[N°3]

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El sol comenzaba a asomarse por el horizonte, y sus rayos entraban con fuerza por la ventana de la habitación de Koneko. Un brillo dorado se posó sobre su rostro, obligándola a despertarse. Un gruñido de incomodidad se escapó de sus labios, mientras se tapaba la cabeza con las sábanas, intentando bloquear la luz.

Koneko: - Gruñido de frustración... ¡Nooooo, todavía no! Se da vuelta, tratando de huir de los rayos con desesperación.

Pero en ese preciso momento, la alarma de su reloj sonó con una intensidad que desbordaba cualquier intención de seguir durmiendo. La miró con desdén, como si fuera una antigua enemiga, y con un suspiro, la apagó de un manotazo.

Koneko: - ¡Mmmm...! Se estira perezosamente... Murmullo ¿Ya tan tarde? ¡Pero si todavía...! Suspira con desgano mientras se sienta en la cama.

A medida que se levantaba, sus ojos apenas podían mantenerse abiertos. Vestía una camiseta de fútbol del Arsenal, el diseño de la camiseta algo arrugado por el uso, y un short deportivo. Se calzó las pantuflas, que no hacían mucho por mantener sus pies calientes, y salió de su habitación a paso lento, como un zombie.

Cuando entró en la sala, algo llamó su atención. La casa, aunque desordenada en su mayoría, se veía un poco más ordenada de lo habitual. Miró de reojo la mesa, donde algo parecía estar fuera de lugar.

Koneko: - Frunciendo el ceño... Ese sujeto tocó mis cosas... Se acercó a la mesa, donde una bolsa con una nota le esperaba.

Tomó la nota y leyó en voz baja:

"Buenos días, Koneko. Salí a pasear por la ciudad temprano. Te dejé un sándwich para comer en la escuela, y en la nevera está la comida que hice ayer. Solo debes calentarla."

Koneko: - Murmurando entre dientes... ¿Qué tipo de sándwich será? ¿De esos horribles con pan seco? Suspira. Bueno... supongo que se merece un agradecimiento. Apreta la carta con fuerza, antes de lanzarla al cubo de basura.

Koneko: - Volteando hacia la puerta de su habitación, cansada... ¡Bah! Mejor sigo durmiendo. Es muy temprano... Con pasos lentos, se dirige de nuevo a su cama.

Mientras tanto, en las bulliciosas calles de la ciudad, Goku caminaba con su atuendo de maestro, ese que siempre causaba una mezcla de respeto y asombro. Aunque él no estaba tan consciente de ello, las personas no podían evitar mirar al tipo con el gi azul, claramente alguien de rango profesional en las artes marciales. Sin embargo, para él, todo eso solo significaba que tenía que ser más cuidadoso con las peleas en la calle.

Goku: - Con una gran sonrisa... ¡Este día está perfecto para dar una vuelta al globo! Pensó en voz alta, mientras caminaba con una tranquilidad total. Pausa al ver algo de reojo... ¿Eh?

En ese momento, una joven rubia tropezó y cayó al suelo justo frente a él. Goku se apresuró a acercarse, extendiendo su mano con una sonrisa amplia.

Goku: - ¡Eh, no te preocupes! ¡Estoy aquí! La joven lo miró un tanto sorprendida, pero le tomó la mano y se levantó rápidamente.

Asia: - S-sí, gracias. Con voz un poco nerviosa, pero agradecida. Vaya, qué torpe soy...

Goku: - No pasa nada, ¡me ha pasado más veces de las que imaginas! Se ríe, como si fuera lo más natural del mundo. Oye, ¿cómo te llamas?

Goku en High School DxDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora