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— ¿De verdad ves tanto a mi pequeña como tu hija que tu cuerpo respondió a ello? — Karl tragó saliva como por cuarta vez, sentía su garganta muy seca.

Asintió despacio ante la pregunta del castaño, ahora estaban sentados en el comedor de la casa de Sapnap. Selene jugaba en el suelo con unos juguetes, mientras que ellos estaban hablando de lo que les habían dicho en el hospital.

Ahora Karl era la madre, no biológica, pero seguía siendo la madre de Selene. Una parte de Karl estaba contento con eso, pero su parte racional le gritaba.

¡No había tenido ni una cita con Sapnap y ya había reclamado su lugar en su pequeña familia!

Si su vida fuera una película como se llamaría, ¿madre por accidente? Sonaba justo como le acababa de suceder.

— ¿Qué harías si te dijera que me mudaré a otro país y me llevare a Selly conmigo? — el aire en sus pulmones se detuvo por completo.

Miró al alfa con algo de miedo, estaba serio y con los brazos cruzados sobre su pecho. No podía, Sapnap no podía hacerle eso, era su pequeña no podía quitársela.

— ¡Te lo prohíbo, no puedes llevarte a Selene lejos de mí! — no supo en qué momento se había levantado de su puesto, golpeando la mesa con sus manos y mostraba sus pequeños colmillos a la defensiva.

— ¿Baba? — Selene dejo lo que estaba haciendo para mirar a los mayores, podía sentir la molestia del castaño rubio. Daba algo de miedo verlo molesto, eso nunca sucedía.

Sapnap por su parte solo sonrió, confundiendo más al omega.

— Tanto la quieres, ¿eh? ¿Dónde estuviste antes? Si te hubiera encontrado quizás mi bichito no hubiera sufrido tanto — Karl se sintió avergonzado, muy avergonzado, y una parte suya molesta. Sapnap le había hecho una prueba.

— Yo la quiero, no piensas en alejarla de mí — había formado un lazo con Selly, si los separaban ambos iban a sufrir bastante. Sapnap solo le sonrió, una sonrisa tranquila y leve.

—No lo hare Karl, y tú ya no podrás escapar de mí tampoco, no te dejare ir — Karl se sonrojó ante esa declaración, supo leer entre líneas. Una mano pequeña jaló su ropa y miró hacia abajo, Selene quería subir a su regazo.

El omega alzó con cuidado a la pequeña, la sentó en sus piernas y ella giró rápidamente a sus pechos tocando allí. Ya era su hora de comer, y desde que empezó a lactar Selene no había tocado sus biberones.

Se alzó la camisa acomodando a la pequeña para que pudiera comer tranquila. Selly dio un ronroneo complacido mientras succionaba su pezón con ganas.

Karl alzó el rostro para ver al castaño, sus ojos verdes eran intensos sobre él, y no se despegaban de sus pechos. Tragó saliva sintiendo su rostro arder, más rojo que un tomate.







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Karl se miraba en el espejo de su habitación. Iba a ir a una cita con Sapnap, y estaba muy nervioso por eso, aunque después de todo lo que había pasado no tendría que estarlo.

Seria después de la cinco, una cena romántica en casa del alfa, hecha por él mismo. Estaba ansioso por probar su comida, obviamente la pequeña Selly iba a estar y no podía estar más alegre por eso.

Pues su omega interior se preocuparía mucho si Sapnap dejaba a la pequeña con alguien más, no podría disfrutar de la noche si eso pasaba.

—¿Esto le gustara?— se pregunto mirando su pantalón pegado como una segunda piel a sus piernas, su camisa sin mangas, un poco larga pero no tanto.

¿Mamá? [Karlnap]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora