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La noche caía sobre el barrio, y en la casa de Esteban, los preparativos para una reunión entre amigos estaban en pleno apogeo. Si hay algo que me encanta más que una buena fiesta, es una fiesta con los amigos de mi hermano Esteban. Bueno, para ser honesta, más que los amigos de Esteban, es uno en particular: Blas. siempre me ha parecido increíblemente guapo, con su sonrisa encantadora y sus ojos chispeantes. Y esta noche, en la reunión de amigos en casa de Esteban, espero tener la oportunidad de hablar más con él.
Me pongo mi vestido favorito y me aseguro de que mi maquillaje esté impecable. Quiero lucir lo mejor posible, después de todo, ¿Quién sabe cuándo se presentará otra oportunidad para impresionar a Blas? Bajo las escaleras y entro en la sala de estar, donde la música ya está sonando y la gente está riendo y charlando animadamente.
-Sofía!- exclamó Matías, acercándose con una sonrisa -Qué bueno verte ¿Cómo estás?-
-Hola, Mati!- respondí con una sonrisa, devolviendo su abrazo -Estoy bien, ¿y tú?-
-Genial!- dijo él con entusiasmo -¿Quieres algo de tomar?-
-Sí, por favor -respondí, agradecida.
Matías se apresuró a traerme una bebida mientras yo miraba a mi alrededor, buscando a Blas. Cuando finalmente lo vi, estaba charlando con Enzo y Juani, riendo entre dientes por alguna broma que habían hecho. Se veía tan guapo que mi corazón dio un vuelco en mi pecho.
-Aquí tienes -dijo Matías, entregándome la bebida con una sonrisa.
-Gracias, Mati -respondí, agradecida.
Me giré para agradecerle, pero mi mirada se cruzó con la de Blas en ese momento. Sus ojos se encontraron con los míos por un instante, y sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, Blas desvió la mirada y se volvió hacia Enzo y Juani, continuando su conversación como si nada hubiera pasado.
Me sentí un poco decepcionada, pero traté de sacudirme esos pensamientos de la cabeza. Después de todo, Blas ni siquiera sabía que yo existía. Éramos solo amigos de amigos, nada más. Sin embargo, no pude evitar sentir una punzada de celos al ver lo fácil que era para él hablar con los demás mientras yo seguía aquí, en un rincón, observándolo desde lejos.
La noche pasó volando entre risas y conversaciones, pero no pude evitar sentirme un poco apartada de la diversión. Todos parecían conocerse tan bien, y yo me sentía como la extraña en la fiesta. Sin embargo, cada vez que mi mirada se cruzaba con la de Blas, sentía un cosquilleo en el estómago que me recordaba por qué estaba allí.
Finalmente, cuando la fiesta estaba llegando a su fin, decidí que era hora de irme. Me despedí de Esteban y sus amigos, agradeciéndoles por invitarme, y me dirigí hacia la puerta. Sin embargo, antes de que pudiera salir, una voz me detuvo en seco.
-¿Sofía?- dijo Blas, acercándose a mí con una sonrisa cautivadora -¿Te vas ya?-
-Sí, tengo que irme temprano mañana- respondí, tratando de sonar despreocupada -Pero gracias por invitarme, la pasé muy bien-
-No te vayas todavía - dijo Blas, poniendo una mano en mi brazo -Hay algo que quería decirte.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza en mi pecho mientras lo miraba, preguntándome qué podría querer decirme. ¿Sería posible que sintiera lo mismo por mí?
-¿Sí? -dije, luchando por mantener la calma.
-Solo quería decir que... me alegra que hayas venido esta noche -dijo él, mirándome fijamente a los ojos-. Siempre es bueno tener caras nuevas en nuestras reuniones.
Mi corazón se hundió en mi pecho al darme cuenta de que solo me veía como una amiga más. Sin embargo, traté de ocultar mi decepción detrás de una sonrisa amable.
-Gracias, Blas -dije, forzando una sonrisa-. Yo también me alegré de venir.
Blas sonrió y me dio un abrazo rápido antes de dejarme ir. Mientras caminaba hacia mi coche, traté de mantener la compostura, pero una lágrima solitaria rodó por mi mejilla mientras me alejaba de la fiesta, preguntándome si alguna vez Blas vería más en mí que solo una amiga de su amigo.
Mientras caminaba hacia mi auto, tratando de mantener la compostura después de mi encuentro con Blas, me di cuenta de que algo andaba mal. El motor no arrancaba. Intenté varias veces, pero el auto se negaba a encender.
Frustrada y un poco desesperada, miré alrededor, preguntándome qué hacer a continuación. Fue entonces cuando vi a Blas acercarse lentamente hacia mí.
-¿Problemas con el auto? -preguntó, con una sonrisa amable en el rostro.
Asentí, sintiendo un nudo en la garganta. No quería parecer débil frente a él, pero no podía evitar sentirme avergonzada por mi situación.
-Parece que sí -respondí, tratando de sonar lo más tranquila posible.
-¿Quieres que te lleve a casa? -ofreció Blas, señalando su propio auto estacionado cerca.
Me quedé sorprendida por su oferta. ¿Blas realmente estaba ofreciendo llevarme a casa? ¿Después de todo lo que había pasado entre nosotros esa noche?
-No quiero causarte problemas -dije, sintiéndome un poco insegura.
-No es ningún problema -insistió Blas, con una sonrisa tranquilizadora-. Además, no puedo dejarte aquí sola en medio de la noche.
Me sentí abrumada por su amabilidad. Después de todo, aquí estaba él, el chico del que llevaba años enamorada, ofreciéndose a llevarme a casa sin dudarlo.
-Está bien -dije finalmente, aceptando su oferta-. Gracias, Blas. Realmente aprecio esto.
Blas asintió y me indicó que lo siguiera hacia su auto. Me sentí un poco nerviosa mientras me subía al asiento del pasajero, consciente de la proximidad de Blas a mi lado.
El viaje a casa fue tranquilo, con Blas y yo charlando sobre cosas triviales mientras conducía. Me sentí agradecida por su compañía, pero también un poco incómoda por la tensión no resuelta entre nosotros.
Finalmente, llegamos a mi casa y Blas se detuvo frente a la puerta. Me miró con una sonrisa suave en el rostro.
-Bueno, aquí estamos -dijo, apagando el motor-. ¿Necesitas algo más?
Negué con la cabeza, sintiendo un nudo en la garganta. No quería que este momento terminara, pero sabía que tenía que ser valiente y despedirme de él.
-Gracias por llevarme a casa -dije, tratando de sonar lo más segura posible-. Realmente aprecio tu ayuda esta noche.
-No hay problema -respondió Blas, devolviéndome la sonrisa-. Siempre estoy aquí para ayudar.
Nos quedamos mirándonos por un momento, perdidos en el silencio de la noche. Entonces, antes de que pudiera pensarlo dos veces, me incliné hacia adelante y lo abracé, sintiendo su calor y su aroma familiar.
- Gracias, Blas -susurré, sintiendo las lágrimas amenazando con escapar de mis ojos.
Blas me devolvió el abrazo con fuerza, sosteniéndome cerca de él. Por un momento, me sentí segura y protegida en sus brazos, como si todo estuviera bien en el mundo.
- Siempre estaré aquí para ti, Sofía -dijo, su voz suave y reconfortante en mi oído.
Nos separamos lentamente, nuestros ojos encontrándose en un momento de complicidad silenciosa. Luego, con una sonrisa, Blas me deseó buenas noches y me dio un beso en mejilla, y se alejó hacia su auto, dejándome parada en la entrada de mi casa, con el corazón latiendo más rápido de lo habitual.
inspo song ⁚ Tras vos - Nicki Nicole.