𝐗𝐕

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Capítulo número quince.

Kala. 29 de octubre del año 2023.

Ante eso, no puedo evitar fruncir un poco el ceño.

Soy consciente de que ahora mismo me encuentro como al principio, sin poder confiar en nadie, solo que hay una diferencia; hay muchas más cosas que sé desde que entré en este caso.

Mientras camino, y observo la hierba perfectamente podada, sin ningún rastro de sangre, me pongo a razonar mejor.

Ya sé el porqué la actitud del chico moreno en mi primer día de trabajo, pues seguro pasó parecido a lo que ha estado pasando últimamente; matan a personas inocentes para desestabilizar emocionalmente a los otros, quizá, hacen atentados, tal vez hasta maten a sus familias para que abandonen el caso, no lo sé, solo estoy observando más allá de lo que una persona normal puede llegar a ver, solo eso. Agradezco que no se sabe dónde reciden mis papás por las noticias, pues me quise recervar esa información privada.

Quien sabe si para este tiempo fue esa decisión.

Sea como sea, la tomé bien.

Justo cuando mis fosas nasales son impregnadas por el olor a sangre seca mezclada con rocío, me doy cuenta de que la hierba bien echa se encuentra manchada de sangre, y con restos de tierra fresca.

Enfoco la raíz de donde vienen, y al chocar con el hoyo profundo echo en medio de la estancia, trago en seco ante el nudo en mi garganta.

Si buscan destruír mi estabilidad emocional, están perdidos.

Me detengo cerca del lugar en donde debió estar el cuerpo de Lee, pongo mis brazos en mi espalda baja mientras observo cada detalle en el lugar.

— ¿No han hallado algo más? —inquiero con el ceño fruncido, buscando alrededor.

— Sí —escucho la respuesta a lo lejos, un tono de voz más joven que el del hombre en canas—. Su esposa estaba enterrada al igual que él en aquel hoyo. —miro hacia atrás para ver dónde ha apuntado y mi vista choca con un oficial joven, cabello negro, ojos almendrados del mismo color, y cuerpo robusto.

Su rostro es serio, imponente, sin embargo también ministra seguridad, serenidad, y paciencia. Su dedo índice alzado apunta a un lugar detrás de mi, y justo cuando giro, noto el otro hueco.

— ¿Y los niños? —inquiero esforzando la voz aún observando el hoyo donde antes estaba el cuerpo de la Sra. Lee, con el ceño aún fruncido.

— Ellos... —alguien más titubea, y por el tono de voz que emplea esta persona, giro mi cabeza curiosa con las cejas relajadas.

Es Nick; sus cejas están undidas y noto preocupación en sus ojos claros.

— Suéltalo —pido al enhiestrarme, en un tono un poco severo, pero demandante—. Ya no estoy como ayer.

— Ellos están degollados —ante eso, trago grueso y una punzada de nervios invade mi estómago—, sus restos deben de estar esparcidos. —noto el tono decaído que emplea.

— ¿Deben? —inquiero mientras me giro completamente hacia el pelirrojo.

Evito mostrar lo estremecido que está mi cuerpo ante lo que Nick me ha dicho.

— Sí, solo hemos encontrado tres pares de brazos —unde sus cejas mientras aún me mira—, eran tres pequeños, dos de aproximadamente cuatro años, y creemos que el o la última víctima tenga cerca de los dos añitos.

Ante eso, cierro los ojos hasta arrugarlos.

Que hostil. Que malvados. Que atroces, ¿Cómo pueden hacerle esto a unos niños?

«Pues alguien que fue enviado sin restricciones, y con intenciones de destruírte». Responde mi subconsciente escaso de delicadeza, y tenso mi mandíbula enojada.

Son horribles.

— No te quise dar todos los detalles anoche por cómo reaccionaste —Nick continúa en un tono sutil, sereno y preocupado—. No quería darte la mala noticia de golpe, podrías haber reaccionado irracionalmente.

— Nick, tú trabajo es dar la información completa, no a medias —dictamino severa, y abro mis ojos a media asta—. Me chocó más al llegar aquí, que lo que me hubiera chocado anoche.

— Quise ser empático —responde en una escusa pobre, pero no me pasa desapercibido su voz medio temblorosa—. No me hubiera gustado que me dieras una noticia tan atroz de golpe, quise ir suave.

— Eso no interesa —le corto de tajo en el mismo tono—, el daño está echo, este tema no lo va a solucionar —hago una pausa y le miro con el ceño fruncido—. Vamos a encontrar pistas, y una maldita solución para evitar que más personas mueran. —suelto en un tono acre.

Ante mi grosería, Nick ladea una pequeña sonrisa burlona aún con las cejas undidas y su expresión de preocupación de antes. Suspiro dejando salir aire por mi boca.

— Necesito que busquen hasta el más mínimo detalle entre los cuerpos enterrados, y dejen los hoyos abiertos —comienzo a caminar hacia afuera de la estancia mientras doy la orden—, ya que puede que nos hayan dejado algún tipo de mensaje.

Salgo por completo del césped, paso por debajo de la cinta amarilla, y después de darle una mirada fija y expresiva a Nick, salgo disparada con ambas manos en mis bolsillos y directo a mi auto.

Me he dado cuenta de que no he ido a ver al Sr. Miller... Tal vez él sepa más de lo que Anna sabía. Aunque no se llevara bien con Kales, estamos hablando de su padre, en algún momento se tuvieron que llevar bien o intercambiar palabras sobre el trabajo.

***

Piso el freno frente a la casa en donde comenzó todo esto, y los recuerdos de Anna Anderson y la primera vez que vine, golpean mi mente haciendo que tense mi mandíbula ante el enojo mezclado con tristeza.

Salgo del auto después de apagarlo, y me dirijo con paso firme y sin titubear hacia la entrada de la puerta de la casa, ya que la del muro se encuentra abierta.

Toco con mis nudillos la puerta suavemente, doy un paso hacia atrás, pongo mis manos en mi espalda baja, y espero una respuesta, mientras, planifico las preguntas en mi mente para no ser tan entremetida, y ministrar confianza.

Pasan unos segundos, la estancia está más silenciosa de lo normal, ni el viento sopla, hasta que la puerta por fin se abre revelando a un hombre de tez blanca, ojos asiáticos heterocromáticos con bolsas, cabello blanco, y avanzado de edad, más que la Sra. Anderson. Su expresión es seria, sin embargo calurosa y amable.

— Buenos días, soy la detective Kala Ashley Campbell —saludo cordial, esbozando una sonrisa.

— Buenos días señorita Campbell —me devuelve la sonrisa apartando la mano de la puerta a medio abrir—. ¿Es usted la que ha tomado el caso de mi hijo Kales? —pregunta sin que su amabilidad desaparezca.

Ante eso, asiento en respuesta.

De repente, su rostro demuda a uno serio, amarrado, severo, y eso me toma por sorpresa.

— Pues ya no —espeta bajo, en un tono acre—. Mi esposa murió por culpa de usted, ya que no debió venir aquí.

Al escuchar aquello, mi sonrisa desaparece de golpe, abro mi boca para poder permitir al oxígeno circular por mi sistema, ya que por un momento, mi pecho se ha comprimido.

— ¿Cree que la causa de que su esposa muriese es yo haber venido aquí? —inquiero perpleja.

***
¡Hola lectores!
Por aquí Bookslove701 les deja éste capítulo, se les ama chicos y chicas🖤.

Espero que les esté gustando la trama✨

Atte: 701.

Despacho 108 © [Libro 1] | [𝐂𝐎𝐌𝐏𝐋𝐄𝐓𝐎✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora