EXTRA #5

514 29 0
                                    

Ari estaba en un gran aprieto. Vaya que sí, sentía la necesidad de quedarse dormida una eternidad y huir de la realidad ¿Qué le sucedía? Lo mismo de siempre. Era muy obvio: Samantha Rivera. La chica más irritante, tierna y lenta del mundo. Todos en el instituto pensaban que Ari la odiaba, antes era así o al menos eso creía ella, ahora no estaba tan segura.

Según Nuvia, su mejor amiga había descubierto lo que le sucedía por andar de chismosa en su diario, decía que era una confusión. Ari debería quemar ese jodido cuaderno, tal vez. Una confusión, se repetía ella, le repetía su amiga, le decía incluso internet. Porque sí, Ari había buscado en Google (incluso en Yahoo respuestas Perú) cómo saber si estabas enamorada de una chica cuando también eras una ¿Útil? La verdad, no. Decía lo mismo que esperaba ella, que seguramente era una confusión hormonal común a su edad. Ari al principio se lo creía, pero ella no era tonta. Iba más de una atracción física. La forma de pensar de Samantha, con las pocas veces que habían compartido ideas en la biblioteca, sus increíbles notas en Biología, o con solo ver los libros que leía, le parecía maravillosa.

Como la rubia era tan amable con todos, trataba con cariño y afecto a sus amigos, le hacía sentirse enternecida. También lo lenta y adorable que parecía algunas veces cuando no comprendía Inglés, era mucho qué soportar para la castaña. Además, Sam dibujaba espectacular. Captando el arte en un objeto simple o creando dibujos que cualquier otro nunca pensaría ¿Cómo lo sabía? La rubia de vez en cuando dibujaba en la biblioteca, algunas veces parecía tan absorta que podía acercarse con sigilo y observar el dibujo a sus espaldas. Sobra decir que el arte de Sam atrapó a Ari. Incluso cuando peleaba con ella, la rubia era astuta, siempre sabía con qué responderle para molestarla y salirse con la suya.

Después estaban sus ojos. Joder, sus ojos. Le quitaban el sueño a Ari dejándola perdida en un mar miel dorada. Siempre sentía ganas de solamente verla durante horas, su cabello, su nariz, sus cejas. Samantha era perfecta.

Oh, claro que Ari no era idiota. Ella sabía que esto era más que una confusión, mucho más. Querer besar a alguien solo por encontrarla tierna, sin sentir algún deseo sexual, o darle abrazos todo el día no era normal. Ari ya lo sospechaba, llevaba tiempo desde que tuvo una conversación con su madre. Pero no quería aceptarlo, y ahora que pensaba en la posibilidad, sentía miedo hasta la médula. 

Posiblemente, tal vez, Ari gustara de Samantha. Y puede que un indicio, uno muy pequeño, de enamoramiento hacia la rubia. Aunque no estaba del todo segura, creía. Obviamente no pensaba decírselo a Nuvia aún, ella sufriría un ataque cardiaco y Ari no estaba segura de que tuviera seguro médico ¿Qué has echo, Garza? En qué momento, no podías fijarte en el repartidor de pizzas sexy y moreno ¿verdad? O sea ¡Era el lote completo! Hermoso, alto y amaba la pizza. El chico soñado. Pero nooooo. Debía fijarse en una chica ¡Vaya rollo! Y además, una chica que la detestaba. Maldecía el día en que cruzó palabras con la perfección que conformaba Samantha Rivera. También maldecía el día en que se interesó en conocerla quedándose en la biblioteca, pensando que así la superaría, tuvo el efecto contrario y terminó enamorándose.

- ¿Todo bien? -Molly, una de sus amigas, la sacudió en el pasillo. Ari había estado observando a la nada, pensando en su desgracia de vida. Estaban acompañando a su amiga Alana mientras recogía sus libros.

- ¿Sabes dónde está Nuvia? -Alana preguntó mientras guardaba sus cosas. Ella se encogió de hombros, llevaba un rato sin verle.

- Mira, allí está el grupito -Molly sonrió. Ari no se movió, parecía indiferente por fuera mientras observaba al grupo de Sam llegar. No mostraba todos los nervios que sentía dentro, y también enojo, claro. Samantha la vio, sus ojos brillaron un segundo y después volvió a ver a sus amigas, charlando. Estaban acercándose, pero Ari no encontraba excusa para pelearle, además no quería verle. Estaba cabreada con ella ¿Quién se creía esa fenómeno para no besarla? ¿Sabe ella cuántas oportunidades tuvo para hacerlo y lo dejó pasar? Rivera sería inteligente, pero era una idiota.

Rivales // RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora