Capitulo XI

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La vida de Violeta era un caos absoluto pero tener a aquellas dos chicas riendo mientras charlaban de sus cosas le había alegrado la tarde. Era raro en ella abrirse a no contestar a la defensiva a absolutamente todo lo que le dijeran pero con la morena había bajado los muros y se había permitido interesarse en lo que le contaba, aunque fuera poco. Las escuchaba hablar sobre la vez que se conocieron y sobre las primeras reacciones sobre la otra. A decir verdad, a Violeta se le hacía raro que fueran pareja porque les daba una vibra de amistad enorme.

Las miraba reír mientras dibujaba en su libreta y atendía a las personas que entraban y salían de la librería.

La pelirroja que acompañaba a Chiara se había ido hacia un rato debido a que tenía que ir a una cena familiar así que solo quedaron Violeta y Chiara en esa librería.

Cuando eran las siete de la tarde aproximadamente caminó hasta la barra de café y comenzó a limpiar la máquina. Mientras lo hacía el café restante que quedaba le cayó encima sin querer y pegó un grito al ver que tenía la camiseta blanca prácticamente marrón.

Chiara se levantó para ver qué había pasado y la vio empapada de café y no pudo evitar reir.

—¿De que te ries?—le preguntó intentando esconder la carcajada que estaba deseando sacar.

—De ti—contestó la morena mientras cruzaba la barra para acercarse a ella.—Dios, vaya cristo. Espera que te ayudo.

—No hace falta, en serio.

—Dejame ayudarte que bastante hago en no preguntarte qué que te pasa viendo esa cara de perro abandonado que me llevas.

—¿Y estás confianzas keks?

—Tst, no tienes permiso para llamarme así, no hasta que adivines mi nombre.—sonrió alzando una ceja mientras cogía una valleta para limpiar la máquina que estaba llena de cafe.

—Si así lo quieres......—Violeta cogió otra y se acercó a la mas alta para limpiarla con ella, haciendo que sus manos rozaran.

Uf pensó la granadina al ver sus manos juntas y no poder mirarla prácticamente. Tenía que conseguir su número o al menos saber cómo se llamaba, sino no podria llegar nunca a ser su amiga.

—Voy a recoger vuestras tazas, ahora vuelvo.

—Claro, ve. Ya acabo yo con esto.

—No me rompas la máquina a poder ser.

—¿Por quién me tomas loca?—Violeta caminó hasta la mesa donde estaban todas las cosas de la morena y vio una libreta abierta de par en par por la primera hoja. Cerró la libreta para que no fuera tan fácil para ella que supiera cómo lo adivinó y volvió a la barra con las tazas.

"Chiara's notes"

Se llama chiara, ¡SE LLAMA CHIARA!

Violeta celebró esa información dentro de si como si hubiera ganado cien mil euros y intento disimular.

—Por alguien super torpe, ¿Me confundo, Chiara?

—Bueno...¡ESPERA! ¿Como sabes mi nombre? Si no te lo he dicho—Se giró asombrada y vio a la pelirroja apoyada en la barra sonriendo con unos aires de superioridad que no sabía si amaba o odiaba.

—Un maestro nunca revela sus métodos, ¿No es así?

—Supongo. Lo descubriré, tenlo seguro.—la retó con la mirada y terminó de limpiar la máquina.—Esto ya está, y te recomiendo que te cambies de ropa, vas llena de cafe.

—Pues no tengo nada más así que me tocará ir así, total me da igual.

Chiara la miró y se quitó la sudadera quedándose con el top gris de una estrella que llevaba por debajo.

La chica de la librería || kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora