𝐕𝐈𝐈

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Capítulo número siete.

Capítulo número siete

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Kala. 24 de octubre del año 2023.

Nick pisa el freno justo delante del Despacho de Abogados y me dispongo a bajarme cuando de repente su mano me detiene, poniéndola en mi antebrazo.

— Oye —murmura y le miro confundida—. Solo quiero decirte... —sus cejas están undidas y ante su extraño comportamiento frunzo el ceño— que espero profundamente... —hace una pausa dramática que me hace resoplar y entornar los ojos en una mueca—, que tengas que lidiar conmigo el resto del caso. —sige empleando el tono dramático de antes y ante la estupidez que ha dicho una carcajada quiere abandonar mi garganta.

Y es tanta su inmadurez, que la dejo salir.

— ¿Estás de broma? —pregunto en un tono sarcástico—. Nick, ni en mil años escogería a alguien como tú. Eres un, niño —digo la palabra acentuada— encerrado en un cuerpo de adulto. —hago una mueca de desagrado dándole unas palmaditas en la cara en señal de supuesta condolencia, y ante lo que digo su expresión cambia dramáticamente a una de espanto.

Resoplo desviando la vista y salgo disparada por la puerta del auto hacia dentro del local.

Quiero no, necesito quitarme a este niño de encima.

¿Por qué?, Porque su actitud me estorba. Así me pasó una vez en Buff; Jhon Smith, nunca se me olvida, era tan bromista como si fuera el significado de la palabra por todas partes. Siempre andaba relajado y me molestaba cómo perdía su tiempo en cosas que no tenían importancia. Por eso, Nick Wilson tiene que irse del caso de Kales Miller, por el bien de él. Porque le patearé el trasero hasta hacerlo renunciar él mismo si sigue con sus tonterías infantiles.

Mujer seria, junto a hombre bromista y relajado, no.

No pega ni en sueños.

Una ira surca mi sistema mientras los recuerdos de Jhon me abruman y termino maldiciendo bajo por el enojo. No otra vez. Ya adentro busco con la vista al jefe y al verle, me dispongo a caminar apresurada porque noto que va directo a su oficina.

— Jefe —esfuerzo un poco la voz para llamar su atención y el mencionado se gira con la vista buscándome.

Y al verme sonríe.

— Buenas tardes Sra. Ashley, es un privilegio tenerle aquí. —saluda cordial y ante eso esbozo una sonrisa y me detengo delante de él.

Es mayor, algunas arrugas en su rostro, ojos claros y cabello castaño.

— Buenas tardes para usted tambien. —le devuelvo el saludo y prosigo—: Señor, no sé si lo sabe pero, el martes le pedí al joven que me entregó el caso de Miller que trabajaría sola hasta este viernes, que viene mi compañero de Buff, Canadá —él asiente con el ceño fruncido ligeramente—. Pero ahora Nick Wilson, se aparece de la nada, desperdiciado mi tiempo, diciéndome que.

Ahí me detengo, en ningún momento Nick me ha dicho que el Despacho de Abogados le había enviado.

¿Qué?

Miro horrorizada hacia afuera y él está ahí, recostado a mi vehículo mientras me observa a través de las ventanas abiertas, con una mirada perspicaz y analítica que me revuelve el estómago.

Sra. Ashley, no podía permitir que siguiera usted sola, así no trabajamos en Washington —dice de repente el jefe del Despacho y me giro con la vista algo perdida hacia él—. Y entiendo que Mateo Brown viene, él ya me contactó pero aún así, Nick Wilson no es malo, solo que su actitud es relajada —sonríe un poco pero no me pasa desapercibido cómo tiemblan sus labios, y ante eso frunzo un poco el ceño—, pero créame, ha resuelto casos tan rápido como usted.

Ante eso, una ola de celos golpea mi ego haciendo que tense mi mandíbula. Dios, ¿qué acaba de decir?. Nadie es como yo.

— Si me disculpa, tengo cosas que hacer. Tenga buena tarde. —se despide sin que responda por lo que ha dicho y ante eso gacho mi mirada meditabunda.

Maldición, se sintió como una buena cachetada. Aún así, calma Ashley, tal vez puedas lidiar mejor con Nick. ¿Pero que haya dicho que es tan bueno como yo?

Se siente retante.

Giro sobre mi eje y me dispongo a salir, hablar con Nick, ponernos de acuerdo, ver si tiene algunas pistas sobre el caso, porque a pesar de que me moleste su presencia, esto es trabajo y también compromiso, porque prometí a la Sra. Miller que lo encontraría en menos de dos semanas ¿No?. Así que dejaré mis sentimientos a un lado, y me centraré en lo que importa.

Aunque demostraré que soy mejor que Nick. Puede que seamos un equipo, y vaya que me da asco la palabra.

— Bien, tú ganas —digo cerrando la puerta del Despacho tras mío y pongo ambas manos en mis bolsillos—. Vamos tratar el caso juntos.

Él esboza una sonrisa de satisfacción que provoca que tense mis labios frustrada.

— Pero quien manda, soy yo. —exijo con el ceño fruncido y él sonríe más amplio, como si lo que acabo de decir fuera gracioso.

— A ver nena —el apodo hace que respire profundo por la ira que causa en mi sistema— vamos a trabajar juntos, no significa que alguno de nosotros dos tenga el mando. Así que —mira hacia otro lado con una sonrisa en los labios y a eso se le añade el tono sarcástico que emplea, provocando que encaje mis uñas en los muslos—, los dos, mandaremos.

— Sería un desastre. —expongo obvia a penas termina de decir esa tontería y le miro como un ser insignificante—. Primero que nada, ¿Dónde nos veremos? —cambio de tema rápido y ante la pregunta el pelirrojo hace una mueca de desagrado y a la vez, se queda callado como si pensara en algo.

— Bueno, si la damisela desea —ruedo los ojos ante eso—, podemos vernos en el lugar donde nos conocimos.

— ¿El CoffeeSpress? —alzo una ceja preguntando.

— Sí.

— Bien. —digo seca a penas responde afirmativamente, y me dispongo a irme a la oficina de Gagnon a por más pistas.

A penas pongo mi mano en la puerta del vehículo, Wilson me toma por la muñeca lo cual hace que le mire de golpe confundida.

— ¿Qué? —inquiero alternando los ojos en los claros suyos.

— ¿A dónde vas? —pregunta a penas y su ceño se frunce.

— Pues a seguir investigando —expongo obvia y él resopla.

— Deja eso para mañana, hoy ya fue suficiente. —aparta mi mano de la puerta de mi vehículo—. Te llevo a casa. —dicho esto abre la puerta del chófer y toma el volante.

¿Okey?

Sin decir nada ni chistar, me dispongo a entrar por la puerta de copiloto, con algo de resignación surcando mi sistema y pongo mi trasero en el asiento para arrancar rumbo a mi casa.

***

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Despacho 108 © [Libro 1] | [𝐂𝐎𝐌𝐏𝐋𝐄𝐓𝐎✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora