Esta en italiano.)

Mi Querido Idiota ♥Scollace♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora