— ¡Mamá, mi cabello! — una pequeña de cabellos rizados de diez años corría por el pasillo de su hogar con un cepillo de peinar en mano.
Karl bebía té tranquilamente, antes de que el llamado de su cachorra le hiciera mostrar atención hacia ella. El ojiazul sonrió ante la imagen, el rizado cabello de Selene caía como cascada de su cabeza hasta muy abajo, tenía el cabello largo y le encantaba así.
— Bien, ven aquí — la llamó, y ella gustosa aceptó acercarse y voltearse para dejar que el Omega mayor le cepillara.
Karl comenzó con el trabajo pasando suavemente el cepillo por el cabello. Un momento después, miró como una pelota rebotaba hacia donde estaban ellos, después simplemente rodó hasta sus pies.
Alzó una ceja escuchando como pasos apresurados iban hacia ellos.
— ¡Yo lo vi primero! — chilló una voz que venía desde el pasillo.
— ¡El primero que lo agarre se lo queda! — exclamó otra voz, diferente y más femenina de la primera.
— ¡No, yo estaba jugando con la pelota primero! — la última voz era un poco más aguda y chillona.
Karl suspiró, dejó el cepillo a un lado y se agachó un poco para tomar la pelota. Los tres pares de pies se detuvieron ante él, los miró serio, y los pequeños sabían que estaban en problemas.
— ¿Qué les tengo dicho? — preguntó poniendo la pelota segura entre sus manos. Los pequeños se miraron entre sí, sabiendo que ya no podrían jugar con la pelota ese día.
— Que no juguemos dentro de la casa con la pelota — habló la pequeña de cabello color castaño rubio y ojos azules, haciendo un pequeño puchero, pero Karl no dejó que su blando corazón hiciera efecto por ello.
— ¿Y qué más? — volvió a preguntar sin cambiar de expresión, su pequeño de cabellos castaño y ojos azules, jugó con sus pies antes de tomar la palabra.
— Que no estuviésemos peleando por los juguetes — no le gustaba mucho regañar a sus retoños, pero sabía que debía de enseñarles disciplina, así serían unos pequeños educados.
— ¿Y qué estaban haciendo hace un momento? — preguntó, por último, y esta vez fue su cachorro más pequeño quien tomaba la palabra, su cabello rubio brillante y sus ojos profundamente verdes.
— Estábamos peleando y jugando con la pelota dentro de la casa, todo lo que mamá dijo que no se podía hacer — Selene miraba a sus hermanos menores con algo de pena, sabían que no debían hacer enojar a mamá, pero algunas veces lo hacían, no a propósito, aunque sí lo hacían.
— Bien, por eso no habrá pelota hasta mañana — Karl miró como sus pequeños cachorros hacían caritas tristes, y aunque su corazón doliera por eso, debía seguir adelante con el castigo.
Karl se levantó de la silla en la que estaba y se llevó la pelota con él, miró como los rostros tristes de los pequeños se volteaba en su dirección mientras caminaba.
Por suerte para él, la puerta principal fue abierta, los pequeños sabían quién era y se olvidaron rápidamente de la pelota, salieron corriendo hacia el pasillo.
— ¡Papá llegó! — los escuchó exclamar alegremente mientras se iban.
Sonrió y guardó la pelota, después se fue siguiendo las voces que iban por el pasillo, se encontró con una linda escena, Sapnap tenía a los gemelos mayores colgando de la espalda y a Selene junto a Sweven cargado en sus brazos.
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¿Mamá? [Karlnap]
Fiksi PenggemarPorque Karl, siendo cuidador de cachorros en una guardería, se encariña tanto con la cachorra de uno de sus clientes que ella le dice mamá. Adaptación | autor original © Zaorycast