El camino de la Khan

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Su velocidad la hacía casi parecer un destello, el viento golpeando su rostro mientras que su coleta bailaba al son del aire, mientras recostaba su cuerpo sobre su motocicleta, dio una respiración profunda mientras sentía una placentera sensación, esto era algo que realmente amaba.

Ella amaba la libertad, no libertad como lo entendía Angra a un nivel mucho más sistémico, una libertad que rozaba más bien lo filosófico y moral, después de todo, no era ningún tipo de secreto la forma en la vivía, mucho menos que la razón por la que jurara lealtad a su madre fuera porque sabía que no tenía la más mínima oportunidad en un duelo contra ella.

No se sentía encadenada, en lo absoluto, simplemente empezó a entender sus deberes con el imperio, y en menor medida, su familia, como otra forma de adquirir la libertad.

Después de todo, la absoluta libertad implicaría un abandono total de la sociedad, pensó con rapidez mientras sus puños apretaron los aceleradores con firmeza, el convivir requería limitarse, saber que colores usar para cada lugar, su fama de carismática jamás fue inmerecida, y el sobrevivir requería como mínimo moderación, sin embargo aquí, ella era libre del todo, libre de sus deberes con su madre, con el imperio y su familia, libre para hacer lo que más amaba.

Finalmente dio una sonrisa de ojo a ojo enseñando su perfecta dentadura, la tranquilidad que le daba la velocidad era solo una ante sala de su actividad favorita, desenfundo con velocidad a su espada, "el tigre blanco".

Como si la luz se reflejara con sus ojos, dio un rápido tajo que corto con sorpresa la cabeza de un Asuryani, aplastando su cuerpo bajo su motocicleta, la cual fue seguida por cientos de otras más.

Estaban atacando un campo por sorpresa, había conseguido información bastante interesante, cortesía de las gemelas Alpha, había estado persiguiendo durante años un mundo astronave, uno de sus grupos de Eldar nómadas que solían ser unos imbéciles de primer nivel, no era tan divertido llamarlos Mon 'Keigh cuando eran sus espadas sierras acabando con sus delgaduchos cuerpos.

Los Asuryani del campo fueron notablemente tomados por sorpresa, parecía que sus videntes fallaron en predecir exactamente cuándo sucedería el ataque, porque se podían ver como algunos levantaban trampas y posiciones defensivas, sin embargo, en este estado solo quedaban aún más vulnerables.

Había estado persiguiendo al mundo astronave de Kim'zan demasiado tiempo a este punto, estos tipos habían logrado recolonizar un territorio bastante grande, usando sus misteriosos hechizos de hueso astral lograron establecer una presencia permanente, y como era normal en estos xenos, rápidamente se les subió a la cabeza.

Hana poco entendía sobre como funcionaba la sociedad Eldar, y sin embargo era una de las pocas personas que al menos tenían una idea más o menos clara sobre el enemigo con quienes peleaban, Valka era quien más sabía al respecto, pero era lo suficientemente prudente para no presionar respuestas, tarde o temprano simplemente le contaría y de manera natural podría aprender más.

Por lo que sabía que estos xenos sentando cabeza en planetas era una mala señal, solo los Exoditas solían ser tolerados en su paso, después de todo, su único pecado solía ser ocupar planetas vírgenes y libres de cualquier presencia humana, y por supuesto su endemoniado orgullo, por lo que la solución más lógica solía ser pasarlos de largo y dejarlos tranquilos y aislados en sus mundos, pero no estos desgraciados.

Kim'zan había volado demasiado cerca del sol y creyeron que podían simplemente entrar en espacio humano sin consecuencia, y desde ese momento el mundo astronave empezó una guerra contra los cicatrices blancas, y habían hecho de todo, menos ganar.

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